martes, 20 de marzo de 2012

Palabras para la hojilla

El Sr. Silva conduce un programa en VTV, emisora del Estado pagada con dineros de los venezolanos. En virtud de ello no puede insultar a ciudadano alguno, pues ello es una desviación que cae en malversación de fondos. Una cosa es la crítica constructiva. Ella nutre al sistema democrático. Pero La Hojilla no es un programa de opinión o investigación o de análisis; es un paredón.

El sábado en la noche vi un segmento del programa y fui testigo de cómo se vejó a la periodista Mariana Gómez. Hasta de “estúpida” se la tildó, en contra del comedimiento de la democracia que nos dimos los venezolanos como modo de vivir civilizadamente. Cuando en ese programa se denigra a un ciudadano que además es una persona pública, la comunicación se sumerge en el pantano de lo impresentable y se torna en una convocatoria a la violencia, transgrediéndose las leyes y los mandatos constitucionales.

Pero hay más. Con su procacidad, el Sr. Silva mal orienta al niño que lo acompaña, quien apenas hace pininos en la comunicación y quien, acaso por insuficiencia educativa, carece de los instrumentos intelectuales para un atinado juicio de valor y el despeje de malezas. Es irresponsable el mal guiar a un niño cuyo desempeño está bajo su égida.

Si el Sr. Silva intuye en sí mismo un talento para la comunicación, ese talento no pasa de ser un utensilio sin pulitura si él no transita por un proceso de formación académica, de pregrado y postgrado que son exigencia en el desempeño de un comunicador. El talento para brillar no basta. Hay que profesionalizarse, pasar por los rigores de la universidad, permitir que la academia lime las aristas, enseñe ética y fuerce a profundizar. En esta profesión la meta es la excelencia y la calidad. El resto es subdesarrollo.

jueves, 15 de marzo de 2012

La sucesión

Hay sólo dos escenarios: 1. Que Chávez, con todo y enfermedad y debilitado físicamente, insista en ser el candidato del PSUV en las próximas elecciones de octubre (o de diciembre); 2. Que Chávez no sea el candidato y se nombre (democráticamente a dedo o como consecuencia de unas primarias estrafalarias en ese partido) para que sustituya a Chávez en la competencia electoral.

Si Chávez –contra viento y marea- es el candidato, veremos una campaña oficialista de esas que inunda hasta el más pequeño resquicio, pintando cada milímetro de rojo y con cadenas veinte veces al día. Pero será una campaña totalmente mediática, es decir, sin la participación real del candidato. Todo ello en contraposición a la campaña de Capriles, a quien le abundan la salud, la jovialidad, las energías y el más feliz entusiasmo. Esto meses que tenemos por delante, Henrique se caminará Venezuela, le dará la mano o besará a por lo menos 1.5 millones de venezolanos, participará en unas 100 mil reuniones, asambleas, caminatas, conferencias, ruedas de prensa, mítines, etc., ello sin contar las poquitas cuñas que puedan ser transmitidas a través de los medios audiovisuales. Chávez estará en todas partes pero no estará. Henrique parecerá no estar y sin embargo andará por todas partes. Por cierto, ya aprendió el gobierno/partido que atacarlo con violencia en los lugares que visite le termina resultando carísimo, pues le genera al opositor una visibilidad nacional e internacional enorme.

Por estos días, un colega con quien chateaba y quien es chavista hasta la médula me dijo que yo tengo razón en perfilar ese escenario y que tal situación sería injusta, pues la campaña debe ser equitativa y “si el comandante está enfermo, pues las elecciones deben ser pospuestas hasta que él se recupere totalmente”. Claro, en el planteamiento de semejante disparate a mi colega se le olvidó que la Constitución nada dice con respecto a postergación alguna de una elección porque algún pretendiente al cargo esté enfermo. Eso sería como si suspendieran un juego de la serie mundial porque el pitcher principal de un equipo esté enfermo o lesionado.

De vuelta a los escenarios, en ese primero Chávez puede ganar pero con mucha dificultad. Eso no ocurriría si el país estuviese estupendo y aquí no hubiese ni un solo problemita social, si no hubiera una inflación que nos agujereara los bolsillos, si la inseguridad fuera inexistente, si no hubiera ni un solo niño fuera del sistema escolar, si el transporte público fuera inmaculado y ejemplo mundial de eficacia, si los hospitales fueran eficientes hasta el asombro, si jamás hubiera escasez de producto alguno y si no abundaran las “sensaciones de corrupción de los del gobierno”. Pero la debilidad de Chávez no está realmente en su enfermedad; ella se monta sobre su pésima gestión de gobierno. Por eso la horriblemente llamada Misión Lástima es un fracaso. La gente tiene demasiadas angustias, demasiados problemas, demasiadas carencias y demasiadas rabias y desilusiones como para que haya espacio para la lástima.

Si Chávez pierde, para él, como bien lo dijera en sus exactas palabras, “no es el fin del mundo, ni ahí se acaba todo”. Es sí el acabose para muchos en la revolución, sobre todo para quienes tienen “asuntos pendientes”.

Pero la cosa se complica si Chávez no puede ser candidato, en primer lugar porque no hay un sucesor que le llegue ni por los talones. Todos están a la altura del betún. En todo estos años él mismo se encargó que así fuera pasando por la molienda a cualquiera que medio descollara en liderazgo. Pero si ninguno da la talla, pasa también que ninguno es competencia para Capriles.

Jaua es incoloro, inodoro e insípido. Y a esos atributos suma que exhibe la peor gestión posible en todos los cargos que ha tenido. De hecho, el nombramiento como presidente encargado no ocurrió porque se duda en todas las esferas que hubiera aguantado cuarenta y ocho horas sin que se hubiera armado una pelotera de quinto patio.

Diosdado, con sus ojos azules-azulitos y su proclamación de alma roja-rojita, es un tipo muy poco confiable y además ya Capriles lo revolcó cuando se enfrentó a él en las elecciones por la Gobernación de Miranda. Además, lo de Diosdi en su paso por la gobernación mirandina es una historia de Ali Babá.

Muchos dicen que será Nicolás, quien ha desarrollado toda una campaña de adulación a los Castro y a los otros mandamases del Alba para que le den la buena pro. Y ha sido exitoso en ello. Tiene a su favor que nunca ha tenido gestión ejecutiva como tal (la presidencia de la Asamblea y la Cancillería no valen como elementos de medición de eficiencia de gestión pública) y entonces es una incógnita. Tiene también eso de la juventud, a pesar que se le nota por la abultada panza que estos años en el gobierno le han “magnatizado”. Pero eso se medio parapetea con un mes de gimnasia dirigida por un entrenador personal de esos bien kilúos que abundan por montones en los centros de desarrollo físico en Venezuela.

El problema está entonces en que Chávez transita un tremendo dilema. Si él no es el candidato y tiene que poner a otro, si ese otro gana, pues entonces Chávez es sustituible. Y eso, me perdonan, no cabe en la cabeza de “micomandantepresidente”. Entonces el que ponga como candidato tiene que perder.

Se enreda el asunto pero también se va aclarando. Interesante, muy interesante.

Pásenle la hojilla

Ya sabe el mundo cuán peligroso puede resaltar la instigación de la violencia en una sociedad que tiene la piel ardida. Cientos de estudios comprueban que el mal uso de los medios de comunicación puede traer como consecuencia un aumento de la violencia individual y colectiva. Sabemos hoy que si bien el televidente o radioyente (o quien está en las redes sociales con instrumentos hiper desarrollados) recibe los mensajes a través del consciente, buena parte de ellos van a anidarse en el subconsciente y el inconsciente. Allí hibernan y pueden activarse cuando la situación precisa de justificaciones para un actuar violento. Eso hace que, sorprendemente, veamos a un individuo o una comunidad, a quienes siempre supusimos “pacificos”, reaccionando con ira ante un hecho o situación.

Unas de los fundamentales deberes del gobierno es fomentar y garantizar la paz, que no es una mera tolerancia circunstancial. Aun en las situaciones más tensas, el gobierno tiene que generar un espacio común de concordia, en el que las personas puedan convivir en un mínimo estado de armonía.

Entre las tantas y tan perversas contradicciones que podemos observar en Venezolana de Televisión, está la promoción de un “rezanderismo” fanatizado (un televidente desprevenido podría hasta creer que es un canal de alguna organización religiosa extremista) y una siembra sistemática de inquina. Tal paradoja es una constante en la programación de un canal controlado por el sector más radical y más feroz del gobierno.

Por estos días, Carlos Raúl Hernández escribió varias notas en este diario sobre el peligroso asunto de un programa que, transmitido todas las noches, es un semillero de violencia. Lo suyo era un llamado a la reflexión.

En lugar de tomar sus textos como un clamor por la sensatez, el insolente y degradante animador de ese programa reaccionó con más virulencia. Preguntaba Carlos Raúl si VTV entenderá lo que está haciendo. Yo creo que es adrede, que saben bien que La Hojilla siembra un odio del cual se nutre esa violencia que desean. Es bueno que quienes gerencian VTV entiendan que delinquen por comisión u omisión o por complicidad, que sobran los episodios de este género que terminaron en juicio en el tribunal de La Haya. Es bueno que los directivos de VTV pasen la hojilla a su programación y afeiten los espacios que publicitan la violencia.

lunes, 12 de marzo de 2012

Largo trecho

El Universal, domingo 11 de marzo de 2012

Los retrasos y la montaña de recursos destinados al Bus Caracas, sin que a la fecha exista tal servicio, da cuenta de la incompetencia del gobierno.

Que un país petrolero tenga “carreteras negras” con más cráteres que la Luna, eso es incompetencia. Además de poner en riesgo la vida de quienes transitan por estas vías, se produce un desgaste y daño innecesarios a los vehículos, lo cual genera gastos que deberían ser evitados, si quienes tienen la responsabilidad de mantener en buen estado la vialidad del país hicieran el trabajo por el cual se les paga.

El Hospital de Lídice está en remodelación. Sin terminar de arreglar una sala, arrancan con otra. Así han convertido al importante centro de salud en área de desastre. La Ministro Sader habla maravillas del sistema de salud venezolano. Debe ser que no ha tenido tiempo para pasearse por allá por Lídice. Está muy ocupada en atender a un solo paciente.

El diputado Carreño -el de DirecTV, un sistema bidireccional por el cual nos espían- preside la Comisión de Contraloría de la AN. Debe dirigir toda investigación sobre el uso de los recursos en las áreas de actividad e inversión de los sectores públicos. Tal cosa no sucede. El diputado Miguel Angel Rodríguez intentó que se iniciara una revisión sobre el tema del fondo chino, dada la espeluznante cantidad de dinero. Carreño se negó. Dijo que quieren desestabilizar al país.

La campaña se calienta, literalmente. Tiros, piedras, golpes. El Ministro Tarek nada hace por atrapar a quienes han delinquido al atacar a quienes cometían el pecado de ir a comunidades a plantear propuestas para un buen gobierno. Valentín, líder de “La Piedrita” anda de su cuenta, sin temor a ser capturado. Hay órdenes de mirar para otro lado. Me dicen que suele ir a disfrutar de los servicios de varios restaurantes, botiquines y burdeles de Caracas. Cero angustias.

De la promesa de un buen gobierno a la realidad de estos largos años hay como del dicho al hecho, un largo trecho.

miércoles, 7 de marzo de 2012

Ya lo tenemos

* Publicado con ligeros cambios en El Universal
Necesitábamos un candidato que entienda el alma del venezolano, que nos reivindique como seres humanos, que se deba en cuerpo y alma a la democracia de libertades y justicia. Un candidato inspirador, que nos secara las lágrimas para mostrarnos que hay un camino, que nos impulsara a luchar por la mejor Venezuela, que entiendiera que sólo con el concurso y participación de los ciudadanos es posible el cambio.

Un candidato que no nos exija sumisión, que crea firmemente en transformar la política en un espacio de decencia y verdad. Un candidato que luche por democratizar el poder, que termine con este autoritarismo aplastante, que crea por convicción en la inclusión, que quiera ser el presidente de todos y no sólo de quienes lo apoyan.

Buscábamos un candidato para los millones de trabajadores a quienes se les miente todos los días, ofreciéndoles mejoras laborales y salarios justos que nunca llegan. Un candidato para los jóvenes discriminados y menospreciados, para quienes no hay empleo digno y para quienes, a pesar de la falaz publicidad oficialista, no hay educación y preparación de calidad.

Un candidato para las mujeres tan capacitadas para producir desarrollo en lo económico, lo político y lo social a quienes tantas veces se les cierran las puertas. Un candidato para las comunidades indígenas abandonadas a su suerte, para las que no ha habido sino espejitos. Un candidato para los fecundadores de la tierra, los criadores y pescadores, a quienes se les ofende con préstamos y subsidios humillantes y que requieren comprensión y respeto del gobierno. Un candidato para los empresarios, tan desilusionados por la burocracia inservible, por la idiota cadena de trámites y por el vergonzoso poder del gobierno. Un candidato para una sociedad aterrorizada por el acecho del hampa. Un candidato para quienes nos oponemos al fomento de la division. Un candidato que dé por cancelado este vulgar y procaz guión de insultos y vejaciones.

Un candidato para quienes nos negamos a aceptar este presente fracturado. Un candidato con vision de futuro, que nos contagie su entusiasmo, que nos impulse a trabajar por las mejores causas, que acepte el compromiso y el reto de la conducción política para el progreso de Venezuela.

Ya lo tenemos. Está recorriendo el país. Abrele tu puerta, tu cerebro y tu corazón. Escúchalo. Tiene muchas cosas para decirte.