lunes, 13 de septiembre de 2010

La Mantuana


Con prólogo de Fernando Mires
La mujer venezolana que es bella no sólo en el mirar sino que en el sentir, asoma en un marco histórico que viene desde la mal llamada “sociedad colonial” la que, de algún modo inconfeso sigue predominando en las conductas de nuestro tiempo, el de la así mejor llamada “post-modernidad”. De ahí viene la profunda “historicidad” de La Mantuana, cuya digna emoción cruza el continente, desde los más cálidos llanos, hasta llegar al profundo, oceánico, chileno y nerudiano sur del continente. La historia de la Mantuana es inevitablemente geográfica. La Geografía es la patria de toda Historia. Y la historia de la Mantuana tiene su lugar y su tiempo. Ella vive, ama y sufre, en un país y a través de un continente que a pesar de que no ha sido hecho para ella, sigue haciéndose, para todos.

Como yo te amé


Publicada ya y disponible en
http://www.lulu.com/product/tapa-blanda/como-yo-te-am%c3%89/12562140
Con prólogo de Asdrúbal Aguiar
Entre amores y desamores corre la existencia, toda la existencia humana. Y parte de eso nos lo enseña la autora en esta historia novelada, que la descubre, una vez más, como escritora de fuste, decantada, sin temores a lo mundano, capaz de exprimir las desgracias hasta obtener de éstas algún zumo de sublimidad. Vivir el amor y sufrirlo es el acto que más dice sobre la vida y el que le otorga su mejor sentido, revelándonos la vocación, la trascendencia. Pero recrear el amor mediante la escritura y comprometer anímicamente al lector haciéndolo presa de juegos infinitos hasta que haga suyas las angustias, las ansiedades, los momentos de explosión sideral provocados por la misma narración, es obra única de la imaginería, del encantamiento, de los maravillosos hechiceros de la palabra.

miércoles, 21 de julio de 2010

Asunto de libertades

No hay progreso sin libertades. No hay desarrollo tras rejas que limiten los derechos humanos. Me refiero a los derechos civiles, políticos, económicos, educativos, ideológicos. Venezuela, mostrando un atraso cultural de enormes proporciones, se ha convertido en una inmensa cárcel., en la que la gente deambula sin conseguir el bienestar al que tiene derecho.

Sí, derecho. Tenemos derecho a abrir ventanas y puertas a nuestro intelecto y a nuestras capacidades creativas. Tenemos derecho a profesar la confesión que deseemos sin que ello suponga que seamos insultados por funcionarios de medio pelo que como el diputado Carlos Escarrá disfrutan agrediendo. Tenemos derecho a ejercer nuestras profesiones y oficios en libertad y sin caer en expedientes de sujeción y aplastamiento como los que el gobierno nos monta encima a cada rato. Tenemos derecho a la orientación política e ideológica de nuestro deseo. Tenemos derecho a alimentos de calidad y con variedad, a buenos servicios públicos, a que el Estado cumpla con su deber de resguardar nuestras vidas y bienes. Tenemos derecho a que se nos rinda cuenta detallada de los desmanes en los que cae el gobierno en el manejo de dineros públicos. Esos y muchos otros son nuestros derechos, a los que el gobierno simplemente ignora.

El asunto de Pudreval (a las cosas hay que llamarlas por su nombre) es una metáfora que pinta de cuerpo entero, por dentro y por fuera, lo que es este gobierno. Muestra la inmoralidad de la corrupción, la pecaminosa desidia, la atroz negligencia, el desprecio por los pobres, la incapacidad e incompetencia en la gestión pública, la maluquería en toda su hediondez. Esos miles de contenedores portadores de millones de kilos de comida y medicamentos que fueron importados con dólares Cadivi y echados en puertos y galpones revelan cuán podrido es y está este gobierno. Esto fue un negocio financiero, en el que algunos hicieron su agosto y millones de venezolanos fueron afectados. Así de simple. Así de asqueroso. Así de indigno.

Que el nauseabundo asunto quiera ser ahora disfrazado con la patética escenita de la exhumación de los restos de El Libertador, en la penumbra de la madrugada como ocurre todo cuando de trashumantes se trata, no es más que una estratagema de manipuladores de oficio que no respetan nada, ni tan siquiera a Bolívar. Pero el artilugio con el padre de la patria no logra distraer la atención sobre los horrendos pecados del gobierno. Ahí está, sofocante, el tema de Pudreval, de las guerrillas terroristas colombianas caminando libremente por territorio venezolano, de la ruptura de relaciones con Colombia para evitar tener que dar respuestas a los venezolanos, de la inflación galopante que asfixia a los ciudadanos, de la escasez en toda clase de productos, del manirrotismo de un presidente que es un neo sifrino resentido, de la vulgaridad de los entes del estado despilfarrando lo que hay y lo que no hay, de la inmunda complicidad de los poderes públicos en toda esta maloliente farsa de revolución.

La inmoralidad, que es una de las enfermedades más severas que pueda sufrir el alma, se come a la revolución, a bocados. La revolución está podrida. Es un antro de hienas y buitres. Un decadente prostíbulo de las peores pasiones que se ha instalada en una tierra linda que escribió su libertad con tinta de obituarios. Rabia y tristeza. Vergüenza y dolor. Con esos sentimientos llegamos al bicentenario.

martes, 8 de junio de 2010

Noticia de una protesta


Los catártidos en Venezuela andan de protesta. ¿Cómo es eso que les importaron comida y ahora se arma un desmadre y no se las quieren dar? Ellos esperaron pacientemente que la comida viajara en containers desde su lugar de origen, se maridara en su propio jugo y, gracias al calor tropical, se convirtiera en una delicatesse.

Los catártidos se hallan en vía a una protesta multitudinaria frente a Pdval. Quieren su comida. Tienen derecho a ella. Les prometieron y ahora exigen que les sean cumplidas las ofertas de un condumio sólo apto para su altísimo nivel en la cadena alimenticia. Dice Pepe Zamuro, presidente del sindicato de catártidos, que “este gobierno nos tiene que responder. Basta ya de pretender que se conformen con migajas. Tenemos derecho a alimentos de nivel, suficientemente podridos... No vamos a aceptar que esa exquisita comida le sea donada a catártidos de otras naciones. Nosotros hemos cumplido y esperamos que nos cumplan. Hemos preparado un documento que será entregado a las autoridades de Pdval y del Ministerio de Alimentación, pero dado su historial suponemos que harán oídos sordos. Ya sabemos que en este país los gobernantes se lavan las manos y creen que no tienen que darle explicaciones al pueblo”.

Los catártidos han advertido que no van a ceder en sus demandas. Pretenden elevar su queja incluso por ante los tribunales. Dicen que solicitarán que el Tribunal Supremo de Justicia los ampare y los proteja contra esta nueva tropelía del gobierno. Esos alimentos, argumentan, les pertenecen y “no puede ser que ahora el gobierno venga a acaparar esa comida y menos que alguien salga ahora con que hay que destruirla. Nosotros tenemos hijos. Tienen hambre. Todo el mundo sabe que en Venezuela hay escasez y que cada día es más difícil conseguir la canasta alimentaria”.

El presidente del sindicato de catártidos agregó que “simplemente no es justo. Para la focas de la Asamblea Nacional siempre hay, y en abundancia. Y qué decir de las raciones para las hienas de los ministerios y de las gobernaciones y alcaldías rojas rojitas. Basta ver lo gordos que están. Para ellos sí hay, siempre hay. En cambio a nosotros siempre nos tratan como ciudadanos de baja categoría. Claro, como somos negros…. Pues mil veces no. La Constitución nos protege. En Venezuela está prohibida la discriminación por raza, sexo, color, olor y demás guarandingas. ¿No y que Venezuela ahora es de todos?”.

Todo indica que los catártidos no van a claudicar y que continuarán elevando su voz de protesta. Ante el hallazgo de otros “containers” en los bolipuertos y depósitos de Pdval, las abuelas y mamás de los catártidos proceden a ponerse una pañoleta y hacer rondas frente a Miraflores.

A pesar de muchos intentos, nuestros reporteros no lograron obtener declaración alguna de autoridades del gobierno nacional.

miércoles, 2 de junio de 2010

Parranda en el cafetal


Hay que lamentar la pérdida de dos o tres jarrones históricos que adornaban el Palacio de Miraflores y que seguramente el presidente destrozó cuando supo que Santos había duplicado la votación de Mockus y que ya es virtualmente el nuevo presidente de Colombia. Eso debió ocurrir antes de tener que pasar a ingerir varios potes de antiácido y algunas pepitas de Nervocalm.

Las elecciones en Colombia resultan particularmente educativas. Comencemos por advertir (y aplaudir) que a las dos horas ya se sabía los resultados de unos comicios nacionales manuales. La Registraduría Nacional (órgano electoral), además, comenzó a liberar boletines nomás cerraron los centros, lo cual permitió a los electores ir monitoreando la situación. Nada de esperar a la madrugada. Nada de silencios sospechosos. Nada de darse bomba ni creerse la pepa del queso. Un organismo que manejó las elecciones con voluntad de puro servicio público y puro respeto. Como debe ser. Doña Tibi y Misia Socorro estaban allá. Ojalá tomaran nota. Bien sabido es que aquí los resultados no se anuncian rápido no porque no se pueda (lo podrían hacer más o menos a la media hora de cerrados los centros) sino porque tienen que esperar que el gran jefe les autorice.

Santos estuvo a puntico de ganar en primera vuelta. Le faltaron apenas unos 500 mil votos. Colombia votó no sólo para premiar a Uribe, sino con racionalidad de buen elector. Votó así porque sabe que aún necesita un presidente que no caiga en tentaciones ni guabineos. Votó así porque la seguridad democrática se ha traducido en libertad para los ciudadanos, libertad para trabajar, libertad para movilizase, libertad para comerciar, libertad para vivir. Y eso Colombia no lo iba a poner en riesgo. Mockus no garantizaba eso. Ofrecía cuanto menos una angustiante duda razonable. Y en Colombia, un país donde se ha sufrido mucho, sus electores consideraron que la cosa no está como para dar pasos atrás y que esa duda razonable no cabe en sus aspiraciones y planes de desarrollo.

Santos no es un “osito cariñoso”. Ni quiere serlo. No tiene ese carisma que se le atribuye a Mockus. Pero a los colombianos eso poco les importó, poniendo de bulto una altura ciudadana francamente envidiable. Pesó más la experiencia en el gabinete de gobierno, la eficacia demostrada en el manejo del comercio y las finanzas, la gallardía y el coraje en la defensa. Santos es un tipo sólido.

Cayeron estrepitosamente tanto el Partido Liberal como el Conservador. Sus tradicionales electores optaron por apoyar a Santos, a Mockus y a Vargas Lleras, quien es a todas luces el batacazo de la jornada electoral. Sorprendió (negativamente) ver a Noemí Sanín apareciendo en los medios a través de un video grabado quién sabe en qué estudio o locación, como si fuera una “prueba de vida”. Rafael Pardo sí dio la cara. Eso hay que reconocerlo. A César Gaviria, dizque prócer del liberalismo, ni se le vio el pelo. Petro pierde. Llegó de cuarto y acumulando muchos menos votos que su predecesor partidario en las elecciones presidenciales anteriores. ¿Entenderá el mensaje que le mandaron sus coterráneos?

La declaración de Mockus pasados los hechos fue un homenaje al dislate y el absurdo. Aquel hombre estaba simplemente extraviado, sin lograr entender qué diantres había pasado o cómo fue que perdió – y por tamaña diferencia – cuando todas las encuestas predecían un “empate técnico”. Habló como predicador que la recompensa en la próxima vida.

Cabe un comentario sobre el tema de las encuestas. Una ve la metodología aplicada y no tiene menos que angustiarse. El universo no medía la “Colombia adentro”, en un país donde el “adentro” es estadísticamente inmenso. Además, las encuestas suelen utilizar el teléfono, lo cual las hace de suyo poco confiables, al menos para asuntos electorales. Pero, la pregunta es: ¿son culpables las encuestas? No, la responsabilidad de una campaña es del candidato y de su equipo. Echarle la culpa a las encuestadoras de la derrota sufrida es tanto como reconocer que se carece de inteligencia electoral, esa que advierte que soñar peces de colores puede resultar muy caro. Si Mockus no tiene inteligencia electoral todavía, pues no estaba preparado para la Presidencia.

Santos ganará en la segunda vuelta. Para perder tendría que ocurrir que Mockus lograra convencer a todos los electores de Vargas Lleras, Petro, Noemí y Rafael Pardo. Y eso es bien improbable y hasta descabellado pensarlo.

Santos será el nuevo presidente de Colombia. Algunos tendrán que darse sobas con Hirudoid y tragarse potes enteros de Mylanta y Voltarén, amén de muchas pepitas de Nervocalm. Los colombianos seguirán en su vía de progreso, para beneplácito de muchos y desagrado de unos pocos. No la tendrá fácil Santos, como no la tuvo Uribe. Los terroristas guerrilleros tendrán ver cómo se las ingenian para devolver a los secuestrados. Los colombianos les han dicho claramente que no apoyan a insurrectos salvajes. Santos tendrá también que lucirse como hábil constructor de acuerdos. Al fin y al cabo, tendrá que gobernar con todos los colombianos y para todos los colombianos y con suficiente oposición en el parlamento. Me parece bien. Así es la democracia.

En veinte días será la segunda vuelta. Pero desde ya los vallenateros preparan sus acordeones. El 20 de junio habrá parranda en el cafetal.

jueves, 13 de mayo de 2010

Cambia, todo cambia

Cambia lo superficial. Cambia también lo profundo. Cambia el modo de pensar. Cambia todo en este mundo.

No hay nada más necio que pensar que todo continuará igual. Y en política, aún peor. Mientras más alto se está, más fuerte puede ser la caída. Mientras más seguro se crea estar, más endeble puede ser el piso.

Cambia el sol en su carrera cuando la noche subsiste. Cambia la planta y se viste de verde en la primavera.

Genaro Arriagada, sensato político chileno quien fuera jefe del comando del NO cuando el plebiscito que venció a Pinochet, trata (no sé bien con cuánto éxito) de transmitirnos un mensaje: Pinochet no era invencible, Chávez tampoco lo es. Dice Genaro que estamos en el camino correcto. Y yo concuerdo con él. Hemos construido un espacio de coincidencias políticas, que es tanto más que un mero acuerdo electoral. Se trata de entender, finalmente y luego de muchos tropiezos, que en la unión está la fuerza. Que desunidos nos debilitamos, juntos somos poderosos.

No voy a caer en la eterna y manida cantaleta de “están asustados”. Eso no me parece un argumento inteligente. Creo sí que la revolución llegó a su Principio de Peter. Creo sí que hay un inmenso espacio para construir el triunfo posible. Y de eso tenemos que sacar provecho. Saber leer en el escenario y colocarnos de parte de la gente, no en contra de ella, que es precisamente lo que hace el oficialismo aun cuando se la pasen cacareando como gallinas patulecas lo contrario.

Hay que hacer evidente lo que es obvio. Poner las culpas y las responsabilidades donde deben estar. La pésima gestión habla por sí sola. Y es sistémica. En lo económico, en lo social, en lo educacional, en la salud, en la transportación, en la vialidad, en la seguridad. Por todas partes se ve el fracaso. Huele a fracaso. Sabe a fracaso. Es indisimulable. Y a todo el desmadre se suma una corrupción nauseabunda que está a la vista.

Por eso hay que ponerse de parte de los ciudadanos, que son los “pagapeos” de toda esta novela revolucionaria de pésima factura. Y trabajar por la Unidad, entendiendo que ella es tanto más que una carta temporal. En Chile, la concertación tuvo cuatro gobiernos. Hoy la democracia chilena está consolidada.

Basta ya de la necedad de repetir una y otra vez que Chávez se las sabe todas, que es imposible de derrotar, que es una suerte de semi dios. Pamplinas. Dejemos de tener esos pensamientos y actitudes que tan flaco servicio le hacen a la solución. Recordemos que cambia, todo cambia. Y cambia porque nos dediquemos a trabajar para que cambie.

Y lo que cambió ayer tendrá que cambiar mañana.

viernes, 7 de mayo de 2010

Y CANTAN LAS CHICHARRAS

La canción de unas chicharras acompaña mi escritura. Están alborotadas. Buscan amor en un país donde cada vez escasea más el cariño. Por eso cantan. Yo las escucho con la paciencia que no me abunda y que trato de cultivar. Porque si algo se necesita en este país es paciencia. Porque sólo siendo pacientes y perseverantes saldremos de este despelote monumental.

Cantan las chicharras. En todo el territorio nacional. Mientras lo hacen, el gobierno arrecia en sus ataques. Nada sacia su deseo codicioso de deglutir todo cuanto de bueno haya en este país. Con una estrategia de matones mafiosos, fueron a poner presos a unos carniceros. Así que aquello de “vamos contra los ricos” no va más. Aquí está instalado el “sálvese quien pueda”.

Y cantan las chicharras.

En Yaracuy, la finca de Diego Arria, en plena producción, es objeto de la malsana ejecución de un procedimiento de confiscación. A Diego le cobran así su crítica a este gobierno.

Y cantan las chicharras.

En el Tiznao, por allá por los campos andinos, unos campesinos se aprestaban a sembrar, luego de haber preparado la tierra para ello. No sabían que recibirían la “visita domiciliaria” del INTI, con la orden de parar toda labor hasta tanto ellos, los genios del gobierno, decidan qué se va a sembrar allí y sean ellos mismos, los del gobierno, quienes lo siembren.

Y cantan las chicharras.

Entretanto, Franklin Brito, el productor agropecuario, cumple 144 días de estar recluido en contra de su voluntad y 66 días de que empezó su última huelga de hambre, el 1 de marzo.

Y cantan las chicharras.

En Maracay, el gobierno se coge el Country Club. Así nomás. Sin derecho a pataleo. Es que le gobierno es guapo y apoyao’. Ni la Fiscalía ni los tribunales le ponen preparo. Y por eso en este país el gobierno hace lo que le dé la gana. El asunto va más allá. Leemos en la prensa que Las instalaciones del Country Club de Maracay ya se encuentran bajo el control del Gobierno de Aragua, luego de que el mandatario regional, Rafael Isea, ordenara la recuperación de estos espacios para el disfrute de los venezolanos. El secretario de Gobierno, Carlos Mendoza, dijo en una reunión con la junta directiva de la Asociación Civil Country Club que la decisión del Ejecutivo regional no tiene vuelta atrás. "Ya estos espacios no serán excluyentes". Esa fue su frase, de ese tamaño es su arbitrariedad. Pero el hombre no se queda ahí y pronuncia esta infeliz declaración: "Ese concepto de acciones, afiliaciones, está enmarcado dentro de la propuesta capitalista. Este lugar va a quedar abierto al uso de todas las personas que decidan visitarlo bajo una normativa propia que permita garantizar su conservación; que no es el criterio de exclusión con lo cual se venía trabajando aquí". Condescendiente en su acción, el gobiernito de Isea dice que a los 1200 socios "no les vamos a impedir jamás el uso de estas instalaciones. Por el contrario, los invitamos a sumarse, a participar en mejorar todas estas estructuras compartiendo con el resto del pueblo. El campo de golf y las caballerizas siguen allí con la única diferencia de que no serán exclusivas".

Y cantan las chicharras.

En el país, por todos lados, afloran las protestas. De trabajadores, de madres, de jubilados, de estudiantes, de profesores, de trabajadores del sector informal y un largo etcétera. El gobierno ni pendiente. Ciego, sordo y testarudo.

Y cantan las chicharras.

Quizás las chicharras no están sólo cantando tonadas de amor. Quizás también nos están despertando. El 26 de septiembre hay elecciones. ¿Vamos a dejar que el gobierno pase liso?

jueves, 29 de abril de 2010

El éxito de una mesa


Prometieron y cumplieron. Difícil y ardua tarea la de esos venezolanos que se abocaron con inteligencia y sapiencia al complejo asunto de armar el elenco de candidatos de unidad para las próximas elecciones parlamentarias. Y hablo de sensatez pues tal fue el ingrediente fundamental en la preparación de este cocido criollo democrático. Y también hablo de inteligencia, pues sin ella no se podía estructurar una propuesta de candidatos de tanto nivel como la que se logró.

Claro que hay que aplaudir el gesto de desprendimiento de algunas toldas políticas y personas que cedieron ante otros aspirantes, no porque sean menos valiosos sino porque la ocasión lo exigía. Ellos tendrán futuro y espacio en la democracia que toca reconstruir luego de este destructivo terremoto de autoritarismo que contabiliza ya once años. La gente sabrá reconocer en ellos hidalguía y elegancia, dos virtudes que están ausentes en el adversario.

Claro que hay que fajarse a trabajar durante estos cinco meses en una campaña que no será ni fácil ni igualitaria. El gobierno hará uso de todo su poder y de todos los recursos públicos para desplegar una campaña sórdida, procaz, cargada de odio y resentimiento. Estos meses serán un largo y ardiente verano. En esta campaña todos debemso ser agentes de repetición. No hay que sentarse a ver las olas desde la playita. Hay que mojarse las patas.

Claro que hay que respaldar a la Mesa de Unidad e incluso ir más allá. La Mesa debe continuar más allá de las elecciones parlamentarias y convertirse en tanque de pensamiento de la fracción de Unidad en el próximo Parlamento. ¿Por qué? Bueno, porque los diputados principales y suplentes serán objeto de la más perversa restricción de presupuesto para evitar que puedan tener buenos equipos de trabajo. Entonces, ese trabajo de hormiguita requiere contar con un sólido y preparado apoyo para poder ocuparse de la inmensa carga de trabajo que tendrán los parlamentarios.

Claro que quienes están descontentos pues no fueron elegidos en primarias o designados candidatos por consenso deben, por altura política y por elemental sentido del ridículo, dejar de buscar resquicios por los que colarse. Aquí nadie debe pretender “graduarse por secretaría” o intentar erigirse como “gran elector”. Y menos pretender cambiar las reglas luego que el juego ha terminado. Eso no es democrático.

Claro que la gente en el país está harta. No es para menos. La piel del venezolano está ardida. Es víctima de la inflación galopante, de la inseguridad que reina, del horror de servicios públicos que no sirven, de la corrupción que se roba los dineros que las comunidades precisan para mejorar su calidad de vida. Los ciudadanos de a pie están pagando los platos rotos de una gestión gubernamental “neosifrina” que ha contado con el respaldo ciego, sordo y mudo de una Asamblea Nacional de focas amaestradas que ha estado a la altura del betún. Trabajemos entusiastamente en la campaña, votemos el 26S con convicción. El resto, me perdonan, es paja.

martes, 20 de abril de 2010

Bicentenario a lo Halloween

Notitarde, 25 de abril de 2010

Aquello parecía de Halloween, es decir, de espantos. La Avenida Los Próceres convertida en un camino de aparecidos, en una suerte de maltrecho sambódromo de la decadencia prostibularia en que han tornado nuestra dolorosa historia de patria naciente.

No fui capaz de ver sino cortos y espaciados momentos. No tuve estómago para soportar tal mazamorra de vulgaridad, petulancia y mediocridad. El bicentenario del 19 de abril de 1810, mal contado, convertido en una mamarrachada de uniformes inventados y despliegue de aceitunas rellenas de pimentón con la testa coronada con boinas color sangre. El civismo y el civilismo ausentes. La sensatez de 1810 no se veía por parte alguna. A cambio, lo que se mostró fue un despliegue de militarismo tercermundista.

Pero no contentos con el desfile que ha debido tener como base musical el “Thriller” de Michael Jackson, en la tarde hubo sesión solemne en la Asamblea Nacional. Y como todo el espectáculo era de Halloween, pues escogieron bien para fungir de oradora de orden a quien mejor representa la categoría en la región: Cristina Fernández, presidenta de Argentina. Pongamos de lado que Doña Cristina llegó trajeada con un vestido de quinceañera, con falda tablonada y todo, con peinado a lo modelo de Vogue del siglo pasado y con el rostro tapizado de maquillaje y tieso a punta de tantas inyecciones de botox. Nadie le dijo a Doña Cristina que hay un protocolo a seguir para este tipo de actos. Nadie podía hacerlo. Total, en el actual parlamento lo usual es usar atuendos propios de mercadillos. Las corbatas escasean y más de una vez se ha notado a las flamantes diputadas calzadas con chancletas y a los diputados con las cabezas tocadas con gorras, boinas o sombreros, cuando es de elemental cortesía y educación que los hombres se descubran cuando se hallen en un espacio techado.

No pongamos de lado, sin embargo, la selección de una extranjera para llevar la voz cantante en tan solemne ocasión. Ello fue un insulto a la inteligencia venezolana. Abundan en nuestro país historiadores (e historiadoras) de talla y prestigio que hubieran sabido narrar con precisión historiográfica aquellos sucesos de 1810, ponerlos en el contexto de la época y elaborar académicamente sobre su proyección al futuro. Doña Cristina exhibió con absoluto desparpajo su ignorancia sobre el tema y nos obsequió una de esas escenas de drama de teleculebrón que son su hábito. Ella siempre está “en escena”.

Así las cosas, el bicentenario del 19 de abril de 1810, un acontecimiento de enorme trascendencia, pasa así, no por debajo de la mesa, sino como elefante en cristalería. El gobierno se encargó de vulgarizarlo, de narcotizar nuestra historia.
Seguramente si uno se fija en las muchas tomas realizadas durante el desfile en Los Próceres, los verá a ellos, a los grandes de la patria, con los ojos cerrados, con lágrimas corriendo por sus mejillas y con los puños apretados de la más infinita rabia.

martes, 6 de abril de 2010

Políticamente incorrecta

Lo soy. ¿A qué negarlo? No digo ni escribo las cosas que arrancan aplausos de popularidad. Por eso no soy lo que se conoce como “la reina de los helados”. He dicho muchas veces, y lo sostengo, que uno no se mete en política para hacer amigos. Para ello, el espacio ideal son los clubes, los bares, los restaurantes. La política no es para hacer amistades sino para hacer aliados con quienes en conjunto producir planteamientos renovadores y progresistas, sea como ello pueda ser interpretado por cada cual.

El debate sobre las primarias se ha convertido en un pastoso asunto, una mezcolanza de vanidades de gentes que se bañan con perfumes. Aquí hay un gentío que quiere poltrona. Y que además espeta sin limitación que “lo merece”. Veamos, ¿cómo es la cosa? ¿Es esto un problema de dolores? Pues si a dolores vamos, los puestos en la Asamblea Nacional no son analgésicos. Muy por el contrario, es meterse en dolores mayores, de esos que no ceden al efecto de las drogas.

¿Saben los que reclaman a voz en grito su “derecho” (cuasi divino) que, si resultaren elegidos, por los próximos cinco años deberán olvidarse de vacaciones, días libres, pachangas y demás enseres domésticos? El trabajo supondrá siete días por semana y estar de turno permanente como las farmacias 24 horas al día. Tendrán que ser los primeros en llegar y los últimos en irse. A esas de las cinco de la mañana de cada día, incluyendo sábados, domingos y fiestas de guardar, deberán estar completando la revisión de toda la prensa (nacional, regional e internacional). Nada de apagar el celular ni de dejar sin contestar todas las notas que reciban en sus respectivos correos electrónicos. Además de no poder faltar a ni una sola sesión de la Asamblea, también deberán estar presentes en todas las reuniones de comisiones. A eso hay que sumar la articulación de la bancada de oposición, que será una, puesto que los diputados formarán una sola fracción parlamentaria, de Unidad. Agentes libres, favor abstenerse. Y tengan bien claro que frente a la Asamblea siempre habrá un grupete de malandros cuya única función será insultarlos, escupirlos, lanzarles huevos podridos y obsequiarles todo tipo de vejámenes. Prepárense para los ataques que recibirán de sus colegas del chavismo, que serán capaces de cualquier acto en ese hemiciclo. Para quienes no lo sepan, las focas también muerden. Ah, que no se les olvide que más o menos un 50% de sus ingresos como parlamentarios deberán ser cedidos para sufragar los gastos de ejecución de una estrategia seria en todo el territorio nacional así como de una estrategia internacional. Y por si fuera poco, los diputados deberán asistir a sopotocientas asambleas de ciudadanos.

Quien crea que el trabajo que les espera a los nuevos diputados es una escena de “cheverosidad”, que se lo piense mejor. El asunto será “muy heavy”, como dicen los chamos. Quien crea que podrá lucirse, que se lo piense mejor. Quien crea que podrá llegar tarde, guardar cobarde silencio y tener siempre una excusa para no hacer su trabajo, que se lo piense mejor. Quien crea que podrá “pasar agachado”, que se lo piense mejor.

Lo que vimos y padecimos en el periodo 2000-2005 parecerá un lecho de pétalos de rosa comparado con lo que será la nueva Asamblea Nacional. El parlamento para el nuevo periodo será un escenario de una categoría aún no nominada, que seguramente será motivo de estudio en las escuelas de ciencias políticas en el mundo entero dada su extravagancia.

La pegunta es: todos esos que andan desesperados por las curules parlamentarias, ¿tendrán con qué aguantar, o luego que se sienten se van a convertir en bolsas de oficio?

Yo, la políticamente incorrecta, lo pregunto.

jueves, 1 de abril de 2010

Causa y Consecuencia

Dicen las comadronas y los parteros que, de los gemelos, el primero en nacer es el menor. Así, Causa, por haber nacido de segunda, era mayor que su hermanita Consecuencia.

Nacieron en año bisiesto y, para completar, un 29 de febrero. En los pueblos se dice que alumbrar tal día es mal augurio, pavosería, fortuna al revés. La madre hizo todo lo que pudo para aguantar el paritorio, pero cuando apenas faltaba media hora para la medianoche y el comienzo del 1 de marzo, pues su cuerpo dijo “no más” y ahí, en el ambulatorio del pueblo, se escuchó el primer llantén.

Las niñas crecieron como todos los gemelos, juntas y peleando sin parar. Causa era más rebelde y creía que había que llevarse todo lo establecido por delante y comerse el mundo entero a bocados. Consecuencia era más prudente, más cauta, más dada a pensar las cosas dos veces.

Causa era la que se escapaba del colegio, la que rayaba las paredes, la que le contestaba a la maestra. Ella misma se calificaba de “revolucionaria”. Consecuencia asistía a todas las clases, tenía buenas notas y era amable con profesores y mayores.

“No veo qué tiene de revolucionario andar por ahí destruyendo e irritando a la gente. Revolucionario es luchar por el bien, por la justicia, por el pueblo”, decía Consecuencia.

“Pues para construir hay que hacer añicos todo lo que existe, quemar todo y cuando ya todo esté destruido, pues entonces construir lo nuevo, con el hombre nuevo”, replicaba Causa a voz en grito.

Un día había elecciones. Ambas eran candidatas. Causa se las ingenió para regalar medallitas de oro falso. Besuqueaba viejos y niños y prometía maravillas. Consecuencia, por el contrario, tenía una campaña austera y basada en lo que ella consideraba más valioso: la verdad. “Mentir es malo, es inmoral, es pecado. A las personas hay que decirles la verdad, no engañarlas, no prometer cosas que luego no se pueden cumplir. Que de mentiras y promesas incumplidas ya hemos tenido demasiado”, decía Consecuencia con voz de decencia.

“Pero esta Consecuencia sí es bolsa. Yo al pueblo lo tengo comiendo en la mano. Les doy lo que quieren, migajas de pan y mucho circo. Así se ganan elecciones”, pensó Causa.

Y llegó el día de la fiesta electoral. Causa sacó a todos sus amigotes malandros para la calle. Y cuando la gente llegaba a los lugares de votación, los malandros “causistas” les mostraban lo que tenían en las manos: en la una, un fajo de papelitos que decían que con ellos podrían comprar de todo y a precios bajísimos. En la otra, un garrote. El mensaje era claro.

El equipo de Consecuencia llegó a los centros electorales y en las colas le daban a las gentes unos volanticos en los que podía leerse: “No somos más libres ni más ricos si compramos oro falso. No te dejes engañar. Vota con tu conciencia, tu inteligencia y tu corazón.”

En la nochecita, el organismo electoral tardaba en dar los resultados. La ciudadanía estaba inquieta. Los “causistas” pulían sus garrotes. Los “consecuencistas” tomaban guarapito y limpiaban las aceras.

Cuando a esas de las once de la noche en la televisión salió el mensaje que anunciaba cadena, todos se pararon frente al aparato, en silencio. Apareció el caballito y la bandera. “Esta es una cadena nacional del Ministerio……” En escena, la periquera de siempre, los periodistas buscando el mejor puesto, los directivos dándose bomba para llegar a sentarse en el presidium montado para la ocasión.

La presidenta del organismo electoral se sentó frente al micrófono. Tomó agua. Aclaró la voz. La atmósfera podía cortarse con cuchillo.

“Ciudadanas, ciudadanos, en el día de hoy hemos tenido un ejemplar proceso electoral… (bla, bla, bla)… Ha imperado el civismo… (bla, bla, bla)… Computado el 83% de los votos, los resultados son…”

Y entonces, sin aviso previo, se fue la luz en todo el territorio nacional.

martes, 30 de marzo de 2010

Cuando la ira es pecado

Dicen que tiene miedo, que está desesperado, que ve fantasmas por todos los rincones. Si bien es cierto que a la paranoia la tiene instalada entre pecho y espalda, en esta ocasión el pánico no es lo que lo está atormentando. Es más bien prisionero de la más sorda ira.

Le llevan la contraria. Y eso, para él, es traición de lesa patria, de la imperdonable. Le dicen que está metiendo la pata, que ya se le ve mofletudo y ajado. Arde en furia. Le aconsejan que haga dieta, que deje de disfrazarse de aceituna rellena con pimentón, que eso no se ve bien en un presidente “civilista”. Los gritos retumban en todo el territorio nacional. ¿Cómo alguien puede atreverse a semejante monserga? Los civiles son poca cosa; nada como ser un militar. “Pero es que lo llaman milico”, le advierten. Cierra el puño y siente la daga de la gastritis.

“Presidente, según todas las encuestas su popularidad está bajando. Y además ya le están responsabilizando por todo, por lo del agua, lo de la electricidad, lo de la inseguridad, lo del alto costo de la vida”, le dice uno de la sala situacional.

“¡Pero si a mí el pueblo me adora!”, replica enfurecido.

“Sí, pero amor con hambre no dura.”

“¡Pero si hasta le quité a los franceses la cadena Éxito, para que regalen comida!”

“Sí, presidente, pero no alcanza. Tuvimos que liberar los precios de muchos alimentos, porque si no caíamos en desabastecimiento.”

“Voy a decretar libre toda la Semana Santa. Si no hay pan, que haya circo. ¡Jaua, tráeme café!”

Los militares, otrora bien vistos, hoy son una casta que “goza” de la peor reputación. Su magnífico prestigio de antaño ya se hizo añicos. No sólo lucen como arrogantes y soberbios, con cara de boliolicarcas, engordando como el comandante/presidente sino que los ciudadanos se han dado cuenta que esos en quienes la república invirtió cuantiosos montos en educación pues resulta que, a la hora de gerenciar lo público, raspan el examen y queda en evidencia su mediocridad. Son como el jefe que está en Miraflores: simplemente incompetentes.

La furia lo consume. La CIDH se manda con un informe catastrófico. La SIP se reúne en Aruba y los mentecatos que envió para que argumentaran no supieron hacer el mandado. El lío del agua y de la electricidad crece y la gente se queja ya abiertamente. La inflación galopante ya no hay manera de taparla. Los hospitales y ambulatorios hacen crisis por todas partes. Cada semana los muertos por asesinatos se cuentan por centenas. Y el ministro del área sólo le da excusas.

Y todos los jalamecates del partido le adulan para que les garantice curul en la Asamblea.

La corrupción se esparce como verdolaga. Y lo único que escucha son pretextos.

Marcel sigue denunciando, con esa cara de buena gente y con su voz que jamás se exalta.

Y el Aló Ciudadano tiene mucho más rating que cualquiera de los Aló Presidente.

Para colmo, se va Uribe pero, caraj, llega Juan Manuel Santos, que es peor, porque ni siquiera es paisa. Este es cachaco, nacido en la mera Santafé de Bogotá. Y la maldita computadora de Reyes sigue cantando infidencias. Y estalló el lío del juez ese de la Audiencia Nacional, el tal Eloy Velazco. FARC, ETA…

Y Obama, que no es el negrito del batey sino el presidente del imperio, no le responde a sus insultos. Manda a subalternos del Departamento de Estado a pronunciarse. Y sigue sin llegar la invitación a la Casa Blanca.

Tuvo que agenciarle un cargo bien pagado al tal Mel. Semejante mangasmeás con sombrero de terrateniente y bigotes teñidos que se dejó quitar el coroto.

Y por si fuera poco, el salto de talanquera de Falcón, el único buen gobernador que tenía, el único que servía, quien además habla sin decir que se declara en su contra. Le provoca decirle que sea varón, pero si lo hace la gente de lo que se va a acordar es del episodio cuando Uribe se lo dijo a él en su mismísima cara y frente a un montón de dignatarios. La ira se le transforma en odio. Y no hay ya pepas ni bebedizos para calmarle la gastritis punzopenetrante que le corroe las entrañas.

Ah, pero le entra un fresquito en medio de este calorón. ¡Uf, qué placer ver que al tal Álvarez Paz lo encanaron! Recuerda bien que en 1992 se atrevió a enfrentar la insurrección. Alguien, en la pata de la oreja, le susurra: “Presidente, lo de Álvarez Paz le puede traer muchos problemas. Los demócrata-cristianos van a poner el grito en el cielo. Y mire que no son pocos y los hay en los cinco continentes. Se están violando varios derechos y además juzgarlo encarcelado viola el debido proceso. Y con Álvarez Paz ya van 33 presos políticos”. “Me importa un comino. Que los escuálidos chillen lo que les dé la gana. Preso está y preso se queda”, responde con una risita. “Sí, pero la CIDH se va a pronunciar, de eso podemos estar seguros, porque además le recuerdo que fue diputado, presidente de la cámara de diputados, gobernador del estado Zulia, candidato presidencial”, le advierten. “¡Que se vayan a lavar ese paltó!... Llamen a Insulza y cóbrenle el favor de haber votado por él y de no haberle montado otro candidato en frente. Es más, vayan a ver qué hacen con Guillermo Zuloaga, que supe que dijo algo allá en la reunión de la SIP que no me gustó.”

Las elecciones están a pata de mingo. ¿Y si pierde? ¿Y si el babalao cubano que le predijo que sería el mandamás hasta el año dos mil no sé cuántos leyó mal los caracoles? Porque incluso ganando más curules que la oposición puede perder. Y no se ve por ninguna parte que los escuálidos anden pensando en no participar. Tal parece que no van a volver a pisar esa concha de mango como lo hicieron en 2000. Menos mal que de por medio está el mundial de fútbol, a ver si los fulanos de la Mesa de Unidad se dedican a jalar caña y a ver los partidos. “No creo, presidente. Con todo y fútbol los de la mesa de unidad y los candidatos van a hacer campaña, y si tienen que caminarse cada centímetro de territorio del país lo harán”, le dice uno de sus estrategas.

Reúne a la tropa, es decir, a sus ministros y demás “sigüíes”. Todos ponen cara de lo que son, una sarta de inútiles, una manga de oportunistas buenos para nada. “¡Inventen algo!”, ordena iracundo. Y todos se miran los unos a los otros. Viven en la tierra del verde jengibre. “¡Sirvan para algo. Quiero agua, quiero electricidad, quiero que acaben con los malandros! ¿En qué idioma se los tengo que decir? ¡Quiero ganar las elecciones! Y les advierto, si los resultados no son como yo quiero que sean, voy a cortar oreja y rabo… Jaua, tráeme café.”

La ira lo consume. La suya no es sólo una emoción mal llevada, es pecado y de esos que llaman “capital”. Claro, para eso también hay cura. La primera por casa de los curas, pero esos a quienes él tanto insulta, como Monseñor Lückert, porque lo de él es enfermedad del alma. Y la segunda, por casa de los loqueros, perdón, quise decir los psiquiatras, que prescriben terapia y farmacopea para ese tipo de dolencias.

Es Semana Santa. Recemos.

martes, 9 de marzo de 2010

A mí me pasa lo mismo que a usted

Leo la prensa, escucho la radio, veo la televisión, reviso internet, leo mi correspondencia. Y sí, a mí me pasa lo mismo que a usted. Estoy harta de tanto pleito vacío, de tanta insultadera, de tanta frase hueca. Estoy hasta la coronilla de discursos inflamatorios, de esta gesta dizque heroica, de las boinas y los disfraces de aceituna rellena de pimentón.

Estoy cansada de un gobierno que no ha servido para nada y que no da señales de alguna vez servir para algo, como no sea para sistemáticamente destruir. Estoy hastiada de un Parlamento Nacional fracasado e intelectualmente escaso, integrado por focas amaestradas.

Ya no soporto más las declaraciones insípidas de la Defensora del Pueblo, a quien el cargo, al cual llegó por carambola, vaya si le queda grande. Encuentro francamente intolerable que la presidenta del Tribunal Supremo de Justicia sea una mujer sin carácter ni personalidad, inodora e incolora, que es apenas una voz que repite lo que le dictan desde Miraflores y que, a pesar de la millonada que recibe por su mal trabajo, es responsable porque en Venezuela la justicia simplemente no exista.
No puedo más con esos señoritingos como el Presidente del Instituto Nacional de Estadísticas, un pésimo personaje de peor novela que habla de la inflación y de los patéticos índices económicos de Venezuela como si aquí todo estuviera de maravilla. Cómo se nota que ese señor en su vida pisa un mercado, ni hace la compra, ni sabe cómo tenemos que hacer magia para sobrevivir los millones que no tenemos una chamba tan bien pagada como la de él.

Me produce nausea leer o escuchar a José Vicente Rangel, con su farsa dominguera en televisión y sus necedades en el Diario Vea en el que escribe con la cobardía del seudónimo “Marciano”.

Me revuelve el estómago cada una de las marramuncias que hace Diosdado Cabello para triturar a la gente de RCTV. Cómo se le nota que lo único que siente es envidia, porque ni naciendo de nuevo podría llegarle ni por las patas a Marcel Granier.

Carezco de tolerancia para la estupidez y la brutalidad que exhibe con desparpajo el nuevo Vicepresidente Elías Jaua, el rey de la improvisación.

Me enfurece ver a la plana mayor del gobierno nacional hablando paja sobre la inseguridad, cuando ellos son los responsables de que en este país vivir ya sea un caso de suerte.

Me indigna el señor ministro del poder popular de interior y justicia, quien con su cara tan lavada declara pomposamente sobre el sistema penitenciario venezolano como si éste fuera una sucursal de Disneylandia y no una puesta en escena más dramática que Los Miserables de Víctor Hugo.

Se me acabó la paciencia tipo Job para aguantar las sandeces de la regordeta presidenta de Venezolana de Televisión.

Me irrita ver al Canciller Maduro y al Presidente de la República insultando a todos los mandatarios que no les hacen reverencias.

Me resulta intragable la vulgaridad y la patanería del tipo ese de La Hojilla.
Me acalora sintonizar ANTV cuando están en sesiones porque no puedo creer que en un solo lugar quepa tanta sumisión y desvergüenza.

No hago chistes sobre este gobierno no porque haya perdido el sentido del humor, sino porque creo ningún chiste puede superar a este sainete que vivimos.

Me motiva ver a nuestros jóvenes luchando por un país que heredaron hecho trizas.

Me inspira ver a las familias de los presos políticos que no desmayan.

Me reconcilia ver que los partidos políticos de oposición hacen esfuerzos denodados por llegar a acuerdos de unidad, a pesar de los muchos contratiempos y las muchas críticas oportunistas que les hacen.

Me emociona ver a los gobiernos regionales y municipales de oposición echándole un camión de ganas y trabajando sin descanso por la población, a pesar de los ataques inmorales que reciben del gobierno nacional y las infamias de las que son todos los días objeto.

Me entusiasma sentir que todos estos largos años de lucha comienzan a dar frutos.
Como ve, amigo lector, a mí me pasa lo mismo que a usted.

Por eso y muchas cosas más, este año el dulce de lechoza me lo comeré en septiembre.

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miércoles, 3 de marzo de 2010

Puedo escribir los versos más tristes esta noche




Escribir, por ejemplo: «La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos».
El viento de la noche gira en el cielo y canta.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Seguramente, los chilenos hoy necesitan, como nunca, a su Pablo Neruda, para que les escriba versos tristes. La tierra rugió; la mar invadió; la gente sufrió. Y sufre, camina como alma en pena por parajes llenos de escombros y olor a tragedia.

Lo llaman el país más largo del mundo. Flaco, pero largo. Lleva sobre sus hombros una historia de reciedumbre, de coraje, de dolor y empeño. Una y otra vez, los chilenos se han levantado de entre la destrucción para construir una patria que lo sea para todos. Han sufrido dolores viejos y dolores nuevos. Han sentido sobre sus espaldas los latigazos de la dictadura. Y se han levantado, haciendo del Chile de hoy una de las democracias más sensatas e inteligentes del planeta. Llevan años lamiéndose las heridas y curándose angustias.

Hoy las “guagüitas” lloran. Sus madres las acunan en su pecho, a ver si el llanto se agota y logran dormir el sueño de los inocentes. Los pescadores miran el mar. Y se preguntan: ¿por qué tú, inmenso mar, que me das de comer todos los días, hoy te enfureciste y quisiste arrancarme la vida? Más allá, en las ciudades, las parejas jóvenes quieren entender por qué la tierra se sacudió destrozando sus años de esfuerzo. Los mayores, esos a quienes otrora se les llamaba ancianos, quieren llorar y no pueden. El alma les dice que tienen que dar ejemplo.

“Fuerza, Chile” dice una pancarta que veo en la televisión. Hay que inyectar esperanza. “Unidos nos levantaremos”. Sabia y sentida frase que no tiene sabor a lugar común sino a convicción de pueblo.

“Estamos aquí, con mi hija de siete años apenitas, para que caundo sea mayor pueda decir que sus papás, luego del terremoto, se quitaron la mugre y empezaron a limpiar escombros y a reconstruir”. Eso declara a la televisión una muchacha de unos treinta años en Concepción. Valiente.

Los uniformados están en la calle. Costó tomar la decisión. Fueron muchos años de temerles, muchos los años de sentir que eran enemigos. Hoy son los protectores. No los dueños. Son los que vienen para responder a la necesidad de socorro. Una minoría de saqueadores y pillos de la peor calaña pretendieron hacer fiesta oportunista en medio del dolor colectivo. Los chilenos dijeron No.

Veo las imágenes en la televisión. Al más duro se le tiene que partir el corazón. Tengo en mi portafolio de querencias a varios chilenos. Algunos vivieron en Venezuela y nos quieren. Mucho han pensado en nosotros cuando la angustia nos ha tocado la puerta. Hoy cuando el dolor les entró de golpe de madrugada, nuestros rezos están con ellos. Su tristeza la hacemos nuestra.

En alguna parte, entre las nubes de algodón de azúcar, Pablo Neruda mira hacia abajo, hacia su tierra. “Puedo escribir los versos más tristes esta noche”, dice el gran poeta. Es su forma de llorar.

martes, 2 de marzo de 2010

“Símiamor”

Como andamos en tiempos electorales, y aunque ello sea violación a las leyes que rigen la materia, se multiplicarán las cadenas del “comandantepresidente”. De seguro en ellas nos sorprenderá con algo, pero en líneas generales nos aburrirá como sólo él sabe hacer. Algunos habremos de calarnos las interminables horas de su tóxico verbo, no por gusto sino por razones de trabajo, y seremos testigos de no pocas gracias de las focas domesticadas que constituyen el “espontáneo” público. Veremos algunos gestos de admiración, algunas risas, algunas caras lánguidas, algunas improvisaciones y muchas inclinaciones de cuello. Es decir, rutina.

“Como usted ordene, mi comandante”, “… así será, mi comandante”. Frases así son pan de cada día en este país. No son dichas tan sólo por miembros de las FAN, que si a ver vamos alguna justificación tendría. Son harto más frecuentes en los civiles en puestos gubernamentales y de estado. En este circo, todos estás amaestrados.

El presidente no gobierna. Comanda. Gira órdenes que deben ser acatadas al punto, so pena de vejación pública o hasta destitución ipso facto. Eso no debe sorprendernos dada la inexistente educación civilista del que te conté. Lo que asombra y ofende es ver a civiles acatando órdenes como si fueren pulgas de circo. Peor aún es ver a mujeres sometidas por el macho con botas y dejándose ningunear como si estuviéramos en tiempos de Trucutrú.

No importa si es el Palacio Legislativo, la Plaza Bolívar, el páramo andino o una calurosa avenida de Barquisimeto. El “jefe” no ha terminado de dar una orden cuando el interfecto pone de cara de cachorrito en adiestramiento y procede a soltar alguna frase que revele su domesticación. La cosa se enreda cuando el asunto es de regaño. Entonces el aludido pasa aceite. Puede verse nudos en su garganta y alguna lagrimita lucha por mantenerse en el ojo. Tienen razón en su sumisión. De no complacer al mandamás, pueden pasar de “protegidos” a “descastados”. Y como fuera del gobierno no conseguirían chamba ni de peladores de mandarinas, la “jalada” está justificada. Es trágico un país donde sus funcionarios públicos sean piñatas pintadas de rojo. Es tal la sumisión que cualquier día de éstos ante una orden del jefe les va a traicionar el subconsciente y la respuesta será “símiamor”.

lunes, 1 de marzo de 2010

"Tengo que sobrevivir" - Germán García Velutini


El jueves 25 la familia Fe y Alegría celebró una Eucaristía de Acción de Gracias por la reciente liberación del Sr. Germán García Velutini, miembro de la Junta Directiva de esa institución, quien fue secuestrado ese mismo día del año anterior. La homilía corrió a cargo del P. Manuel Aristorena (Piedra) y del mismo Germán. A continuación publicamos las palabras de Germán:

«Al analizar que estaba secuestrado, lo primero que se me ocurrió fue dar gracias a Dios por haberme dado 54 años de vida feliz, con una familia excepcional y que, quizás, era el momento de tiempos difíciles y de sufrimiento. Que ese sufrimiento debía ofrecerlo a Dios en mi corazón y por muchas personas que, en ese instante, transitaban por situaciones más difíciles que las mías. Pedí a nuestro Señor que me diera la fe y la fortaleza necesaria para afrontar esta nueva circunstancia de mi vida y para que también, a toda mi familia, en especial a mis hijos e hijas, les diera esa fe y fortaleza que iban a necesitar. Pedí a mis captores que me dieran una Biblia, a lo que accedieron, y a los pocos días me la entregaron. Comencé a leer, empezando por los Evangelios, las cartas de los apóstoles, el Antiguo Testamento, y así de marzo a agosto la Palabra de Dios fue mi compañía durante muchas horas al día. Y descubrí que hablamos a Dios cuando rezamos y que oímos a Dios, que nuestro Señor nos habla, cuando aceptamos SU inspiración, cuando dejamos guiarnos por EL, cuando leemos sus palabras. Más de una vez, asaltado por una duda o por un interrogante, y mientras pensaba, me sucedía que al día siguiente o algunos días después recibía respuesta; un pensamiento, una lectura. Así conseguía una paz que me es imposible explicar, paz que sólo se siente internamente. Y en esos momentos, una inmensa felicidad de estar con Nuestro Señor se hacía presente.

Les cito un par de ejemplos:

Al comienzo del cautiverio estaba sumamente deprimido por considerarme una “mercancía”. Analicé lo humillante de un canje Persona vs. Dinero. Me preguntaba: ¿Por qué me ocurrió esto a mí, qué sentido tenía este encierro? La respuesta de Papa Dios no hizo esperar: Los secuestradores me enseñaron la noticia de la rueda de prensa de Fe y Alegría. Y me dije: Allá afuera hay gente esperando a que regrese. Tengo que sobrevivir. En una de las cartas de San Pablo leí ese mismo día: Dios coloca a cada miembro de la iglesia en el sitio que le corresponde. Y me dije: mi sitio es ahora y aquí, rezando por mi prójimo. Desde ese momento mi vida adquirió un sentido positivo: que, aunque solo y sin hablar con nadie, podía hacer algo útil por los demás. Supe que mi oración llegaba a las personas de afuera, de ustedes, me mantenía con fuerzas.

Otro momento fue a finales de agosto. Por alguna razón, me quitaron todas las lecturas, la colchoneta que tenía, y me redujeron las comidas. Pasé un par de días, muy largos, buscando cómo podía sacarle provecho a esa situación. Le pedí a Dios su ayuda. De nuevo su respuesta: Se me ocurrió, como había leído y releído tantas veces la Palabra de Dios, volverla a leer en mi mente. Pese a mi mala memoria, no sólo leí sino que analicé la razón de ser y el porqué de pasajes que recordaba, les busqué aplicación para mi vida. Nuestro Señor me dio la memoria, me dio SU COMPAÑÍA y la compañía de Nuestra Madre Querida, la Virgen, para acompañarme día a día.
Me llenó la certeza que mi vida solitaria, sin mediar palabra con nadie, tenía un sentido. Que lo importante en la vida es servir a nuestro prójimo, y que nuestra oración llega a los demás. Que sí hay una comunicación espiritual con Dios y con todos ustedes, y que esa oración es una forma de servir a los demás. En diciembre me volvieron a dar la Biblia y, además, me regalaron una estampa de San Miguel Arcángel. Este hecho me convenció que los secuestradores también son hijos de Dios y que no nos corresponde a nosotros juzgarlos. Que, para evitar situaciones similares a ésta y transformar a las personas, el camino no es la represión ni la venganza. Que el camino es la enseñanza de la Fe y el Evangelio a niños y jóvenes. Es aceptar a Dios en nuestros corazones y llevarlo al corazón de nuestros niños y jóvenes. Es pedir a Dios que nos cuide y bendiga para que estemos completamente unidos entre nosotros y con Jesucristo, y así demostrar que a través de una Fe y Alegría podemos construir un mundo mejor.»

jueves, 18 de febrero de 2010

Mentiras que parecen verdades


Muchas veces caemos en las trampas de las mentiras por la sencilla razón que necesitamos creerlas, acaso porque confrontar las verdades nos resultaría francamente insoportable, intragable y hasta bochornoso. Pero el que la ingenuidad nos tome por su cuenta, nos revuelque una y otra vez, nos queme la piel, no disculpa en modo alguno a los mentirosos, y menos si sus mentiras tienen que ver con nuestra calidad de vida.

No hay mentiras buenas o blancas cuando se trata del ejercicio de gobierno. Engañar a los ciudadanos, embaucarlos, presentar cifras falsas o adornadas, todo eso es estafa política… y de la peor factura.

¿Cuántos venezolanos creyeron en la miles de promesas bonitas repetidas hasta el cansancio en programas de televisión y en cadenas nacionales? ¿Cuántos venezolanos compraron los juramentos y estuvieron dispuestos a esperar y esperar? ¿Cuántos se rindieron ante la magia de un hombre desplegada en caminos mediáticos asfaltados con millones de dólares?

Yo, que jamás creí en el hombre ese y que lo adverso desde que apareció en la escena aquel patético día de febrero de 1992, creo sin embargo que la ingenuidad de millones no puede ser penalizada con el “los pueblos tienen el gobierno que merecen”. No creo que pueda disculparse por esa vía el oportunismo rampante en que se montaron algunos cientos para exprimir a un pueblo cuyo único pecado ha sido creer con fe en las mentiras de abusadores y destructores de la democracia.

La gente está justificadamente decepcionada. Le prometieron villas y castillos, felicidad y progreso, y lo que ve es un país seco, oscuro y agrietado comandado por una sarta de ineptos y de corruptos. A la gente le prometieron igualdad y lo que ve es aumento de la ranchificación. Le prometieron educación de calidad y lo que recibe es pura mediocridad, puro 10 es nota y lo demás es lujo. Le prometieron un sistema de salud que sería la envidia hasta de los canadienses. A cambio, le entregaron un peor es nada, un sálvese quien pueda. Le juraron que habría desarrollo y hoy en Venezuela lo que abunda es la quiebra de empresas y la expropiación ilegal y una economía que debería ser boyante está más bien abollada. A los venezolanos les prometieron seguridad y hoy el mayor lujo del que alguien puede presumir es el de llegar vivo de vuelta a casa.

Y del desastre de la electricidad y el agua, eso no hay cómo describirlo. ¡Es que no son más inútiles porque no entrenan! ¿Será que creen que si no hay luz no veremos sus incompetencias?

Hay que poner las cargas de la responsabilidad sobre los hombros de quien toca. Dejar de echarle la culpa al pueblo.

Por tanto, a la frase “¡que se frieguen!” (que escucho y leo con demasiada frecuencia), sólo cabe una respuesta: “no, que el castigo vaya para el verdadero culpable”. Lo contrario es autogol, o como se dice en los pueblos, escupir para arriba.

Las próximas elecciones son precisamente eso, una oportunidad magnífica para pasar factura, para regañar y castigar. Sacar a una buena parte de los diputados manganzones de esas curules que ellos han tomado por asalto y convertido en cuevas de Alí Babá es la meta. Pero el objetivo es sentar a gente seria, preparada, honesta, y caraj…., decente.

Haga un ejercicio, amigo lector. Sintonice ANTV los martes y los jueves, y vea completica una sesión de cámara. Verá la clase de diputados que hacen la mayoría y que junto con la camarilla de Miraflores llevan este país por el camino de la amargura. Entenderá por qué le digo que a las focas domesticadas hay que sacarles tarjeta roja y darles boleto de partida para no volver.

jueves, 11 de febrero de 2010

El egócrata

“Exprópiese”, grito orgullosamente el egócrata mientras se pasillaneaba muy “forondo” por la plaza aquella soleada mañana de domingo. Miraba para todos lados, y la sonrisa la exhibía sin reparos, como para que no quedara dudas sobre el placer que estaba sintiendo al confirmar que sus deseos serían cumplidos de inmediato, sin rechistar, por el subalterno alcalde capitalino.

Digno para un estudio de Freud, el egócrata está absolutamente persuadido que el país no sólo le pertenece, sino que sus habitantes deben agradecer que les conceda graciosamente la oportunidad de vivir en él y además de disfrutar de su compañía. Suele hablar en primera persona del singular. El es el protagonista. Todo gira en torno a él. El es el pueblo. El pueblo es de él.

El egócrata hace las leyes, y como las hace tiene además el derecho a violarlas cuando y cuanto le parezca y en el modo en que quiera. Vive y se alimenta de golpes de efecto, disfrazados de golpes de afecto. Su lenguaje es rabioso y virulento. Vive de batalla en batalla, de guerra en guerra, de golpe en golpe. Habla de amor con la daga en la mano.

El egócrata se cree superior, pero en realidad padece severo complejo de inferioridad, un sentimiento en el cual de un modo u otro una persona se siente de menor valor que los demás y hace todo lo posible para disimularlo. Al egócrata le gusta llamar la atención hacia sí mismo. Gusta destruir la imagen de otros para resaltar la suya. Muestra y abusa de su autoridad sobre los más indefensos y está obsesionado con el poder. Siente envidia hacia otros, muy en particular hacia quienes estando en posición de autoridad le ignoran.

El tiene que marcar la agenda. Más aún, él es la agenda. Hará cualquier cosa por convertirse en el foco de atención. Nada le produce más desazón que no estar en la primera plana de los periódicos.

El egócrata usa los instrumentos de la democracia para establecer su egocracia. Es perfectamente capaz de torcer el significado de cualquier precepto constitucional, cualquier ley del rango que sea, cualquier decreto, cualquier reglamento para hacerlos calzar con sus caprichos y deseos.

Para el egócrata dormir o descansar es peligroso. Si lo hace, corre el riesgo que alguien pueda intentar quitarle el poder. En su paranoia, ve fantasmas por todas partes, escondidos en los resquicios. Desconfía de todos y de todo.

El egócrata convierte el ejercicio gubernamental democrático en una pantomima, en un sainete de pésima escritura. En su proceso de alucinación constante, no se percata que lleva en su interior la destrucción, y además, la autodestrucción.

Camina el egócrata hacia su propio infierno, ése en el que se consumirán su yo, su ego y superego. Y entonces, sólo entonces, dejará de construir infiernos. Y entonces, sólo entonces, ese país doned el egócrata manda podrá volver a florecer desde las cenizas.

viernes, 5 de febrero de 2010

¡Bienvenido seas, Germán!


Durante los casi 365 días que estuviste secuestrado, hice lo púnico que podía hacer: rezar. Al San Antonio le pedía por ti, para que te diera la fortaleza y la fe que te era imprescindible para aguantar. Le pedía por tu familia, tu mamá, tus hermanos, tus hijos y tu larga y tan unida parentela, para que no perdieran jamás la esperanza. Le pedía por nosotros, tus amigos, para que no cayéramos en el horror de acostumbrarnos a tu ausencia y te extrañáramos sin cesar. Todos los días encendía una vela. Quería pensar que Dios y San Antonio escuchaban mis plegarias. Recurrí también a nuestro gran poeta, el dulce Andrés Eloy. Buscaba en sus versos la frase, la palabra, el verbo que pudiera describir con precisión la angustia que se me había estacionado en el alma.

Hoy estás de vuelta. Y mis lágrimas, antes de dolor, son ahora de alegría. Son de fe y alegría. Y otro poeta acude en mi auxilio. Tú sabes que yo siempre ando leyendo versos. No ahora, que cada mes me tengo que pintar las canas, sino desde esa época en la que tú y yo éramos adolescentes. Me permito la licencia de tomar unos versos de Benedetti, y adaptarlos. Los leo y pienso en ti.

Se me ocurre que vas a llegar distinto
no exactamente más lindo
ni más fuerte
ni más dócil
ni más cauto
tan solo que vas a llegar distinto
tu rostro es la vanguardia
tal vez llega primero
no olvides que tu rostro
mira como pueblo
sonríe y rabia y canta
como pueblo
y eso te da una lumbre
inapagable
ahora no tengo dudas
vas a llegar distinto y con señales
con nuevas
con hondura
con franqueza


Bienvenido, querido amigo. Bienvenido.

miércoles, 3 de febrero de 2010

Ciego, sordo y testarudo

Si Chávez hubiera hecho caso durante todos estos años a nuestros muchos consejos, hoy tendría un mejor gobierno y estaría sólido, al punto que hoy podría, como Uribe, darse el lujo de escoger si reelegirse o no. Y ya habría pasado a ocupar el sitial que reserva la historia a los triunfadores. Gozaría del respeto nacional e internacional. Pero no. Pudo más su tozudez, sus caprichos, sus manías, su desmesurada egolatría, su inagotable y rutilante egocentrismo.

Nada de lo que está ocurriendo sorprende. Todo le fue advertido, a viva voz y por escrito. Se le dijo, en todos los tonos y modos, que tanto en la abundancia como en la escasez la eficiencia del gobierno en la gestión pública marcaría la diferencia entre el éxito y el fracaso. Que su revolución fallaría si no producía algo más que un espejismo revanchista. Se le advirtió que convertirse en una suerte de Robin Hood de la tropicalidad sólo le conduciría al más contundente y estrepitoso fallo, aunque el brillo de los aplausos confundiera. No entendió que, como dijo Balzac, “la fama es el sol de los muertos”. Se le dijo que destruir el aparato productivo nacional y estatizar hasta las arepas sólo llevaría al país, y a su gobierno, a una situación de quiebra técnica. Se le aconsejó mirar hacia adentro y dejar de regalar los dineros públicos a otras naciones mientras en el país hubiese tanta penuria. Se le ofrecieron cientos de planes para elevar la calidad de vida de los venezolanos, miles de programas para combatir la inseguridad, docenas de documentos contentivos de análisis situacionales, toneladas de proyectos inteligentes para combatir la corrupción, montañas de planes para convertir el sistema de justicia en uno que cumpliera su cometido. Tantos y tantos fueron los intentos de aportar soluciones por parte de la oposición que no pocas veces fuimos acusados de “colaboracionistas”. Nuestras denuncias siempre estuvieron preñadas de propuestas. Me consta. Yo misma he formado parte de esa oposición “proposicionista”.

Chávez se negó a ver. Fue ciego ante lo que la realidad le ponía frente a sus ojos. Se negó a escuchar. Fue sordo ante los muy sonoros llamados de la sociedad a la rectificación. No contento con ello, se empecinó en un pleito inútil y en un torbellino de pasiones insulsas que hoy le pasan costosas facturas. Fue testarudo. Hoy el pueblo siente hartazgo, desilusión. Uno camina por cualquier parte, y escucha sin parar el “yo creía”, conjugación del verbo creer en el más imperfecto de los pretéritos. Pero en lugar de entender la situación, en vez de detenerse a pensar y a meditar, Chávez eleva su ego. Se enfurece y en su paranoia ve fantasmas por doquier. Cree que Miraflores es el Olimpo. En su desgastado “por ahora”, es tal su incapacidad para evaluar la realidad que cree que nada hemos aprendido en estos años de desdicha. Se equivoca.

lunes, 11 de enero de 2010

Un documental vergonzoso

Pintar a las FARC como si fuera un grupete que luce como una comuna hippie de los años 60 es, por decir lo menos, un atentado a la inteligencia, un insulto desmedido a la cordura y la dignidad. El documental estrenado recientemente en la ciudad de Buenos Aires presenta a los terroristas asesinos de las FARC como si en lugar de ser lo que son, una manga de salvajes, fuesen un coro de arcángeles dedicados a la siembra y cultivo de cacao, café y lulo.

El asunto no es leve ni debe ser tomado a la ligera. Que los asistentes al estreno de tan asquerosa pieza de cine documental salgan de la sala festejando no sólo a la producción cinematográfica sino en sí a los homicidas de las FARC es una ignominia, una bofetada a un pueblo que como el colombiano lleva años viendo como la tierra se empapa con la sangre de las víctimas de los horrores cometidos por estos delincuentes. El gobierno de Argentina y también el gobierno de la ciudad de Buenos Aires deben actuar. Contundentemente. Sin contemplaciones. Una cosa es la libertad de expresión y otra muy distinta la apología y fomento del delito, que es lo que en pocas palabras constituye el documental en cuestión.

Para más drama, la pieza no lleva las firmas de sus productores. Hasta cobardes son sus realizadores. Se esconden tras nombres como “Frida Kahlo” y “Jean Paul Sartre”. La coordinadora del festival documental se lava las manos aduciendo que ellos nos censuran a nadie. Vaya, pues. La señora con semejante argumento se erige en cómplice de la atrocidad. De imbéciles está poblado el mundo.

Los colombianos están indignados. Les sobra razón. Las FARC no son ejemplo de dignidad. Son unos asesinos. Matan, secuestran, siembran a Colombia de bombas y dolores. Son causantes de que muchas familias vivan en zozobra, que tengan el alma hundida en el sufrimiento. Mal haremos en dejar pasar esto. La protesta debe ser generalizada en todo el continente y allende los mares. Callar ante esto es acolitar a los asesinos.

Colombia está habitada por héroes. Y no me refiero tan sólo a sus valientes Fuerzas Armadas y a su sólida Policía Nacional. Me refiero también a sus ciudadanos, quienes a pesar de las FARC logran construir un futuro. Yo los respeto, los admiro y, sí, los envidio. No se rinden ante las balas y las bombas. Saben bien que cada ciudadano es fundador de su Patria.

La “idiotería”

No busque el lector la palabra “idiotería” en el Diccionario de la Real Academia Española. El vocablo no existe y asumo toda responsabilidad por su creación. La he parido para significar un espacio donde se produce, se distribuye o se expende toda gama de idioteces. Este país nuestro, al que pomposamente llamamos Patria y Nación, está bajo el comando del dueño de la “idotería”, que es ya una marca registrada. Las idioteces, de todo color, sabor y estilo, son obra y gracia de los idiotas que comandan (no digo “gobierno”, porque en Venezuela no existe tal cosa como gobierno; aquí lo que hay es una pinche comandancia).

En la “idiotería” se inventan cifras para engañar a la opinión pública nacional e internacional, como si tal cosa fuese eternamente posible. Una escucha al Presidente decir que cerramos el año 2009 con menos de 7% de desempleo, y no sabe bien si reír, llorar o enfurecer. Cuando las estadísticas se ponen al servicio de esa oligarquía obesa y marrullera que comanda el país, todas las cobas caben, incluso las más insólitas y descabelladas. ¿En qué cabeza cabe que Venezuela, país inundado de jóvenes y no tan jóvenes que desesperadamente buscan empleo y no lo encuentran, puede haber casi un 94% de personas en condición de empleo? Semejante desatino sólo puede caber en quienes creen que una mentira dicha y repetida ad nauseam se torna en verdad. Tal cual como cuando se fajan a decir que tienen la inflación bajo control y que a la inseguridad la han dominado. Así las cosas, pues resulta que todo el sufrimiento que padecemos los millones de venezolanos que habitamos esta tierra caída en desgracia es simplemente producto de un delirio colectivo. Y como hemos enloquecido, pues por ello no nos damos cuenta que estamos en Jauja, que esto es un nirvana, que aquí todo está de maravilla y que los problemas que nos acucian pues son producto de nuestra incapacidad para comprender el paraíso terrenal en el que vivimos. Aquí no hay inflación, todo el mundo tiene empleo y bien remunerado, a uno que otro lo asaltan y eso muy de vez en cuando, las escuelas y los hospitales están en maravilloso estado y funcionan a la perfección. En Venezuela no hay pobres, aunque así lo digan unos cuantos disociados que lo único que desean es perturbar la paz nacional. Aquí los servicios públicos son de primer nivel; de hecho, somos la envidia de eso que mientan “países del primer mundo”. Aquí jamás se va la luz, el agua nunca falla y nuestros mercados están repletos de la más variada gama de productos y de producción nacional. Báilame ese trompo en la uña. Y de nuestras vías de comunicación, no hay derecho a queja. En nuestras calles y autopistas no hay ni un huequito. Todas están magníficamente señalizadas y los accidentes, los poquísimos que ocurren, son producto de la inconsciencia de los conductores, que cuando son malos es porque su estirpe es escuálida.

En Venezuela estamos casi tan bien como en Cuba, que es (todo el mundo lo sabe) el non plus ultra del progreso y el mejor modelo de desarrollo a escala mundial. Y estamos en el estupendo nivel social que disfrutamos gracias al mejor presidente del planeta Tierra, un hombre humilde, comedido, breve en el verbo, tímido en el hablar, genio de las finanzas públicas, artífice de una gestión exitosísima que no tiene parangón, un demócrata a carta cabal, un ser humano respetuoso de la diversidad de pareceres, un verdadero pacifista. En pocas palabras, un primor, un angelito serenado.

Entonces, no cabe duda. En septiembre hay que votar por Chávez. Poner a todos los integrantes de la idiotería a ocupar los cargos en la Asamblea Nacional, para que hagan las leyes que el jefe ordene, pues ellas son producto de su incomparable inteligencia. Y en el 2012 también hay que votar por Chávez y así cuantas veces sea necesario. Todo sea por consolidar esta maravillosa “idiotería”.