Hay pocas maneras de enriquecerse lícita y rápidamente. Una es el premio gordo de la lotería; otra, heredar de un pariente megamilonario. Una tercera, inventar algo de alta demanda de mercado, cuya licencia sea vendida a una trasnacional de esas que pagan fortunas por este tipo de “money makers”. De resto, por la vía del trabajo honesto “magnatizarse” es asunto de años de esfuerzo.
Consecuencias nefastas tuvo el paro de 2002-2003. Pagaron justos por pegadores. El gobierno, irresponsable como es, prefirió la quiebra de muchas empresas antes que ceder a las peticiones de una sociedad que exigía genuina democracia. Una de las más perversas consecuencias fue la aparición de oportunistas que vieron en aquella crisis la ocasión para negocios redondos. Uno de ellos fue Fernández Berruecos, epítome de la burguesía chavista, que se magnatizó al hacerse uno de los principales suplidores de esa cueva de ladrones que es Mercal. Allí, en ese antro que recibe cero vigilancias del inútil Contralor General de República, comenzó a amasar Fernández Berruecos una gruesa fortuna fétida que le abrió la puerta para aún mayores negociados con el gobierno. Claro, para “entrar” hay que repartir tajadas con algún funcionario del gobierno, coimas que se incrementan tanto en cuanto el funcionario tenga más peso en la escalera de poder o cercanía o parentesco con los chivos del gobierno.
Fernández Berruecos siguió “progresando” y acabó agenciándose unos bancuchos en los que el Estado hizo depósitos megamillonarios, financiando así su zarpazo con reales del pueblo. Un gigantesco chanchullo. Chávez grita como loco. O es cierto que es inocente de toda esta sinvergüenzura (en cuyo caso es un gafo de marca mayor, títere de unos cuantos bribones), o sabía del asunto y se hizo el zoquete, o está metido hasta los tuétanos en esta estafa que es de “Guiness”.
Además de Fernández Berruecos, en esta nausea están implicados muchos más, perfectos desconocidos ayer, magnates hoy. Están Arné Chacón, a quien Chávez niega como San Pedro a Cristo, y otros muchos de la intimidad miraflorina y de la familia presidencial. Son los trepadores, los “socios”, los burgueses chavistas. Haremos mal en dejar pasar esta nueva barbaridad del gobierno de Chávez.
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