miércoles, 26 de agosto de 2009

“¡MAMÁ, ¿Y QUÉ HAGO?!”


El 15 de septiembre, como quien dice pasado mañana, llegará el momento del chocolate espeso. Es decir, se iniciará el año escolar, bajo la égida de la nueva y flamante Ley Orgánica de Educación. Y dará comienzo el proceso de enseñanza/aprendizaje de la domesticación del régimen.

Claro que esto es un asunto de valores y de principios. Lo es y quien crea lo contrario está más pelao’ que rodilla e’ chivo. Pero también es un asunto de la realidad cotidiana. Me refiero a cómo será el comportamiento de las mamás y papás frente a este sistema de aplastamiento. A cómo habrán de reaccionar los cientos de miles de maestros y profesores. Que me perdonen algunos que seguramente pensarán que soy políticamente incorrecta, pero la verdad verdadera es que millones de papás y mamás tienen en la escuela no sólo un lugar de educación para sus muchachos sino, también, un espacio donde dejarlos seguros durante varias horas al día mientras ellos van a trabajar, a ganarse el sustento, sea en un empleo formal o padeciendo los rigores de la economía informal. En un país con notable destrucción del empleo, y donde la masa no está para bollos como para ir poniendo en riesgo el trabajo, los papás y mamás (sobre todo éstas últimas) se sienten en minusvalía frente a un gobierno que usa las debilidades del pueblo para imponer su agenda.

El gobierno, perversamente, sabe bien que la escuela y el liceo son guarderías. Sabe también que lograr un cupo en una escuela o un liceo es más difícil que jugar trompo al revés. Sabe que los papás y mamás se encontrarán entre la espada y la pared. Si se rebelan contra los dictámenes de esta ley, la consecuencia puede ser la expulsión. Y entonces, ¿dónde dejar a los muchachos para poder ir a trabajar?

Es cierto que para enfrentar los efectos de esta perniciosa ley tiene que haber una agenda a largo, mediano y corto plazo. Que tiene que haber acciones jurídicas, políticas y comunicacionales. Por muy inútiles que parezcan, tienen que llover sobre el poder judicial y el TSJ chorros de amparos y “consultas”. Es obvio que también tiene que haber una agenda de acciones de calle, que incluya marchas, manifestaciones, protestas y quejas creativas, lo cual incluye hasta caminar al revés. El abrogatorio ya está descartado. La Constitución establece que tal mecanismo no aplica a instrumentos que desarrollen derechos humanos, y la educación cae en esa categoría. Pero está tomando cuerpo la propuesta de presentar a la Asamblea Nacional una reforma de la ley, por iniciativa popular. Eso es inteligente, pero más que una acción de efecto inmediato, es una jugada estratégica que busca decirle al país que la protesta es propuesta.

Pero sigue pendiente el asunto de Juanito preguntando “Mamá, ¿y qué hago?”. La pregunta no es fácil y tiene truco. ¿Qué hacer cuando en las aulas arranquen a enseñar cuanta estupidez épica roja-rojita exista? ¿Qué hacer cuando comience la domesticación en serio y sin ambages? ¿Qué hacer cuando la respuesta correcta a una pregunta sea destruir la historia, o festejar la revolución, o aplaudir el militarismo ramplón, o decir que la competitividad es una enfermedad capitalista que debe ser eliminada, y un largo etcétera de lavadas de cerebros?

¿Cómo pedirle a las mamás que digan a sus hijos que deben ponerse de pie y rebelarse, cuando ello supone un problema gigantesco en términos reales para el cual no estamos ofreciendo solución? Porque, no nos caigamos a cobas, el asunto tiene relativo fácil remedio en el sistema privado de educación, que es minoritario, pero es de difícil “curación” en el sistema público de educación, que agrupa a la mayoría de los estudiantes. En las escuelas y liceos privados es posible instrumentar un programa de compensación, extracurricular, sin costo adicional, que supondrá ciertamente un sacrificio para padres, alumnos y profesores, pero que es factible si hay la voluntad para hacerlo. Ese programa limpiaría en parte el reguero. Pero, ¿cuán posible es poner en práctica un programa semejante en el sistema público? Yo creo que sí es posible, si nos organizamos. Comienzo por hacerle un llamado a las gobernaciones y alcaldías que no están bajo la bota del “rojismo”. También a las iglesias de todas las confesiones. A las asociaciones de vecinos, a las de padres y representantes, a los estudiantes universitarios, a la multitud de asociaciones de la sociedad civil. Trabajemos en paralelo, que puede ser la mejor manera de trabajar en contra.

Este asunto tan grueso no sólo debe enfrentarse de frente, sino también por los lados. Yo estoy a la orden para trabajar en un programa semejante. Convirtámonos todos en maestros y profesores extracurriculares. Dos horas diarias adicionales pueden hacer la gran diferencia. Eso es una forma de ejercitar el “se acata pero no se cumple”. Se trata de ofrecerle una alternativa viable a los cientos de miles de papás y mamás que el 15 de septiembre serán encerrados por este gobierno infeliz y carente de sentido progresista en una celda pintada con el rojo de la traición al futuro.

miércoles, 19 de agosto de 2009

Culpa y responsabilidad


Hace unos días, unos colegas de la Cadena Capriles que se hallaban ejerciendo su constitucional derecho a la protesta, fueron vilmente atacados por unos malandros identificados con el “rojismo”. A mis colegas los molieron a golpes, patadas y palos. Y luego estos rojísimos salvajes salieron huyendo de la escena del crimen, como cobardes que son.

Uno de los directores de la Cadena Capriles, Eleazar Díaz Rangel, connotado prochavista de estirpe y abolengo, dio una declaración tan y tan tímida, que escucharlo me produjo la misma nausea que un café con sal. Para condenar los hechos, recurrió a las palabras más bobaliconas que encontró en su vocabulario.
La Fiscal General, Doña Luisa Ortega y Díaz, en un programa de la gloriosa VTV, dijo poco más o menos que mis colegas no estaban protestando como periodistas sino que ejercían el oficio de políticos. En su escasez intelectual, Ña Luisa no entiende que los periodistas somos -a la par de profesionales de la comunicación- ciudadanos de esta Patria, y también tenemos derecho a una posición política. Que una cosa no impide las otras.

Si la memoria no me traiciona (suele suceder en un país donde la traición es moneda de curso) es de Indira Gandhi la frase “con el puño cerrado no se puede intercambiar un apretón de manos”. La violencia es la más patética de las acciones. Supone que quien ataca se cree superior y en el derecho poderoso de infligir daño a otra persona. En realidad, ese complejo de superioridad no es otra cosa que solapado sentimiento de inferioridad. Los violentos son, aunque crean lo contrario, lo que en mi tierra se llama “poca cosa”.

Los violentos suelen juntarse con sus pares y siguen a líderes cuya más conspicua característica es la incapacidad para el manejo de la ira y el ejercicio pertinaz del acoso y la agresión. Las mentes violentas viven sofocadas por el miedo a que alguien se percate de su realidad. Le temen a quedar en evidencia.

Hay culpa y hay responsabilidad. Quienes molieron a mis colegas son culpables, y deben pagar cárcel por ello. Sin excusas ni justificaciones. Pero “el que te conté”, el de Miraflores, es el responsable de este clima de violencia auspiciada, patrocinada y aplaudida. Que no se lave las manos que las tiene bien sucias.

Educar para la mediocridad


¿Qué de digno tiene meter a nuestros chamos en el lodazal de las limitaciones?

No espero para los niños y jóvenes de la Venezuela de hoy y del mañana una educación de inferior calidad y competencia que la que yo tuve. Creo que todos los mayores esperamos que los menores nos superen en saber, que sean mejores que nosotros, mejor preparados, tanto más ilustrados y muchísimo mejor instruidos que nosotros. Eso, gracias a la basura de Ley de Educación que las focas de la Asamblea Nacional han diseñado y sancionado (acatando órdenes expresas de Chávez) será un imposible. El nuevo instrumento de domesticación garantiza la mediocridad, el igualitarismo en lo decadente. Nuestros niños y jóvenes, a consecuencia de esta ley, estarán en minusvalía intelectual con respecto a sus pares del hemisferio y el mundo. Se les ha condenado a la posición de segundones profesionales.

Pero, ¿qué menos se puede esperar de este gobierno? Es, al fin y al cabo, un gobierno que festeja y celebra el pobrecitismo, la vulgaridad, el "peor es nada" y el "10 es nota y lo demás es lujo". Ciertamente, la Venezuela del futuro no vivirá el éxodo de sus jóvenes profesionales. El mundo desarrollado no tendrá interés alguno en sumar a su músculo productivo a profesionales cuyas mentes han sido modeladas para la incapacidad para competir. Sí, competir. Léase bien, medirse en igualdad de condiciones y ser capaces de superar escollos, de ser altamente creativos y de ser vistos con admiración y respeto por esos millones de jóvenes que en el planeta son educados para el progreso. Dicen que es una ley basada en la dignidad. ¿Qué de digno tiene meter a nuestros chamos en el lodazal de las limitaciones?

Algunos consideran antipático compararnos con otros países. Yo no. Un país no es una isla flotando en el espacio sideral en una galaxia desconocida. Un país tiene vecinos con los que tratar y negociar. Un país está inmerso en una realidad continental, hemisférica y mundial. Cuba -lo siento por los adoradores de ese patético tirano que es Fidel Castro- no es ejemplo de nada para nadie. Cuando cayó el muro de Berlín, las gentes de los países tras la cortina de hierro se dieron cuenta de una muy dolorosa realidad: no podían competir con las gentes de sus vecinos países y del hemisferio libre. Tuvieron los occidentales que lanzarse en una campaña de rescate y actualización para lograr la integración de esos millones de individuos que habían sido condenados a la mediocridad de la domesticación de su intelecto. Hoy, veinte años más tarde, han logrado progresar en ese menester, y los alemanes ya son iguales. Así ocurre con los cubanos; se encuentran en posición de minusvalía intelectual cuando se comparan con sus "pares" del mundo libre, aunque esa élite que manda antidemocráticamente en Cuba rellene montañas de informes panfletarios con cifras y logros que son una invención literaria.

En la búsqueda de un igualitarismo hacia abajo, empero se generará mayor distanciamiento social. Muchos harán cuanto sacrificio esté a su alcance para garantizar que sus hijos no caigan en ese bache de ignorancia y decadencia. Quienes puedan, enviarán a sus hijos a estudiar fuera. Y no me refiero a mandarlos a "Gringolandia". No, cerca, muy cerca, está Colombia, un país donde la educación es de primer nivel (aunque le duela a quienes son xenófobos anticolombianos). Los descendientes de europeos aprovecharán las ventajas que les produce su condición para conseguir que sus hijos puedan educarse en aquel continente. Los orientales, como solían hacerlo antes, buscarán matricular a sus muchachos en escuelas y liceos en Trinidad. Y Panamá está "a pata de mingo". Total, que la nueva ley, ese bodrio que pomposamente alardea de igualdad, parirá un escenario de desigualdad.

Creo, y así lo he dicho en varias ocasiones, que es tiempo de dejar de aceptar todo como si fuéramos corderitos que van camino al matadero. Creo que hay que negarse. Y negarse supone ponerse de pie. Hay que negarse a que los niños sean convertidos en focas amaestradas; negarse a que las escuelas, liceos y universidades sean espacios de domesticación política; negarse a que un perfecto extraño decida qué clase de educación van a tener nuestros hijos; negarse a que nuestros niños y jóvenes sean condicionados para el odio, el resentimiento, el rencor y la violencia.

Del maestro Guillermo Morón copio el siguiente extracto de uno de sus muchos artículos: "Una antigua costumbre de los cabildos y ayuntamientos -raíces de los Municipios y Alcaldías- demuestra que los gobiernos municipales fueron bases de descentralización del Poder, que la antigua teoría y práctica de la soberanía popular no es una invención del Estado de Derecho Republicano. 'Se acata pero no se cumple'. Pues esa es la lección para los venezolanos de esta intemperie".

Así las cosas, con el "se acata pero no se cumple", llamo a las gobernaciones y municipalidades y a las gentes de este país a rebelarnos. Y si los jóvenes tienen que perder algunas semanas o meses de clases, bueno, más tiempo se perderá en una educación maltrecha. Mucho más difícil es quitar unas cadenas que evitar que unos cancerberos pongan los candados.

miércoles, 5 de agosto de 2009

El acelerador a la Revolución


En este país unos cuantos mandan, pero esos que mandan no gobiernan

Cuando no es la basura que abunda por todos los rincones, es la falta de agua aunque seamos unos de los países que cuenta con más ríos. Cuando no es la inseguridad que agobia y acecha por todos los rincones es la inmensa cola para poder agarrar el autobús que llega tarde, atestado y es una vieja cafetera. Puede ser el trancón de proporciones colosales porque a algún pánfilo y empantuflado burócrata se le ocurrió la brillante idea de hacer una reparación en pleno horario de trabajo y abrió una tronera en el asfalto que dejó la calle reducida a su mínima expresión. O la cola más larga que ventosidad de culebra en uno de tantos bancos del Gobierno que tienen que hacer los que por esos bancos cobran su misérrima pensión porque sólo hay una taquilla abierta. Claro, hay que contabilizar también las colas para pagar la electricidad, los impuestos, el teléfono. Renovar el RIF es un acto casi heroico.

Maigualida llega a su casa en franco estado de ira. Se pregunta si será que alguien le montó un trabajo y la empavó, porque su día ha sido una retahíla de desesperaciones. De las 12 horas que estuvo en la calle, 6 fueron de desperdicio. Y para acabarla de completar, la conserje le dice que no hay luz, ¡desde hace tres horas! Y que como no hay luz, las bombas no funcionan y no hay modo ni manera de que de las cañerías salga ni media gota de agua. Ah, y que tampoco hoy vinieron a buscar la basura.

Luego de subir los 7 pisos de escaleras, con el recado de olla al hombro (3 plátanos, ½ kilo de cebollas, ½ kilo de tomates, 1 pimentón, dos ramitos de verde y otras "joyas"), Maigualida se encuentra un mensaje de su hijo Chuito pegado en la reja: "Mamá, no hubo campamento, porque había reunión de comando. Estoy en casa de Pedro. Búscame cuando llegues". ¿Reunión del comando? ¡Válgame Dios! O sea, la reunión del comando es más importante que la educación. Y resulta que Pedro vive dos edificios más allá. Y Maigua ya no tiene piernas para bajar, subir, bajar, subir. Bueno, ya se le ocurrirá al chamo regresar antes que oscurezca. Porque luego que cae el sol él sabe que hay "toque de queda".

¿Qué hay que hacer para que gobernantes, burócratas y demás especies aromáticas entiendan que la gente normal, los ciudadanos de a pie, los venezolanos sin pompa y "ciricunstacia" están hartos, hastiados, hasta el remoño de la epopeya de cada día? ¿En qué idioma tienen que hablar los ciudadanos para lograr que a gobernantes, burócratas y demás especies aromáticas les entre en el cacumen que en este país no se vive, se sobrevive, y que eso es un absurdo?

Llueve en Venezuela, pero no hay agua en las viviendas. Nos llenamos la boca pontificando sobre la majestuosidad de nuestros ríos, pero las fallas eléctricas son ya asunto cotidiano. Al país le entró un chorro de petrodólares, más bien una catarata. Pero los venezolanos sin pompa y "ciricunstacia" llevan una vida que va de mal para peor.

En este país unos cuantos mandan, pero esos que mandan no gobiernan. Porque gobernar supone que se trabaje para beneficiar a la gente, no para ser su peor enemigo.

El Presidente, trajeado de militarismo y no de civilidad, se manda con un discurso apocalíptico, en el que en medio de cientos de palabras altisonantes, apunta que va a “seguir metiendo el acelerador a la Revolución”. Es decir, acelerar significa que va a continuar destruyendo. Su revolución acaba cada día con empresas, puestos de trabajo, libertades constitucionales. Su revolución produce una corrupción nauseabunda y pantagruélica. Su revolución no soluciona nada y empeora todo.

Chávez carece del más mínimo sentido de la sensatez y la responsabilidad. Es como una advenedizo chofer en una carrera de Fórmula 1, uno que se colea entre avezados pilotos sin tener la menor idea de cómo se maneja en un circuito de alta competencia.

Y los platos rotos los pagan los ciudadanos de a pie. Y a futuro, los pagarán sus hijos y nietos.

martes, 4 de agosto de 2009

Pisoteando… que es gerundio


Aunque tímida en su presentación al cuerpo de legisladores que ilumina con su vasta inteligencia el palacio legislativo, Doña Luisa Ortega y Díaz, Fiscal General de la República, se lució en el texto de la Ley de Delitos Mediáticos. La nueva pieza del portafolio legal revolucionario es un primor, una obra maestra de la inventiva de este libertario régimen, una invalorable contribución de este gobierno tan “progre” al campo de las ideas. Con esa novísima ley se nos pisotea a los ciudadanos, legalmente. Es decir, con permiso y autoridad. Se pisotea también la Constitución y nuestro derecho legítimo a decir aquello en lo que creemos y por lo que luchamos, a saber, un país democrático donde no haya cabida para esbirros del pensamiento. Na’ Luisa es una secuaz a sueldo de este régimen oprobioso. Su texto legaliza la barbarie.

Horas después del anuncio de Ña’ Luisa, Diosdado, esbirro mayor, ordenó el cierre de un montón de emisoras de radio, condenando así a pena perpetua de silencio a quienes por ese medio se atreven a quejarse, a contrariar, a denunciar. Han decidido convertir a los ciudadanos venezolanos en gallinas sin cuerdas vocales.

Barbarie
Y luego llegó Lina Ron y su grupete de sicarios y atacó a Globovisión con bombas lacrimógenas y exhibiendo armas de fuego. Dos heridos y varios cuasi asfixiados. Aprovecharon que a esa misma hora ocurría la celebración por el aniversario de El Nacional, y que por tanto los altos ejecutivos de Globovisión no se encontrarían en la planta. Así trabajan los cobardes.

Todo está grabado. Es tal la conciencia de Lina y sus secuaces sobre la impunidad de la que gozan, que el asalto al canal lo hicieron a plena luz del día, sin capuchas, con gorras y franelas que los identificaban.

Hegemonía política
Empero, la andanada de “acciones bélicas” no busca la hegemonía comunicacional, como algunos ingenuamente apuntan. El fin de estos aberrantes ataques es apuntalar la verdadera hegemonía que necesita el régimen, la política. Se acaba de aprobar en ese zoológico de focas que es la Asamblea Nacional la más retrógrada, decadente y degradante Ley de Procesos Electorales. Pero esa ley, aun siendo un utensilio de perversidad, sería inútil si los ciudadanos votan por quienes ofrecemos una alternativa a este desastre. Saben Chávez y sus secuaces que cada día la gente se “apercata” que se está destruyendo el país y acabando con las posibilidades de un buen futuro para todos, un futuro donde la democracia no sea una mera consigna payasa dicha al viento en infinita cantidad de discursos de bandoleros. Saben que la gente se está hartando, que se le va agotando la paciencia, que diez años son demasiados días, demasiadas semanas, demasiados meses, demasiados años. Que el hastío carcome los “éxitos” de la “revolución bonita”. Entonces, cerrarle las compuertas a la comunicación libre y democrática es indispensable para dificultar a los electores enterarse de quiénes serán los candidatos en las elecciones.

¿Se puede superar estos nuevos escollos?
Sí. Quienes escribimos y hablamos debemos seguir haciéndolo, así nos cueste mayor persecución de la que ya sufrimos. No dudo que a muchos nos seguirán amenazando, injuriando y no faltarán los procedimientos judiciales contra nosotros y hasta las imputaciones que nos lleven a la cárcel. Bueno, como escribió una vez Andrés Eloy Blanco, "a este paso, estar preso, perseguido, acosado o procesado será un honor". Los medios, todos, los radioeléctricos, los impresos y los alternativos, tienen que ser corajudos y valientes, no autocensurarse ni aceptar pisotones, aunque ello suponga no pocas crisis económicas. Los aspirantes a curules, los que quieren ser elegidos, o corren o se encaraman. Y los ciudadanos, esa gente de a pie que puebla este país, a no dejarse pisotear por el silencio indigno y procaz que quieren imponernos.

Rebelándonos
Al “pisoteando”, que es gerundio del verbo pisotear, hay que responder con “rebelándonos”, gerundio del verbo rebelarse.

lunes, 3 de agosto de 2009

Por un “quítame esa pajita”

Un día de éstos, un mal día diría yo, las fanfarronadas de Chávez van a tener consecuencias francamente desastrosas. En muchas ocasiones, para detonarse un conflicto bélico basta un “quítame esa pajita” entre dos ilustres desconocidos.

Fiebre de 40
Nuevamente, por enésima vez, las relaciones con Colombia se ponen en estado de fiebre alta, al borde de un cataclismo. A Chávez le dio un severo ataque de caspa emocional originado por un compendio de asuntos. Está bravo porque los hondureños, es decir, unos “catrachos” osaron revirarle y apuntarle que son “soberanísimamente soberanos” y él no manda en Honduras. Para colmo, a él, que quería ser el héroe de la película, y que ya se veía a sí mismo entrando en Tegucigalpa triunfantemente acompañando al bigotón del sombrero de ala blanco, lo desplaza de la escena mediática un “tico” medio cegato, medio adeco y medio zoquete, que no alza la voz jamás, a quien el mundo entero le aplaude por su capacidad de arbitraje en conflictos.

A esto se suma que los incompetentes de la FARC lo meten en tamaño berenjenal chamuscado, cuando se dejan agarrar una computadora de la que salen todo tipo de marramuncias, que lo convierten a él y a su pana Rafael Correa en presuntos implicados en varios delitos severos y no pocas inmoralidades.

Los suecos
Y además parió la abuela. El ejército colombiano le pone las manos a un armamento que fue vendido por Suecia a Venezuela y que fue a tener a los angelitos guerrilleros de las FARC. Y los “vikingos”, de ojos rubios, de pelos rubios y de dientes rubios, llevan registros precisos y, ni cortos ni perezosos, reclaman explicaciones sobre cómo esas armas y esas municiones llegaron a manos de terroristas, violándose todos los compromisos contractuales estipulados en la operación de compra.

Guarimba
La cosa no se queda ahí nomás. Resulta que los “colombiches” hacen un acuerdo con los “gringos”, y las fuerzas que estaban en Ecuador las mudan pa’ la tierra de Nariño y Santander. Una guarimba militar, pues, y en la “mesma” patica de la frontera.

Relaciones en remojo
¿Reacción? Chávez explota como geiser del Yosemite y, con ese carácter sutil y elegante que lo distingue, con ese lenguaje de coloratura excepcional, manda a que la representación diplomática venezolana en Colombia recoja sus chécheres y se venga pa’ aca´, pa’ la tierra de la verdadera revolución, la tierra de los hombres de pelo en pecho, las verrugas explosivas y las boinas rojas. Tierra de hombres de verdad, no de “paisas” aniñados. Ordena también que se pongan en remojo todos los acuerdos comerciales y “estratégicos” suscritos con la hermana república (que imagino que en cualquier momento dejará de ser “hermana del alma” con quien nos unen “irrompibles lazos históricos”) y amenaza con que, si lo apuran mucho, lo que los colombianos tienen aquí, dentro de nuestros linderos, bueno, digamos que puede ser repensado el asunto de la propiedad. En su sulfurosa alocución sólo le faltó pedir que le pusieran un retrato de Uribe, pa’ escupirlo, lanzarle dardos envenenados con curare y espetarle un “patria-socialismo-o-muerte-venceremos”

Mucha gente dice que Uribe y Chávez se parecen mucho. Yo digo que Chávez tiene todos los defectos de Uribe y ninguna de sus cualidades. Uribe sabe gobernar, lo cual reconocen hasta quienes lo han enfrentado y competido con él, como Horacio Zerpa, por ejemplo, a quien en una entrevista le escuché decir que Uribe “es un estadista”. Chávez lleva ya más de diez años en la presidencia y el desastre de su gestión pasó de ser un secreto a voces a una lamentable realidad que ni que la maquillen con falsos numeritos del INE puede disimularse.

Imagino que así como pasa con los “gringos”, la sangre no llegará al río. Chávez vocifera contra Estados Unidos pero ese país es nuestro primer socio comercial. Y el mundo entero sabe que Chávez muere porque lo inviten a la Casa Blanca, así sea a tomarse un café en la cocina. Y que cuando eso suceda veremos a Chávez vestido de piti-yanqui y cantando el “O say can you see…”. Colombia es nuestro segundo socio comercial, y es además nuestro vecino, lo cual supone que la gente de ambas nacionalidades tiene relaciones comerciales, sociales y hasta familiares. Para más, de Colombia viene buena parte de la comida que se consume en Venezuela, y la sustitución de exportador no es algo que se hace de la noche a la mañana, y menos si hablamos de distancias largas como las que nos separan de otros países productores, que generarían aumentos importantes en los costos de esos productos para que lleguen a las mesas de los consumidores finales. Para decirlo en lenguaje coloquial, importarle a los que están lejos puede desatar una espiral inflacionaria de incalculables proporciones, amén de un desabastecimiento colosal mientras se arman nuevas plataformas de negocios. Todo eso lo saben Uribe y los colombianos, y por eso no se espelucan ante los gritos destemplados de Chávez.

Los compadres
Pero – y aquí viene el pero - las represalias entre vecinos siempre afectan la vida cotidiana de las gentes de a pie, que son las que sufren el primer impacto. Y las relaciones de siempre, las del saludito entre compadres, de la noche a la mañana se pueden tornar en “relaciones peligrosas” y las reacciones pueden ser detonadas por un “quítame esa pajita”. La historia de nuestras tierras está repleta de episodios de guerras entre “compadres”.
Lo de Chávez no es tan sólo patéticamente irreflexivo. Es histéricamente irresponsable.