martes, 8 de diciembre de 2009

Navidad seca

Mientras Chávez habla más que radio prendío tratando de explicar cómo fue que ocurrió esta estafa megamillonaria de la burguesía chavista, mucha gente pasa las de Caín tratando de ver cómo pasa esta navidad que se vislumbra más seca que las arenas del desierto del Sahara. El tipo se fue de viaje, tan campante, luego de horas y horas de hablar paja y de lavarse las manos como Poncio Pilatos sobre este asqueroso asunto. Los empleados de los bancos intervenidos andan por ahí desesperados. Para ellos ha habido lo usual, promesas y más promesas, pero de sus reales, de su sueldo, de sus aguinaldos, nada aún.

Chávez cree que pasará liso de ésta. Que basta con que se haya mandado en ataques contra los ladrones (que son de su directísimo entorno), que se haya puesto presos a unos cuantos y librado órdenes de captura o emitido prohibiciones de salida del país a una manada de pillos chavistas. Sí, chavistas. Porque lo son, porque a partir de serlo entraron en esa cueva de Alí Babá que es el gobierno e hicieron fortunas indecentes y deshonestas, con el beneplácito, la buena pro y el concurso de Miraflores. Mientras muchos advertíamos que los negociados y las coimas abundan, Chávez se desgañitaba hablando maravillas de los nuevos empresarios. Ahora quiere hacerse el inocente. Lo escribí y lo repito: si Chávez nada sabía y se burlaron de su buena fe, entonces es un gafo de marca mayor, uno más de la camada de perfectos idiotas que ha producido nuestro subcontinente en los últimos lustros y que han convertido a nuestros países en territorio de la desgracia. Los que se llenan la boca diciendo que Chávez es brillante, que es más inteligente que Einstein, bien pueden ir amarrándose las lenguas porque su genio es como el bobo del pueblo, ese del que todo el mundo hace sopita.

Yo, por supuesto, no creo en la inocencia y la ingenuidad de Chávez. Y tampoco creo en su inteligencia. Creo más bien que a él el cerebro no le da para entender que no sólo es cuestión de ética y de moral, cuestiones altamente relevantes en el ejercicio de gobernar, sino también es asunto de destrucción del país, tema de cuantiosas pérdidas que asumirá el pueblo, quien en definitiva es quien siempre paga los platos rotos de los desaguisados que hacen y permiten hacer estos gobiernitos de oportunistas y perfectos salvajes.

Los burgueses chavistas, nuevos ricos todos, se pasean exhibiendo sus fortunas. Arrasan en las tiendas más caras, andan en carros a cual más lujoso, beben licores de etiqueta azul y gastan a manos llenas y sin limitación ni moderación algunas. Sus esposas y sus barraganas, mal vestidas y ordinarias todas, pero trajeadas con los trapos más caroso del mundo, inundan las páginas de sociales del continente. Todo el mundo lo ve, menos Chávez. Sí, como no. Muerde aquí.

No es sólo que este país pareciera carecer de memoria, sino que sufre de amnesia próxima. Y si por esa enfermedad le perdona a Chávez este nuevo despelote, bueno, entonces, los pueblos tienen el gobierno que merecen.

Yo quiero pensar que pasar la navidad seca hará que muchos reflexionen y entiendan de una vez por todas lo que está pasando. Que nos estamos arruinando. Gracias a Chávez y su jauría.

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