lunes, 27 de julio de 2009

Honduras: bitácora de una crisis

La OEA escribe Honduras con “h” de hipocresía

Uno bien podría apuntar a los representantes y funcionarios de la OEA que la prisa suele ser mala consejera y es herramienta de incompetencia diplomática. La precipitación puede hacer que la gente cometa errores que luego resulte en extremo difícil de enmendar. En nuestros pueblos, de la prisa sólo queda el cansancio.

Honduras es de los países del istmo centroamericano más privilegiados geopolítica y económicamente. Linda con Guatemala, El Salvador y Nicaragua, y tiene costas en el Mar Caribe y también en el Océano Pacífico. Si bien se le conoce como un país bananero, pues resulta que ese pequeño país se dio cuenta hace ya algunos años de las ventajas competitivas de su localización y se abocó a la construcción de una buena red vial, que hoy presta servicios indispensables para el transporte de bienes producidos en sus países vecinos. Si aislar a Honduras resultaría un crimen contra los hondureños, también afectaría gravemente a los pueblos guatemaltecos, salvadoreños y nicaragüenses. Así, la situación en Honduras no puede ser tratada tan sólo apelando a discursos de santones grandilocuentes que prestan poca o ninguna atención a las necesidades de los pueblos y sólo se ocupan de sus agenditas de poder en las que el intervencionismo juega un peligroso papel.

CON “I” DE IRRESPONSABILIDAD
En su actuación con respecto al caso Honduras, la OEA se metió en honduras, sin darse el indispensable tiempo para evaluar cada uno de los aspectos de la situación, sin sopesar las consecuencias de sus actos y decisiones y permitiendo que la agenda la manejaran por debajo y por arriba de la mesa algunos que tienen especial interés en la figuración y la imposición de sus ideas en el hemisferio.

El más reciente espectáculo ocurrió en una sesión de la Asamblea General, celebrada en Washington durante el 4 de julio. Allí, muchos presidentes decidieron no asistir, pero otros sintieron el llamado del show.

Cristina Fernández, presidenta de Argentina, acaba de recibir un revolcón en las elecciones intermedias en su país. Quedó jadeando, y el “pingüinaje” (como se llama al Kirschnerismo) tiene su días contados. Para colmo, luego de esos comicios, se destapó la olla de los ocultamientos que su gobierno estaba haciendo de las verdaderas cifras de la epidemia de la gripe AH1N1. Cristina halló en el lío en Honduras la oportunidad pintada para alejarse de su país. Se maquilló por dentro y por fuera, sacó su costoso traje de seda de marca y salió rauda a entrometerse en un asunto del cual no entiende ni papa.

Al presidente paraguayo, Lugo, nos lo imaginamos siendo despedido en el aeropuerto de La Asunción por una comparsa de muchachitos que se preguntan si su papá los va a reconocer algún día, aunque sean producto de un pecaminoso irrespeto a los mandamientos de la Iglesia Católica, que establecen para los sacerdotes el cumplimiento de los votos hechos en la ceremonia de ordenación, votos que el señor Lugo violó cuando decidió pasearse por las camas de varias mujeres de su país. En su caso, la lujuria se convirtió en deseo que empreñó.

Correa, presidente de Ecuador, con pinta de galán de cine, no faltó a la cita. Salió “espepitado” para retratarse en el grupete de impertinentes y entrometidos. Cabe destacar que Correa anda en una agenda heroica y épica que incluye una acusación y orden de captura internacional contra José Manuel Santos, ex ministro de defensa de Colombia, un acto que no es más que un “espelucamiento” más del presidente ecuatoriano.

Todos perdieron la oportunidad de quedarse callados. Y como ultimátum es ultimátum, pues en la OEA se bañaron de gloria y procedieron a ejercitar su poder y no su sensatez. Suspendieron a Honduras del organismo internacional, sin que ello suponga en realidad detrimento de ninguna responsabilidad de Honduras, o que la OEA pueda decretar que Honduras como país ya no existe.

CHÁVEZ, EL MAGNÍFICO
Chávez no asistió a la sesión del 4 de julio en la OEA, pero mandó a su delfín, el Canciller Maduro. Pero que Chávez no estuviera en esa mesa no quiere decir que decidiera tomar el camino de la cordura. Por supuesto, de la manga se sacó una excusa para no acompañar a Zelaya en la Batalla de Toncontín. Pero, a las muchas barrabasadas declaradas por Chávez en estos días, se sumó una decisión que pasará a la historia como un acto de la más perfecta idiotez: no tuvo más genial idea que ponerle un jet de PDVSA a Zelaya, comandado por dos capitanes venezolanos, para que el bigotón intentara aterrizar sin permiso hondureño en el aeropuerto que sirve a la ciudad de Tegucigalpa. Si no me equivoco, eso es violación del espacio aéreo, lo cual es un delito. Ya comentarán los expertos en derecho internacional sobre este asunto que no es de poca monta.

La narración de los hechos la hizo el mismo Chávez a Telesur, cadena televisa que se ha convertido en suerte de instrumento propagandístico de los caciques del s. XXI. La nota la tomo del diario El Mundo de España, en donde se puede leer:

"Hemos enviado a un valiente piloto de combate que ha logrado lo que queríamos". Nada más abandonar el espacio aéreo hondureño con Zelaya abordo y con un joven de 19 años aún sobre el suelo, Chávez celebró su victoria sobre el gobierno golpista. "Ha sido una gran victoria moral, no se atreven a tocarle un pelo a Zelaya pero arremeten contra el pueblo" dijo el bolivariano. Estaba exultante después de la exhibición aérea de su hombre… El vuelo se haría en un avión de la petrolera estatal venezolana Citgo, "un avión propiedad del ALBA", dijo Chávez, y para ello se escogió a un "valiente piloto de combate". Un hombre experto para una operación que pintaba mal y podía salir peor. Se trataba de aterrizar donde no le dejaban. El avión inicialmente despegó de Washington con una hoja de vuelo que apuntaba a El Salvador, aunque finalmente enfiló hacia Honduras. Aquí le había prohibido el aterrizaje pero Zelaya pidió a su gente que acudiera a recibirlo y fue cuando la multitud se concentró frente a una enclenque valla metálica protegida por el Ejército y los francotiradores. La aeronave apareció y dio dos amenazantes vueltas sobre Toncontín (aeropuerto de Tegucigalpa), fue entonces cuando varios camiones ocuparon la pista y abortaron cualquier posibilidad para tomar tierra. Entre el piloto y el jefe de la torre de control comenzó entonces una discusión que amenazó con derribar el avión de Zelaya si no abandonaba el espacio aéreo de la capital, reconoció el propio piloto, en conversación en directo con 'Telesur'. Un funcionario, desde la torre de control, confirmó a otro periodista de un medio internacional que "todo lo que aparecía en el radar acababa de desaparecer". La tensión se cortaba tanto en el cielo, con
los helicópteros del ejército hondureño sobrevolando alrededor, como en la tierra donde el enfrentamiento entre seguidores de Zelaya y el Ejército había dejado su primera víctima. "No pudimos llevar a cabo nuestro plan que era tomar la pista despejar de camiones el aeropuerto para poder aterrizar" confesó Zelaya desde el avión poco antes de que la aeronave se perdiera en el cielo camino de Managua.”

De nuevo, Chávez suma al incremento del clima de desasosiego en lugar de contribuir al establecimiento de una atmósfera de paz.

En una nota que publica el 6 de julio el diario La Prensa de Honduras se puede leer:
“Honduras envía nota de protesta a Venezuela por violación del espacio aéreo TEGUCIGALPA.-, (ACAN-EFE).- El nuevo canciller hondureño, Enrique Ortez, dijo hoy que su Gobierno protestó ante Venezuela por la “violación del espacio aéreo” por parte de un avión con nacionalidad de ese país en el que el domingo intentó regresar a Honduras el depuesto presidente, Manuel Zelaya. El nuevo canciller hondureño, Enrique Ortez, declaró a la prensa que la Cancillería hondureña envió hoy una nota de protesta al Gobierno venezolano por este hecho, “que daña mucho las relaciones cordiales que siempre habían existido con Venezuela”, aunque no precisó cómo se hizo llegar la notificación a ese país. “No podemos enmudecer ante el hecho de que una nave con matrícula venezolana pueda pasar e introducirse a los espacios que forman parte del territorio nacional”, apuntó el canciller hondureño. Explicó que la intención de la nota es “nada más dejar constancia de que eso es una violación a nuestro territorio y una muestra muy clara de agresión”.

MIRAR DE CERCA
Eso es exactamente lo que ha debido hacer la comunidad internacional antes de fijar posición. Mirar de cerca, estudiar la situación, investigar en profundidad los sucesos y los actos. Esa acción precipitada hoy la coloca no sólo en el ridículo sino, más grave aún, en el limitado espacio de una camisa de fuerza. Se sentaron en los sillones de jueces, como si esa fuera su tarea. La OEA no es un tribunal ni nada que se le asemeje; es un cuerpo político interamericano. Le tocaba entonces jugar un papel mucho más importante y cauteloso: el del arbitraje. Para ello era indispensable evaluar con absoluta apertura mental los acontecimientos antes de lanzarse a emitir pronunciamientos que huelen a edictos medievales. De haberlo hecho, de haber mirado de cerca y escuchado a ambas partes, quizás se hubiera construido un espacio de encuentro y no se hubiera edificado un clima de preguerra.

LA VERDAD
La verdad es que Zelaya es un zagaletón y un mentecato. Violó la Constitución de la República, desacató sentencias de los juzgados y fallos de la Corte Suprema de Justicia, y dio al comandante de las Fuerzas Armadas órdenes que violaban la Constitución. Además, incumplió acuerdos que la Constitución establece en el orden administrativo, al no haber presentado el presupuesto nacional al Congreso (debió hacerlo hace 8 meses); no rendía cuentas de los fondos del Estado. A esta fecha, Zelaya ha consumido el 93% del presupuesto de referencia presentado en el año 2008. Había pasado al Ejército, unos 15 días antes, una partida de 230 millones para que construyeran una terminal aérea.

Además, hoy se sabe de movimientos dudosos en las cuentas del Estado. El Ministerio Público presentó ante el Juzgado de Letras de lo Penal un requerimiento fiscal contra el ex ministro de la Presidencia, Enrique Flores Lanza, por supuestos actos de corrupción en la administración del ex presidente Manuel Zelaya Rosales.
La Fiscalía pidió en el requerimiento se libre orden de captura contra el ex funcionario. Se le acusa de abuso de autoridad, malversación de caudales públicos y tráfico de influencias. En el documento del Ministerio Público se puede leer que a Flores Lanza se le acusa de haber retirado del Banco Central de Honduras, BCH, la cantidad de 40 millones de lempiras (unos dos millones de dólares) pertenecientes a las arcas del Estado. La Fiscalía Contra la Corrupción explicó que para retirar esta cantidad de dinero se sigue un estricto procedimiento, ya que el Estado no hace esas transacciones si no es por medio de una autorización del Estado mismo. Además, el procedimiento del ex funcionario no fue correcto ya que lo hizo a petición propia, sin seguir la regulación de la institución bancaria, según la Fiscalía. Los 40 millones de lempiras le fueron entregados a Flores Lanza en efectivo el viernes 26 de junio, dos días antes de destituir a Manuel Zelaya Rosales.

Están en proceso pesquisas para saber en qué se gastó esa suma de dinero. Se habla de que se usó para costear las protestas a favor de Zelaya. Eso es un delito.

LA CONSTITUCIÓN
Guste o no, la Constitución de Honduras contiene cinco artículos llamados “pétreos”, es decir, que no pueden ser cambiados. Entre ellos, destaca el que el sistema democrático es la forma de gobierno, que el periodo presidencial es de 4 años, que no existe la reelección presidencial de ninguna forma. Todos los otros artículos pueden ser enmendados o suprimidos, por la vía establecida en la misma constitución.
Zelaya, en Consejo de Ministros, inventó una encuesta por medio del Departamento de Estadística, controlado por el Ministro de la Presidencia, para que se estableciera en las elecciones generales de noviembre 2009 una urna adicional – la cuarta urna - para la puesta en ejecución de una Asamblea Nacional Constituyente. Esto es ilegal.
Los analistas políticos con no poco acierto dicen que la realización de tal “encuesta” traería consecuencias negativas para el sistema democrático hondureño. Y yo, visto lo que ha sido nuestra dramática experiencia en Venezuela, concuerdo con ellos. De permitirse la “cuarta urna”, podría incluso hasta darse el caso que no se permitiera tomar posesión del cargo a quien resultare ganador de las elecciones presidenciales de noviembre 2009, así como tampoco al Congreso, cuyos miembros según la normativa hondureña son elegidos en voto directo, no en sistema de planchas. En Honduras, se vota por personas individuales independientemente del partido al que pertenezcan; de hecho, los electores votan bajo la foto de cada candidato. Las listas no existen.

Los candidatos presidenciales a las elecciones de noviembre 2009 fueron elegidos en comicios controladas por el Tribunal Supremo Electoral, dentro de los candidatos de cada partido. Esto ocurrió en unas elecciones públicas hace varios meses. Valga destacar que en Honduras los candidatos no son nombrados a dedo por el caudillo del partido. Todos los partidos presentaron más de dos candidatos. Sólo se puede votar una vez pues hay un padrón electoral y hay una asignación por el Tribunal Supremo Electoral de en cuál urna tiene el elector que votar. Si alguien no está en el padrón, no vota, sin excepciones a la regla. Es igual en las elecciones generales. En la encuesta de Zelaya, no había padrón electoral. Así, los electores podían participar cuantas veces y donde quisieren. La “encuesta” era en realidad un referéndum consultivo, ilegal y al margen de la Constitución. Era una imposición de Zelaya. Tras de ello se escondía un propósito último: eliminar la Constitución actual para alterar los artículos pétreos.

¿QUÉ SUCEDIÓ?
Ante la violación en proceso, el Juzgado declara la "encuesta" ilegal y violatoria de la Constitución. Ante un proceso de apelación a este fallo, la Fiscalía del Estado y la Corte de Apelaciones sostienen la sentencia.

Es importante entender que, de acuerdo a la normativa legal hondureña, la única entidad autorizada para llevar a la práctica cualquier actividad electoral, de elección o de consulta, que tenga alguna relación de consulta con fines electorales, es el Tribunal Supremo Electoral. En la llamada “encuesta”, ese ente había sido ignorado y en los hechos no participaba en modo alguno en este proceso decretado por Zelaya.

A según Zelaya, la encuesta no era vinculante, sólo era una encuesta, pero toda la documentación y todo el manejo estaban bajo el control e instrumentación del Ejecutivo. La Fiscalía giró instrucciones a todas las entidades e instituciones del Estado indicando que no podían participar en ningún acto ilegal. Así mismo, requiere a las Fuerzas Armadas de no participar en la encuesta. Zelaya, en un acto de insubordinación al estamento legal, gira orden al comandante del Ejército para custodiar las urnas. El comandante se niega, argumentando que, según la Constitución de la República, el comandante del ejército no está obligado a atender ninguna orden que violente la Constitución.

A consecuencia de lo anterior, Zelaya destituye al comandante, pero la Fiscalía de la República procede de oficio. El Comandante del Ejército apela ante la Corte Suprema de Justicia, y la Sala Constitucional, por voto unánime, recomienda a la Corte Suprema de Justicia restaurar ipso facto en su cargo al General, y declarar nula la orden de Zelaya. La Corte Suprema de Justicia vota unánimemente declarar que la orden es violatoria de la Constitución de la República, y así queda reintegrado el General despedido.

Curucuteando en la prensa, descubro notas particularmente interesantes, que bien vale la pena considerar en este análisis.

El 20 de junio pasado, en el diario La Prensa de Honduras se puede leer:
“TEGUCIGALPA.- La Organización de Estados Americanos (OEA) notificó ayer al gobierno que participará en la encuesta del 28 de junio como observador, pero a la vez aclaró que esa institución espera que el polémico caso político sea resuelto por el Congreso Nacional, antes de las elecciones generales de noviembre próximo. El director del departamento de Sustentabilidad Democrática de la OEA, Raúl Arconada, junto a la canciller, Patricia Rodas, cuando ofrecían declaraciones a la prensa.La notificación fue entregada en Casa de Gobierno al canciller de la República, Patricia Rodas, por el director del departamento de Sustentabilidad Democrática de ese organismo continental, Raúl Arconada. En el escrito firmado por el secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, señala que se enviarán observadores internacionales para el proceso de la encuesta de opinión pública “Convocatoria Asamblea Nacional Constituyente”, atendiendo la solicitud del embajador de Honduras, ante ese organismo, Carlos Sosa Coello, con fecha 9 de junio de los corrientes. Arconada no especificó el número de observadores que tendrán presencia en Honduras, sólo que la misión será encabezada por Alfonso Quiñónez, secretario ejecutivo para el Desarrollo Integral. Consultado sobre el papel que tendrá la OEA en la actividad programada por el Presidente Manuel Zelaya, manifestó que “las decisiones que se han tomado internamente por las distintas autoridades es parte de la política interna hondureña y por lo tanto no nos ponemos a opinar porque no somos actores”. Señaló que después del 28 de junio serán los órganos internos del Estado los que deberán pronunciarse. Señaló “el desenvolvimiento del organismo será únicamente como parte de una misión de acompañamiento a la encuesta, la cual dijo no tiene carácter vinculante y hay que diferenciar que “en el mes de junio venimos a un acto político y en el mes de noviembre venimos a un acto electoral”. En cuanto a la polémica que ha originado la instalación de la cuarta urna, indicó “que esta es una decisión que deberá tomar el Congreso de la nación”. “Nosotros solo estamos acompañando un acto político como hemos hecho en infinidad de veces en infinidad de países”, expresó, al retirase de la sede del Poder Ejecutivo con rumbo al Tribunal Supremo Electoral (TSE), donde abordó el tema de las elecciones generales del 29 de noviembre. Por su parte la canciller, Patricia Rodas, señaló que el gobierno también ha girado invitación para que participen en la encuesta, a todos los estados miembros de la OEA y a diversas instituciones como a la Conferencia Permanente de Partidos Políticos, a la Internacional Socialista, a la Internacional Liberal, a la Organización de Naciones Unidas (ONU) y los diferentes parlamentos del mundo.”

Pero, el 22 de junio, apenas dos días después de la declaración precitada, el diario La Tribuna de Honduras da cuenta que la OEA no acreditará observadores en encuesta. A seguir, extractos de la nota:
“TEGUCIGALPA.- La Organización de Estados Americanos (OEA) no acreditará observadores en la encuesta que promueve el gobierno el próximo 28 de junio, porque este tipo de procesos no están regulados por la Carta Democrática del organismo continental, afirmó un alto funcionario que se encuentra en Tegucigalpa. Se estima cinco mil observadores de la OEA en las elecciones generales de noviembre. “Yo quisiera ser bien claro, la encuesta y las elecciones generales son dos cosas completamente distintas: Este es un proceso electoral en este país van a haber elecciones en noviembre, la OEA va a venir a observar (estas elecciones) con una misión electoral regulada en la Carta Democrática las elecciones de noviembre”, dijo a LA TRIBUNA Pablo Gutiérrez, director de la misión electoral de la OEA. “Yo entiendo, según hemos estado viendo en los medios de prensa, el 28 de junio hay otro evento de otra naturaleza, la OEA no va a enviar una misión de observación electoral, va enviar otra misión de otra índole y por eso en mi calidad de director electoral he venido a conversar al Tribunal Electoral sobre las elecciones de noviembre”, agregó el funcionario, tras reunirse con el pleno del Tribunal Supremo Electoral (TSE), el viernes pasado. Al preguntarle sobre el tipo de misión que enviará la OEA para el 28 de junio, Gutiérrez respondió: “Siendo que no me corresponde pronunciarme, entiendo que es otro tipo de misión de acompañamiento que no es de observación electoral, como señalaba, la observación electoral está regulada en la Carta Democrática y este proceso al cual hacemos mención (la encuesta del 28 de junio) no es un proceso electoral”. Sin embargo, ratificó la misión de observadores para las elecciones generales: “Por supuesto, en noviembre como siempre y con la fluida relación con este tribunal vamos a venir a acompañarlos, tenemos varios acuerdos con este tribunal y quisiéramos felicitarlo por tener las puertas abiertas y a la sociedad civil porque entre más actores estemos presentes y podamos vigilar las elecciones ayuda a la confiabilidad”. También aconsejó a los candidatos ser claros en sus propuestas y mantener el diálogo: “Yo creo que siempre que hay procesos electorales como los de noviembre siempre se generan debates intensos, pero lo importante es que todos los actores mantengan el diálogo porque lo que uno puede olvidar es que el 29 de noviembre el pueblo se va a pronunciar, entonces, todos los actores del proceso, tengan la claridad que en la medida que el diálogo que le muestran a los ciudadanos les muestren las opciones precisas por supuesto van a tener un proceso altamente confiable y de participación”, agregó. Gutiérrez explicó que la misión de acompañamiento que enviará la OEA para el 28 de junio pertenece a un área de ese organismo hemisférico estrictamente político y no electoral. Precisamente, el director de ese departamento, Raúl Arconada, entregó la semana pasada una carta a la canciller Patricia Rodas confirmándole la presencia el día de la encuesta lo que ha dejado el ambiente más confuso del papel de la OEA en este proceso, que un juez declaró ilegal. Sin ahondar en muchos detalles, Arconada, dijo en sus declaraciones a los medios de prensa, que los resultados de la encuesta no es vinculante para las elecciones generales y aclaró que la última palabra la tendrá el Congreso Nacional al decidir si se instalará una “cuarta urna”, la pregunta central de la consulta. “No, no es vinculante… el acto último sobre la urna es una decisión que debe tomar el Congreso de la nación”, dijo. “Las decisiones internas es parte de la política interna y nosotros no opinamos”, dijo Arconada. Aclaró que el papel de la OEA solo será de “acompañamiento” y contestó que no, cuando le preguntaron si era un “espaldarazo” a la encuesta.

EL CONGRESO, EL TRIBUNAL SUPREMO ELECTORAL Y LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA
Entretanto, el Congreso (que representa el Poder Legislativo) hace del conocimiento de Zelaya que, a consecuencia de sus continuas y constantes violaciones a la Constitución y sus leyes, podría improbarse su acción y hasta removerlo de su cargo por traición a la patria, tal como está tipificado en la Constitución. Zelaya dice públicamente que a él nadie puede removerlo, desconociendo la autonomía de los poderes republicanos. Apela a la típica frase “el pueblo me puso y sólo el pueblo puede removerme”, ignorando las normas constitucionales (art. 1) que establecen que “Honduras es un Estado de derecho, soberano, constituido como república libre, democrática e independiente para asegurar a sus habitantes el goce de la justicia, la libertad, la cultura y el bienestar económico y social”.

Vista y comprobada la violación, el Tribunal Supremo Electoral, que es el organismo de máxima competencia en asuntos electorales, gira entonces orden de incautar las papeletas y las urnas de la encuesta, que Zelaya mantiene en los depósitos de la Fuerza Aérea. Se procede a realizar la incautación girando a su vez el ente electoral una orden para no entregar la documentación a nadie. Y ahí es donde se le salió la clase a Zelaya. Acompañado por unos cuatrocientos seguidores, Zelaya acude a los depósitos de la Fuerza Aérea. La turba liderada por él rompe los portones y se apropian de la documentación, en clara y abierta violación de la orden emanada del Tribunal Supremo Electoral.

En días anteriores, Zelaya había sostenido que él no violaba la Constitución porque la "encuesta" no era vinculante. Pero, al día siguiente de haberse apropiado por asalto de las papeletas, publica en la Gaceta una ley emitida en Consejo de Ministros (para consultarla, http://www.proceso.hn ). Esa ley convertía la encuesta en un “acto de gobierno” y, cambiaba el texto, de forma que la votación del día siguiente sería válida para nombrar una Asamblea Nacional Constituyente y, por tanto, vinculante. El gobierno de Zelaya instruye a todas las oficinas y Ministerios del Estado que den su respaldo a la entonces “encuesta” convertida en acto constituyente.

Para hacernos una idea mesurada del asunto, en la papeleta de la votación el elector tenía que anotar el número de su cédula. Así, Zelaya podría controlar qué empleado o persona había votado por su encuesta. Eso es una violación al derecho al secreto electoral.

Ante esa situación, está claro que Zelaya no hace caso ni a los Tribunales, ni a la Fiscalía, ni al Tribunal Supremo Electoral, ni a la Corte Suprema de Justicia. Vía decreto legisla e insiste en ordenar a la Policía y al Ejército que custodien las urnas. El Congreso, en uso de sus competencias y facultades, decide improbar al presidente y removerlo de su cargo, acción tipificada en la Constitución.
En el Congreso, el partido de Zelaya (el Partido Liberal) tenía y tiene mayoría. En la Fiscalía, en el Ministerio Público, en la Corte Suprema de Justicia y en el Tribunal Supremo Electoral cada partido tiene un voto (son 4 partidos con representación). El jefe del Ejército fue nombrado por Zelaya.

¿En qué cabeza cabe que todos los poderes de un Estado regido por el balance de poderes hayan estado equivocados al denunciar -con atención a cada artículo constitucional- la indisimulable violación de la Carta Magna hondureña que estaba perpetrando Zelaya? Sus acciones configuraban un golpe a la institucionalidad republicana democrática hondureña. Menos sentido aún tiene suponer que estén equivocados todos los partidos políticos y las Iglesias de todas las confesiones. O que haya habido un complot. Eso es de novelas de suspenso.

De hecho, desde que comenzó la crisis, el poder no ha estado en manos militares. El gobierno es civil. Fue el Congreso quien removió a Zelaya, en atención a sus facultades y competencias. Hoy todos los poderes del Estado permanecen en sus espacios y concuerdan con las decisiones del Congreso, y los poderes públicos se respetan entre sí.

DE SALIR EN PANTUFLAS A VIVIR EN EL COUNTRY EN CARACAS
Parece que necesitamos ponerle titulitos y etiquetas a las cosas. Veo a muchos de mis colegas periodistas, a muchos analistas y a no pocos politiqueros de oficio insistiendo en una pregunta: ¿hubo golpe de Estado?

Si lo que ocurrió en Honduras fue un golpe de estado o no, eso ya es intrascendente e irrelevante. Es una discusión bizantina. El hecho es que Zelaya, quien fuera elegido bajo las normas del sistema democrático, tomó el camino de la inconstitucionalidad. Violó las leyes, ignoró a los otros poderos y se sublevó. En consecuencia fue removido, destituido, depuesto de su cargo, en defensa de la democracia y con respeto a la Constitución vigente en Honduras.

El asunto del madrugonazo, de sacarlo en ropa de dormir (la llantina es de una cursiambre intolerable), montarlo en un avión y mandarlo a Costa Rica (la Suiza de Centroamérica) luce impresentable, pero debe ser algo examinado no sólo (o no tanto) desde la óptica leguleya. Con todo el respeto que me merecen quienes escucho pontificar y dictar cátedra al respecto, de no haberse hecho así, de haber puesto preso a Zelaya en Honduras, lo que vimos que ocurrió el domingo 5 de julio en las inmediaciones del aeropuerto de Toncontín hubiera sido un “happening” comparado con la que se hubiera armado en Honduras de haberse procedido de otra forma. Existe una orden de captura, y usted, amigo lector, puede verla en
http://documents.scribd.com/docs/1h6jmbgc6dxxhvhu8i2l.pdf

Hombres como Zelaya, como Chávez, como Ortega, como Morales, como Correa, y como muchos otros en los cinco continentes, creen y practican la democracia tumultuaria. Poco les importa el reguero de sangre que causan sus estrategias de poder. No creen en el republicanismo ni en la democracia. Los usan para apropiarse de los países y generar terror en la ciudadanía. Hablan siempre del pueblo, pomposamente, pero en realidad ejercitan una nueva política: el cacicazgo del s. XXI.

Zelaya no tiene ni una uña partida. Lo veo en televisión con cara de recién peluqueado, con su sombrero de macho machote, sus bigotes teñidos y luciendo trajes de firma y una variedad de atuendos. No está ni enjuto, ni pálido. Así que basta del lloriqueo. Que alguien pretenda venderlo como un Gandhi de estas latitudes es un insulto a ese hombre que está en la historia de la Humanidad como modelo de desprendimiento y altura. El discurso humildito de Zelaya sólo pretende disfrazar su insoportable arrogancia.

Un hombre puede morir por un país. Un país no puede morir por un hombre.
No me sorprenderá cuando Zelaya llegue a Venezuela, como huésped ilustre del gobierno de Chávez, y termine viviendo a cuerpo de rey en alguna súper casa en el Country Club en Caracas, con ilimitada cuenta de gastos que pagaremos los venezolanos.

¿QUÉ HACER?
El gobierno transicional de Honduras se ha comportado con una rectitud que produce envidia, al menos a quienes vivimos en países en los que como en Venezuela el gobierno zapatea y escupe todos los días la Constitución y las leyes. Han sabido decir no a las pretensiones de quienes quieren imponerles sus pareceres. Con argumentos de profundidad defienden el derecho inalienable que tiene Honduras y los hondureños a su soberanía y a tomar las decisiones de su destino.

El Presidente Micheletti ha abierto la puerta a un adelanto de las elecciones que están pautadas para noviembre, pero ha dicho –y esto me parece muy importante- que esa decisión le compete al Tribunal Supremo Electoral, al Congreso Nacional y a la Corte Suprema de Justicia. Entiendo que hay una limitante constitucional a tal adelanto, pero espero que puedan hallar la forma legal y constitucional de hacer lo necesario para contribuir al mantenimiento de la democracia, esa democracia que lograron evitar se perdiera, aunque en su precipitación la comunidad internacional diga lo contrario. En Honduras hay democracia, no así en otros países donde el sometimiento de los poderes públicos a la égida de caciques es el pan nuestro de cada día.

Creo que la OEA y la ONU están a tiempo de recoger algunos cabos, limpiar el reguero y hacer una verdadera contribución a la solución de los problemas. El gobierno de Honduras ha sido muy enérgico y sólido en sus posiciones. Pero también ha abierto las puertas al diálogo. No ha dicho “aquí no hay nada que hablar”. Por el contrario, su llamado es a la sensatez, al intercambio de ideas.

Me ha sorprendido muy gratamente el altísimo nivel de ciertos hondureños que he visto entrevistados en los medios. Para nada son ignorantes. Son gente con la que se puede dialogar y construir acuerdos que desactiven la violencia y las ambiciones belicistas de algunos en la región.

Los organismos internacionales pueden y deben armar una comisión que, en primer lugar, se entere de todo, con precisión y sin prejuicios. Esta comisión puede estar integrada por gente capaz, que existe y en abundancia. Gente que aporte, que una, no que divida. Me refiero a un Pérez de Cuellar, a un Oscar Arias, a un Simón Alberto Consalvi, a un Joaquín Villalobos, a un Sergio Ramírez, a un Ricardo Lagos, a un Julio María Sanguinetti, a un Fernando Mires. No me queda la menor duda que ellos encontrarían maneras creativas de mediar en el conflicto. Son personas que conocen el código genético de nuestros países, algo que resulta incomprensible para muchos en otras latitudes.

Nuestros países no son fáciles; nunca lo han sido y nunca lo serán. Si no se entiende cómo somos, cuáles son nuestras particularidades y modos, difícilmente se puede armar una solución. Se necesita comprensión, inteligencia, conocimientos, sapiencia. Se necesita descartar los fanatismos y construir el encuentro. Por el bien de los hondureños y de todo el continente, basta ya de escribir Honduras con “h” de hipocresía. De hecho, es la oportunidad para poner en claro muchas situaciones de violaciones constitucionales que están ocurriendo en nuestras repúblicas.

Hoy, 6 de julio, representantes del nuevo Gobierno de Honduras viajaron a Washington con la intención de iniciar un diálogo con los países de la OEA sobre la crisis política que vive el país centroamericano. Entre los miembros de la comisión figuran los ex cancilleres hondureños Guillermo Pérez-Cadalso y Leónidas Rosa Bautista, y el candidato presidencial de la Democracia Cristiana para las elecciones de noviembre próximo, Felícito Ávila.

El embajador de Honduras en Estados Unidos, Roberto Flores Bermúdez, un individuo cuyo currículo es realmente impresionante, confirmó hoy desde Washington a la radio HRN de Tegucigalpa que la OEA dio "una respuesta positiva" a la propuesta de diálogo hecha el domingo por el presidente de la Corte Suprema de Justicia (CSJ) de Honduras, Jorge Rivera. Flores Bermúdez insistió en que las vías del diálogo "están abiertas". Tal como está planteado, el diálogo sería entre representantes de "los poderes del Estado de Honduras y una delegación de representantes de Estados miembros de la OEA junto con funcionarios de menor rango de la Secretaría General" de ese organismo, según la propuesta enviada el domingo por el presidente de la CSJ al representante de la OEA en Tegucigalpa, Jorge Miranda. En la carta se puede leer que "mientras el diálogo de buena fe esté en curso no han de producirse actos o situaciones que puedan poner en peligro la paz social de la República y comprometer el esfuerzo en las conversaciones", El Gobierno del presidente Micheletti propuso el diálogo horas después de que la OEA suspendiera a Honduras por negarse a reinstalar al depuesto mandatario.

No se sabe aún si las reuniones ocurrirán, así sea de manera privada.

Es inservible la negativa a reunirse con el gobierno hondureño en funciones. Salomón no construyó con sordera. Hay que dejar de ejercitar la diplomacia de micrófono, ese saco de gatos a la que son tan aficionados algunos, y pasar a desarrollar agendas diplomáticas expertas en resolución de conflictos. Se trata de gobernabilidad democrática y de desactivar la muy peligrosa polarización política que se vive actualmente en Honduras.

Sr. Insulza, créame, no pasa nada con aceptar que usted se equivocó. Pasará si usted no rectifica.

Estamos pendientes de lo que ocurra en este espinoso asunto. La OEA tiene en las manos una papa caliente, que quema y produce ampollas. Y en Caracas están en pleno proceso acontecimientos con el Alcalde Metropolitano, Antonio Ledezma, quien se encuentra en huelga de hambre por ya varios días en protesta por las violaciones constitucionales cometidas por el gobierno de Chávez contra las autoridades metropolitanas caraqueñas y contra los ciudadanos. La OEA no puede hacerse la vista gorda con respecto a este asunto. Y esperamos que no meta la pata como ha hecho en el caso de Honduras.

LA SOLUCIÓN APARECE POR LOS COSTADOS
09 DE JULIO DE 2009

En política, bien lo sabemos, no hay espacios vacíos. Y en política internacional, todavía menos. Los huecos se llenan rápidamente.

El estrepitoso fracaso del Secretario General de la OEA, al ni tan siquiera intentar un atisbo de arbitraje en el asunto de Honduras, produjo un vacío, un “agujero negro”, que fue -más temprano que tarde- atendido por otros actores.

José Miguel Insulza, Secretario General de la Organización de Estados Americanos, se dejó sabanear por actores latinoamericanos particularmente dados a la “entrepitura”, a los fanatismos y a la estrechez mental. Esa es la pesarosa verdad, que festejar sería un error, porque nada ganamos las naciones americanas con el debilitamiento de la OEA. Insulza se equivocó. Y eso no es bueno. Desde el primer segundo se parcializó y se dejó llevar por el primitivo “espelucamiento” de los caciques del s. XXI, que se lanzaron en una diplomacia de micrófono y en una larga retahíla de discursos y declaraciones plagados de epítetos. Ello sorprende. Quizás se esperaba de Insulza ese proverbial comedimiento que caracteriza a los chilenos.

La suya fue torpeza, y de antología. La OEA pudo contribuir a la solución del problema. Pero no lo hizo. Por el contario, lejos de sumar a la búsqueda de una solución, formó parte del problema. La OEA pudo armar una comisión negociadora libre de las desventajas de los prejuicios. Pero no lo hizo. Y como en política no hay espacios vacíos, la solución aparece por los costados, con la mediación de Oscar Arias, presidente de Costa Rica, con la bendición de Estados Unidos y de la Unión Europea y un tímido asentimiento de la OEA. Arias es prudente, cauteloso, más bien parco. Jamás se le ha visto dando declaraciones cáusticas. Ahora, la OEA e Insulza tienen que callar, guardar el silencio de los ignorantes y dejar que los mediadores trabajen.

De hecho, ya se han dado pasos importantes hacia la paz en Honduras. Don Oscar Arias sabe que tiene que construir un acuerdo que satisfaga a ambas partes. En eso es un experto. Cualquiera que se pasee por la historia y revise el Acuerdo de Esquipulas sabe bien cuán difícil fue armar esa negociación y lograr un compromiso para la pacificación de Centroamérica, un subcontinente que era un verdadero hervidero de pasiones y sepulcros, y cuya paz se alcanzó con la firma de ese sobresaliente acuerdo el 7 de agosto de 1987 por los entonces presidentes Óscar Arias de Costa Rica, José Napoleón Duarte de El Salvador, Vinicio Cerezo de Guatemala, José Simón Azcona de Honduras y Daniel Ortega de Nicaragua. Ese acuerdo tuvo su origen en el “Plan Arias”. Los países que suscribieron el acuerdo en la localidad guatemalteca de Esquipulas se comprometieron a cinco puntos fundamentales, a saber: 1. decretar un incondicional cese al fuego; 2. declarar la amnistía a los presos políticos; 3. democratizar sus países; 4. no apoyar a fuerzas irregulares y movimientos insurreccionales; 5 no usar su propio territorio ni permitir que se use para agredir a otros estados. Este compromiso, logrado sin injerencia del exterior, contó con el apoyo del Grupo de Contadora (integrado en 1983 por los representantes de México, Panamá, Venezuela y Colombia, cuyo propósito era mediar y arbitrar en los conflictos centroamericanos).

Fue tal éxito de su labor, que el entonces y hoy Presidente de Costa Rica, Óscar Arias, se hizo acreedor en octubre de 1987 del Premio Nobel de la Paz. Mala memoria tiene Daniel Ortega, entonces y hoy presidente de Nicaragua, cuando cae en necedades como impedir que el avión que lleva a Micheletti y a su comitiva vuele por espacio aéreo nicaragüense, obligándolo a hacer una trayecto mucho más largo para poder llegar a San José de Costa Rica. De nuevo, espelucamientos… innecesarios e imprudentes. Cualquier movimiento bélico nicaragüense sería una violación al Acuerdo de Esquipulas, acuerdo del cual Nicaragua es firmante, y por el mismo Ortega, quien era presidente entonces y lo es hoy.

Los hondureños en gobierno tienen muchas ventajas, una de ellas, y de no poca monta, está en que no tienen que rendirle cuentas a ningún cacique. No le deben favores a nadie. El problema de Zelaya es que se deja gritonear por Chávez, como si Chávez fuera un confesor del Santo Oficio, sin entender que Chávez no es sino un oportunista que vio en este conflicto una ocasión para lucirse como el líder continental que sueña ser. Pero los conflictivos como Chávez terminan resultando incómodos para los países que necesitan la paz para progresar.

Así las cosas, aunque sea bajo cuerda, los otros gobiernos centroamericanos apoyarán los acuerdos, porque tienen mucho que perder económica y políticamente. Inmolarse por satisfacer la enloquecida agenda de Chávez y otros caciques no creo que esté en la mente de los presidentes Mauricio Funes de El Salvador, Álvaro Colom de Guatemala, Ricardo Martinelli de Panamá y Oscar Arias de Costa Rica, ni tampoco en la cabeza del mismísimo Daniel Ortega de Nicaragua.

Por su parte, el presidente de Venezuela hará bien en guardar silencio y dejar de entrometerse. Si tiene que fingir que tiene laringitis, sea pues. En nada colabora esa declaración tan infeliz de Chávez de la que da cuenta un cable la agencia de noticias AFP y que reproducimos a continuación:
"Resiste Honduras, que ya saldrán en su momento tus soldados", dice Chávez

10:04 P.M., 07 Julio 2009 CARACAS, 7 Jul 2009 (AFP) - El presidente venezolano Hugo Chávez pidió este martes al "pueblo de Honduras (seguir) resistiendo" a la crisis política que vive ese país centroamericano, pues confía que "que ya saldrán en su momento tus soldados", que aclaró no son los de la "burguesía" ni el "imperio". "Sigue pueblo de Honduras resistiendo. Desde aquí decimos resiste Honduras, resiste pueblo de (Francisco) Morazán, pueblo heroico", exclamó Chávez, al hacer referencia al héroe militar centroamericano. "No te rindas pueblo que ya saldrán en su momento tus soldados, soldados de Morazán, (que) no (son) los soldados de la burguesía, del imperio" Según Chávez, los oficiales que ejecutaron el golpe de Estado que depuso a Manuel Zelaya de la presidencia de Honduras fueron "utilizados por la burguesía apátrida y pitiyanqui", término con el que se refiere generalmente a la oposición a su gobierno. Chávez, que anunció inicialmente una "batalla continental" para restituir a Zelaya en su cargo, ha manifestado en otras oportunidades que ha sostenido contactos con líderes militares hondureños que apuestan por el regreso al poder del mandatario depuesto. El jueves, está previsto que Manuel Zelaya y Roberto Micheletti, gobernante de facto, se reúnan en San José a dialogar sobre la crisis política hondureña, bajo la mediación del presidente costarricense Oscar Arias.”
Las reuniones han comenzado. Serán sin prisa pero sin pausa. Los ticos se encargarán de bajarle el volumen y la temperatura al zaperoco. El diálogo está en proceso.
DINAMITAR UN DIÁLOGO
13 DE JULIO DE 2009

Sigo documentando este espinoso asunto de Honduras. Hacer un recuento me facilita el análisis, y con ello, la comprensión.

Desde el 9 de julio, fecha cuando escribí líneas sobre el tema, a hoy han pasado cinco días, menos de una semana. Pero en ese lapso ha acontecido todo lo imaginable.
Nunca dejará de sorprenderme la estupidez humana. En la historia de la Humanidad, ella aparece como una constante. Los seres humanos, al parecer, somos incapaces de aprender. Como que tal característica está incrustada en nuestro genoma.

Zelaya, en un periplo por varias naciones, acudió al Departamento de Estado de EEUU, acompañado por su canciller, Patricia RoDas, y el embajador de su gobierno ante la OEA, Carlos Sosa. Además de entrevistarse con LA Secrearia de Estado Hillary Clinton Clinton, mantuvo también una reunión con el secretario de Estado adjunto de EEUU para Latinoamérica, Thomas Shannon. En esa reunión comunicó la destitución del embajador que él nombró para EEUU, Roberto Flores, quien se alineó con Micheletti tras los sucesos del 28 de junio. En su lugar, Zelaya anunció el nombramiento de Enrique Reina.

Tras reunirse con Hillary Rodham Clinton, Zelaya anunció que el miércoles viajaría a Costa Rica para iniciar las conversaciones con el actual Gobierno, conversaciones en las que actuaría como mediador el mandatario costarricense Oscar Arias. Según explicó a la prensa que le esperaba a la salida del Departamento de Estado, tenía previsto llegar a San José el miércoles a las 5:00 pm. La expectativa crecía.
En efecto, la “comisión Zelaya” y la “comisión Micheletti” (como bien las nominara el gobierno de Oscar Arias) se reunieron en Costa Rica, en la casa del primer mandatario de ese país. La una iba cargada de argumentos emotivos; la otra se aprovisionó de argumentaciones constitucionales y legales.

Estas comisiones, de cuatro personas cada una, se encontraron en la casa de Arias, quien previamente se entrevistó con Zelaya y Micheletti de forma privada.
La “delegación Zelaya” estaba compuesta por: Patricia Rodas, canciller del depuesto gobierno de Zelaya; Silvia Ayala, diputada del Partido Unificación Democrática; Salvador Zúniga, coordinador de organizaciones populares, y Milton Jiménez, presidente de Comisión de Bancos y Seguros.

El grupo que representaba a Micheletti estaba integrado por: Carlos López Contreras, ex canciller, Arturo Corrales y Mauricio Villega, asesores de Micheletti, y Vilma Morales, ex presidenta de la Corte Suprema de Justicia.

Arias, quien sabiamente apuntara que el diálogo hace maravillas, que no milagros, se hizo acompañar por su hermano y ministro de la Presidencia, Rodrigo Arias, el canciller costarricense, Bruno Stagno, y la ministra de Justicia, Viviana Martín.
Todo iba relativamente bien. Arias se había reunido, por separado, tanto con Zelaya como con Micheletti. Le había resultado imposible al mediador costarricense hacer que ambos se sentaran en la misma mesa. Pero el diálogo continuaba. Y las intrigas también.

Zelaya había indicado que no tenía ninguna "objeción" a la celebración de elecciones, aunque dejó claro que el actual Gobierno de Roberto Micheletti no está legitimado para convocarlas. "Si las quieren hacer mañana, las pueden hacer. No tengo ninguna objeción para el sistema de elecciones, pero un Gobierno de facto usando la fuerza, no legitima un proceso electoral, más bien lo desfigura". Zelaya dijo que el "único gobierno que puede legitimar elecciones, es el gobierno electo por la voluntad del pueblo", que él representa.

SALOMÓN NO CONSTRUYÓ CON SORDERA

Hay que cesar la diplomacia de micrófono y desarrollar agendas expertas en resolución de conflictos. Se trata de gobernabilidad democrática.

En política no hay vacíos. La solución apareció por los costados, con la mediación de Arias, presidente de Costa Rica, con la bendición de EEU y la UE y un aterrado asentir de la OEA. Arias es cauteloso, nunca cáustico. Que la OEA e Insulza guarden el silencio de los ignorantes y dejen que los mediadores trabajen.

Algunos torpes tildan el diálogo de “aborto”. Es de esas declaraciones a leco herido que revelan la habilidad que tienen algunos para gritar cuando tocar guardar prudente silencio. Pero Arias, hábil como pocos, entiende que es un paro difícil, y sabrá crear un acuerdo satisfactorio para ambas partes, con costo para cada cual y también con ganancia compartida. En ello es experto. Basta revisar el Acuerdo de Esquipulas para entender cuán difícil fue lograr un compromiso para la pacificación de Centroamérica, un subcontinente sumido en guerras, y cuya paz se alcanzó con la firma de ese acuerdo en agosto de 1987 por los entonces presidentes de Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua. Ese acuerdo, para que lo comprendamos, es modelo estudiado académicamente en todas las escuelas de negociación del planeta. Se le considera un hito en la historia del arbitraje.

FITINA PARA ORTEGA
Anoréxica memoria revela Daniel Ortega con espelucamientos innecesarios como impedir que el avión de la comitiva Micheletti volara por espacio aéreo nicaragüense. O sus solapadas amenazas. Cualquier gesto bélico nicaragüense sería una violación al acuerdo de Esquipulas, del cual Nicaragua y el mismo Ortega son firmantes, pues Ortega era presidente entonces y lo es hoy.

26 DE JULIO DE 2009
VENTAJAS

El actual gobierno hondureño tiene varias ventajas, a saber: es gobierno; tiene el tiempo a su favor; no tiene que rendir cuentas a caciques; los candidatos no apoyan a Zelaya y nadie puede lanzarse como nuevo candidato. A Zelaya lo “mandonea” Chávez, y lo obliga a cometer errores políticos carísimos. Los países del istmo centroamericano saben que sin paz no hay paraíso. Así, sus gobiernos apoyarán y alimentarán los acuerdos. Que sus mandatarios bien saben que mucho hay en juego económica y políticamente para una subregión que tanto ha sufrido.

A la postre, Arias encontrará el sano punto medio que, sin pisotear la dignidad de los hondureños y sin destrozar la institucionalidad marcada por la Constitución de ese país, sirva de cura para la crisis.

Chávez quedará chillando solo, en la obscuridad de su torpeza, no porque en realidad haya tenido en algún momento un sincero y genuino deseo de ayudar a Zelaya desinteresadamente, sino porque, por el contrario, lo ha usado como una marioneta para satisfacer su gigantesco ego y su agenda mesiánica. Es más, Chávez, quien ya sabe que lo de Zelaya no tiene compón, usará este asunto para convertirlo en un conveniente y utilísimo mártir, al cual aludir cuando la ocasión se pinte de discurso destemplado.

Arias se da tiempo. Va sin prisa y sin pausa. Zelaya lanzó un ultimátum, que rebotó en el vacío y la soledad. Algunos lo llaman “el nómada”. Y en los pasillos de palacios gubernamentales, cancillerías y organismos internacionales, ya se refieren a él como “ex presidente”.

Zelaya hizo el ridículo con ese espectáculo de telenovela barata cuando intentó de nuevo ingresar a Honduras desde Nicaragua. Fracasó, no sólo porque no logró ir más allá de unos cuantos centímetros, para correr de nuevo a tierra nicaragüense, sino porque no consiguió que las fuerzas del orden hondureñas le compraran su show. Se necesitan dos para pelear, y los hondureños simplemente lo dejaron montar su show y no cayeron en provocaciones.

El epílogo de esta historia está aún por escribirse. Pero intuyo que la solución vendrá por la vía institucional y constitucional. Y Honduras le habrá dado una enorme lección al mundo, una lección de la que haremos bien en aprender.

smorillobelloso@gmail.com
Concejal El Hatillo – UNT - Caracas, Venezuela

miércoles, 1 de julio de 2009

Quebraduras y honduras


Prefiero zambullirme en la incorrección política antes que caer en esta cursiambre retórica que nos ha llovido encima, cual chaparrón radioactivo, con ocasión de la crisis en Honduras. Así, preparen los deditos los que suelen inundar mi correo de insultos y nada gentiles recordatorios a mi progenitora.

Sin saliva
Este culebrón se titula “Barbas en remojo”. Eso, cuidarse las espaldas, es exactamente lo que ha hecho la rimbombante comunidad internacional (que es de gobiernos y no de pueblos). La ingesta de varios medicamentos anti nausea me hicieron falta para soportar lo que se dijo en las diversas sesiones de los organismos internacionales. Privó en ellas el altruista principio de “entre bomberos no nos pisamos la manguera”. No hubo silencio, ese silencio que nos ensordece cuando personajes de las primitivas democracias nuestras hacen lo que se les da la gana. Ese silencio que ha ocurrido frente a casos como los de la persecución a la disidencia en Venezuela, el constante atropello a nuestros derechos civiles y políticos, la destrucción sistemática y sistémica del esqueleto institucional, la manipulación de los mandatos constitucionales, la conversión de las fuerzas armadas en instrumento de dominación, la barbarie contra el alcalde Ledezma, la criminal situación penitenciaria y toda esa ristra de dramas que padecemos día tras día en este país. Para todo eso la comunidad internacional se ha quedado sin saliva.

Teatro del absurdo
Que Raúl Castro, tirano heredero de la corona en Cuba, se siente en esos aquelarres a pontificar sobre democracia y libertades es, cuanto menos, un ejercicio de teatro del absurdo. Las letras de Ionesco palidecen ante lo que hemos visto por estos días. Han llamado a hacerle un bloqueo económico a Honduras, apoyado precisamente por esos mismos países que se desgarran las vestiduras sobre el bloqueo a Cuba. ¿Eso con qué se come? Los discursos empalagosos de varios de los presidentes presentes en esas reuniones realizadas en Managua, pletóricos de pasionales argumentos constitucionalistas, hacen que los discursos de Cicerón queden como textos de relleno. Y Chávez, sin pudor alguno, condenando una acción de derrocamiento presidencial, con cara de corderito herido en una patica, como si él no hubiera roto un plato, como si las intentonas de 1992 que dejaron un reguero de sangre no hubieran sido sino una película de ficción de Spielberg. Y, peor aún, Chávez y otros caciques amenazando con acciones bélicas contra Honduras. Es guión de “Aunque usted no lo crea”. Y no podemos dejar de mencionar a Insulza, de quien todos estos presidentes han dicho sapos y culebras, y que ahora es considerado por ellos mismos como suerte de arcángel de la preclaridad democrática. Demasiado para este cuerpito que no llega ni a cincuenta kilos.

Las cartas bajo la manga
La verdad, sin ambages ni colorinches, es que a la institucionalidad hondureña el tal Zelaya la puso entre la espada y la pared. La serie de acciones barbáricas de este cacique centroamericano del s. XXI puso el caldo tan morao’ que se empichó, para decirlo en lenguaje coloquial. Para la semana pasada ya era evidente la agenda que Zelaya se traía entre manos, convenientemente asesorado por Chávez y con la ayudita de Castro, Correa, Ortega, Morales y otros próceres tribales. Le recomendaron: haga la consulta pública, diga que no es vinculante. Movilice sus fuerzas asalariadas para que vayan a expresarse. Con el resultado positivo, el agua estará derramada. Bastará invocar el principio de vox populi, vox Dei. Para las elecciones de noviembre, la cuarta urna irá, por mandato popular. Se elegirá un presidente. Pero se le dará camino libre a una Asamblea Constituyente, que será elegida siguiendo las pautas del famoso kino utilizado en Venezuela en 1999 (un instrumento de la mayor vagabundería electoral que pueda recordarse, sobre el cual la OEA no dijo ni “ñé”). Esa honorable Constituyente hará trizas todo, y generará un nuevo cartapacio de reglas, y, zas, habrá necesidad de legitimar todos los poderes de nuevo. La nueva Constitución hondureña permitirá la reelección. Zelaya se presenta como candidato en esas megaelecciones, y gana. Muerto el perro se acabó la rabia.

Tardíamente, los hondureños entendieron cómo se estaba batiendo el cobre. ¿Es tonto que no se hayan “apercatado” antes? Sí, lo es. En estas democracias nuestras donde la ingenuidad es evidencia del primitivismo, somos los perfectos idiotas. Vivimos de ilusiones románticas, creyendo que con el favor de Dios las cosas se enderezarán por sí solas.

La violación constitucional y legal que estaba perpetrando Zelaya era ya indisimulable. Él, en ese cacicazgo del s. XXI que tan buenos réditos le ha producido a Chávez y otros personajes, entendió rápidamente que los tiempos del Derecho no son los tiempos de la Política. El Derecho tiene lapsos, procedimientos, montañas de papel. La Política conoce de atajos. Entonces, Zelaya entendió que tenía que proceder de inmediato. Que si lo hacía, para cuando los estamentos del Derecho procedieran, ya sería tarde, y él ya habría dado todo sus zarpazos. Sabía que había perdido todo apoyo político, incluso de su mismo partido, que lo abandonó y se convirtió en tenaz opositor a sus pretensiones. Se jugó entonces la carta de montar a los militares en su agenda. Pero la criada le salió respondona. Los militares se le voltearon y ahí Zelaya cayó en el tan manido expediente de la victimización, ese pobrecitismo que tan fecundo resulta en estas tierras nuestras donde seguimos comprando espejitos.

Que el remedio no sea peor que la enfermedadLa situación no es ni fácil ni libre de peligros. Si la comunidad internacional restablece a Zelaya (no imagino cómo), los hondureños pueden caer en un severo conflicto. Hablamos de guerra civil, de escribir esta historia con tinta de obituarios. Caben varias preguntas: ¿Se puede reconocer la legitimidad de Zelaya pero desconocer la legitimidad de los otros poderes públicos en Honduras? Si hay condiciones irrenunciables planteadas para el regreso de Zelaya, ¿cuáles son las exigencias para Zelaya? ¿Dónde estarán la OEA, el Grupo de Río y los presidentes cuando Zelaya comience con la razzia? Sospecho que se lavarán las manos, como hicieron con nosotros y ante infinidad de situaciones en otros países.
Micheletti ya declaró que no será candidato en las próximas elecciones. Atinada decisión que ha debido ser anunciada desde el primer minuto. También deberían adelantarse los comicios. Decirle a los hondureños y al mundo que ellos entienden claramente la crisis y que han constituido un gobierno transicional. Los caciques asechan, y hay que picarles adelante. Voy más allá, creo que el parlamento, el tribunal electoral y la Corte Suprema de Honduras deben establecer que esas elecciones sean auscultadas (desde adentro y no desde la comodidad de la barandita) por todos los organismos internacionales, incluso los que hoy andan de golpes de pecho. Ah, y yo incluiría al Príncipe de Asturias y a cuanto premio Nobel exista en el combo de “cuidadores”. Que los grandes pongan su prestigio en el asador.
Eso pienso. Aunque me acusen de políticamente incorrecta.

Carabobo: perseverancia y terquedad

Para principios del s. XIX, ya era evidente que las provincias americanas de la Corona Española estaban predestinadas a ser libres. Muchos en España lo sabían, pero la lucha por la independencia habría de ser difícil, costosa, tenaz e innecesariamente larga.

Los conceptos de libertad y nacionalismo surgen en la América española allá por fines del s. XVIII. Poco antes de la independencia, el pueblo hispanoamericano comenzó a tener conciencia de las distancias entre la “metrópolis” y los “territorios provinciales de la América española”. Con esta conciencia sembrada en el alma, comenzó a aflorar un sentimiento de patria, de fervor nacional. Así, alcanzar la libertad se convirtió en la bandera de los pueblos. Los criollos se sentían hispanoamericanos, no españoles. Ese nacionalismo de las gentes hizo que comenzaran a cuestionar el orden provincial. Así, con pasión, se inició el camino a la independencia.

La “Ilustración” sirvió de infraestructura ideológica para las gestas independentistas hispanoamericanas. Eso es cierto. Pero también lo es que ello no fue exactamente la causa que las originó. Varias situaciones desencadenan el proceso emancipador. En primer lugar, el fuerte control de los Borbones en todos los asuntos de la vida de las provincias. Era simplemente asfixiante. Además, había una burocracia centralista intolerable, que concentraba las funciones administrativas de las provincias, con el consiguiente debilitamiento de las libertades municipales. No menos importante, los criollos habían sido vetados de los cargos públicos. Para la época, la fortaleza de España estribaba precisamente en la dependencia de las provincias. Por si fuera poco, se establecieron altos impuestos y severas restricciones al comercio. España no tenía suficientes ingresos para mantener su monumental y dispendioso gasto social y militar, y exprimía a las provincias hispanoamericanas. Todo ello se unió y produjo la erupción de disgusto en las gentes de las provincias.

La invasión napoleónica a España fue el detonante de la guerra de independencia. O la excusa, más bien. Carlos IV y Fernando VII fueron forzados a abdicar la corona en favor de José Bonaparte, hermano de Napoleón, apodado “Pepe Botella” (por su conspicua afición a la bebida) y a quien le precedía la reputación de “pelele”. Eso era una ofensa. Con la ocupación francesa, el imperio español cayó en una dramática crisis. Las provincias hispanoamericanas reafirmaron su lealtad a Fernando VII y la juraron a la Junta de Sevilla. Pero, pasados los meses, en América todo comenzó a cuestionarse. Sin rey español en el trono, ¿podía España pretender hegemonía sobre las provincias?

Las provincias tomaron el camino de la transitoriedad. En tanto la corona española no recobrara el poder, la soberanía radicaría en las instituciones criollas. Así, las provincias comenzaron a tomar sus propias decisiones. En abril de 1810, en Caracas se estableció la Junta Suprema de Caracas, compuesta por miembros de la élite colonial y del Concejo Municipal. La Junta declaró su lealtad al rey. Eso es cierto, pero también dejó una ventana abierta: determinó que tenía control y gobierno sin precisar la autorización o aprobación del gobierno español. Los criollos no estaban dispuestos a tolerar la autoridad metropolitana en momentos cuando el imperio español hacía aguas. Así, y por ello hablamos de excusa, los criollos aprovecharon la situación en Europa y la fragilidad de España para declararse libres e independientes.

La Guerra de Emancipación Hispanoamericana fue brutal, sangrienta, en muchos casos hasta fratricida. Expuso a la luz pública las luchas intestinas entre los sectores patriotas, realistas, centralistas, federalistas, moderados, liberales y conservadores. En Venezuela, eran patentes las divergencias entre tendencias políticas, pero los pro independentistas privaron. Miranda y Bolívar (independentistas) organizaron la Sociedad Patriótica, con miras a la separación. Venezuela declaró su independencia en 1811. La constitución adoptada establecía la forma de gobierno republicano y federal. Diez años nos tomaría a los venezolanos convertir la declaración en una realidad. Del 5 de julio de 1811 al 24 de junio de 1821. Diez años de determinación, de doloroso esfuerzo, frente a la tozudez de una Corona que simplemente se negaba a aceptar que su tiempo ya se había vencido y que había sido incapaz de reinventarse.

En la batalla de Carabobo se enfrentaron la perseverancia y la terquedad. Nuestro ejército, el patriota, contaba con efectivos cansados y hambrientos; llevaban meses o años sin cobrar y estaban asqueados de tener la piel impregnada de hedor a muerto. Los realistas contaban con mejores pertrechos y la Corona les había prometido villas y castillos. Pero la perseverancia triunfó sobre la terquedad. He ahí una lección para quienes creen que porque este gobierno -que lleva diez años- se presenta como Todopoderoso es invencible. Los patriotas de 1821 vencieron. A pesar de obstáculos terribles que lucían inexpugnables. Muchos ofrecieron su sangre para heredarnos un país de horizontes y progreso, una nación de hombres y mujeres libres, no para que permitamos que nos arrodillen unos que, dirigidos por un rey populachero inventado, quieren una Venezuela que criminal, mercantilista e imperialistamente usa su petróleo para abusar de otras naciones más necesitadas. Quieren una Venezuela subyugada a bandoleros. Por Carabobo hay que decir no, mil veces no.