El año pasado, por estas mismas fechas, escribí un artículo con el que pretendía recordarle a mis lectores esas pequeñas cosas, esas maravillas gastronómicas que existen en el mundo, y que son "prueba de la existencia de Dios". Me sorprendió, muy gratamente, la enorme acogida que tuvo ese artículo. La gente quiere vida. Y calidad. Y en Venezuela, sabe a calidad el sabor.
Este año quiero concentrarme en nuestra Venezuela. Muchos creen y aducen, pomposamente, que la culinaria nuestra es escasa, poco colorida y carente de estilo y sustancia. íCuánto se equivocan! Nada más lejano a la realidad. En los fogones de Venezuela, a consecuencia de la unión de factores como la climatología, la integración de etnias y nacionalidades, la ubicación geográfica y la natural curiosidad venezolana, se ha desarrollado un sincretismo de sabores, aromas y texturas digno de estudio. Hace unas nochecitas, conversando con una amiga a quien tenía mucho tiempo sin ver, caímos en el tema de la culinaria. Se me quedó grabada una frase que me dijo: "en Venezuela no se come bien; en Venezuela se come sabroso". Una verdad poderosa, del tamaño de un templo.
"... Recorrer los caminos de la culinaria venezolana, es adentrarse en un despliegue de sabores, colores y aromas inolvidables. Cada plato en nuestra cocina lleva consigo una historia, un sentimiento escondido. Se puede asegurar que nuestra historia se desenvolvió paralela al calor de los fogones venezolanos, a medida que ha pasado el tiempo han variado las costumbres y los sueños, la historia sigue su curso, pero en cada nueva creación en nuestra cocina sigue existiendo la raíz de nuestros antepasados, ese toque mágico de nuestros indios, ese abanico de especias y sabores de la colonia... La cocina venezolana es la expresión de nuestro colorido, nuestra sazón, nuestra alegría desbordante. Como nosotros, la comida es variada, mezclada, llena de color y de sabor..."
Yo no lo hubiera escrito mejor. Tan hermoso texto no es de mi autoría. Está en la página www.venezuelatuya.com. Venezuela tuya, mía, de nosotros, de todos nosotros. Esa Venezuela a la que tantas veces vejamos, menospreciamos, degradamos, miramos por encima del hombro. Esa misma Venezuela a la que deberíamos querer con toda el alma, y defenderla de satrapías, por algo más que la mera conveniencia.
Hace apenas unos días falleció María, la ayudante de Angel Lozano en su programa televisivo. María era la más clara muestra de las manos que confeccionaban delicias para el paladar, que tejen exquisiteces que son festejo para el alma. Tuve el goce de conocerla y tratarla, y degustar sus glorias. En el cielo, porque es allí donde está, María agasaja a comensales con su indescriptible arte. A ella, a María, dedico mi lista de "pruebas de la existencia de Dios" de este año.
Comencemos, pues...
1. El pernil con naranja cajera, receta del abuelo de mi querido Alcalde Gerardo Blyde.
2. La polvorosa de camarones preparadas con mero, cebolla, ajoporro, vino blanco y crema de leche, con un toque de parmesano, que es una de las especialidades del restaurante Las Brisas, en Los Robles, Isla de Margarita.
3. El helado de pistacho de Gelatto en el pueblo de El Hatillo.
4. El flan caraqueño de jojotos
5. El mazapán de merey al perfume de sarrapia
6. Las tostadas dulces de pan viejo
7. El bienmesabe de naranjas
8. El desayuno criollo en la calle que baja a la Plaza Bolívar de El Hatillo
9. El pabellón oriental, con cazón guisado, en casa de los Sanabria en San Antonio de los Altos
10. El queso de bola relleno que yo preparo
11. El steak pimienta del Club Náutico de Maracaibo
12. Los espárragos en salsa holandesa que mi marido prepara
13. La torta de dátiles y nueces de Marianella Ruiz
14. Los quesos de cabra que venden en La Muralla en El Hatillo, bañados con una confitura tibia de tomate.
15. La tarta de manzanas que se prepara en sartén
Hummm... Se me hace la boca agua mientras escribo este artículo. Hummm... Dios existe. Hummm...
Es Navidad. Tiempo de comer cosas ricas. Tiempo de hallacas, pernil, pan de jamón. Ah, y tiempo de dulce de lechosa...
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