Notitarde, 25 de abril de 2010
Aquello parecía de Halloween, es decir, de espantos. La Avenida Los Próceres convertida en un camino de aparecidos, en una suerte de maltrecho sambódromo de la decadencia prostibularia en que han tornado nuestra dolorosa historia de patria naciente.
No fui capaz de ver sino cortos y espaciados momentos. No tuve estómago para soportar tal mazamorra de vulgaridad, petulancia y mediocridad. El bicentenario del 19 de abril de 1810, mal contado, convertido en una mamarrachada de uniformes inventados y despliegue de aceitunas rellenas de pimentón con la testa coronada con boinas color sangre. El civismo y el civilismo ausentes. La sensatez de 1810 no se veía por parte alguna. A cambio, lo que se mostró fue un despliegue de militarismo tercermundista.
Pero no contentos con el desfile que ha debido tener como base musical el “Thriller” de Michael Jackson, en la tarde hubo sesión solemne en la Asamblea Nacional. Y como todo el espectáculo era de Halloween, pues escogieron bien para fungir de oradora de orden a quien mejor representa la categoría en la región: Cristina Fernández, presidenta de Argentina. Pongamos de lado que Doña Cristina llegó trajeada con un vestido de quinceañera, con falda tablonada y todo, con peinado a lo modelo de Vogue del siglo pasado y con el rostro tapizado de maquillaje y tieso a punta de tantas inyecciones de botox. Nadie le dijo a Doña Cristina que hay un protocolo a seguir para este tipo de actos. Nadie podía hacerlo. Total, en el actual parlamento lo usual es usar atuendos propios de mercadillos. Las corbatas escasean y más de una vez se ha notado a las flamantes diputadas calzadas con chancletas y a los diputados con las cabezas tocadas con gorras, boinas o sombreros, cuando es de elemental cortesía y educación que los hombres se descubran cuando se hallen en un espacio techado.
No pongamos de lado, sin embargo, la selección de una extranjera para llevar la voz cantante en tan solemne ocasión. Ello fue un insulto a la inteligencia venezolana. Abundan en nuestro país historiadores (e historiadoras) de talla y prestigio que hubieran sabido narrar con precisión historiográfica aquellos sucesos de 1810, ponerlos en el contexto de la época y elaborar académicamente sobre su proyección al futuro. Doña Cristina exhibió con absoluto desparpajo su ignorancia sobre el tema y nos obsequió una de esas escenas de drama de teleculebrón que son su hábito. Ella siempre está “en escena”.
Así las cosas, el bicentenario del 19 de abril de 1810, un acontecimiento de enorme trascendencia, pasa así, no por debajo de la mesa, sino como elefante en cristalería. El gobierno se encargó de vulgarizarlo, de narcotizar nuestra historia.
Seguramente si uno se fija en las muchas tomas realizadas durante el desfile en Los Próceres, los verá a ellos, a los grandes de la patria, con los ojos cerrados, con lágrimas corriendo por sus mejillas y con los puños apretados de la más infinita rabia.
3 comentarios:
Amiga, mejor no pudiste interpretar el sentimiento de muchos. Felicitaciones! Un abrazo. Beatriz Montiel
no hay nada que ese gobierno no haya vulgarizado!!
Soledad, me gustaría que empezaras a difundir tus comentarios en Los Angeles a través de HispanicLA
María Eugenia Sáez (Mayer)
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