Unos ojos únicos, rasgados, del color de las violetas, con mirada ensoñadora. Una voz a veces suave y a ratos airada. Un modelo de feminidad. Un constante hacer gala del buen gusto, incluso en el uso de la extravagancia que en otras hubiera sido simplemente vulgar. Una mujer indisimulable. Alguna vez leí que los perfumes cambiaban al roce de su piel, que ella los transformaba en aliento de diosas.
Una carrera artística que ya quisieran algunas acumular. Una verdadera y auténtica diva, no sólo del celuloide, más bien de la vida. Una mujer perpetuamente enamorada del amor. Como debe ser. Siete matrimonios lo confirman. Entiendo a los muchos hombres que por ella perdieron la razón. ¿Cómo resistirse al embriagante sortilegio de semejante mujer?
Muchos la recordarán como yo, de pequeña, en Blue Velvet. Otros, quienes también como yo le siguieron los pasos, la evocarán como la temperamental Jo en la hasta hoy insuperable versión de Mujercitas. O imponente como la Cleopatra junto a Richard Burton, en cuyo rodaje nació el amor entre ellos. Una verdadera Fierecilla Domada en la versión cinematográfica de la obra de Shakespeare. Y ella, junto a Paul Newman en Un gato en el Tejado Caliente, la complicada obra de Tenessee Williamas que reflejaba la complejidad de aquellos años sesenta, cuando muchas cosas que se daban por hecho se hicieron trizas y la sociedad americana vivió una de sus mayores crisis. Pero para mí, nada como Quién le teme a Virginia Wolf. La vi decenas de veces y me tocó interpretar varias escenas en el teatro universitario, del que cobardemente huí porque en esas épocas las niñas bien no podían ser artistas, según argumentaban mis padres.
Pero Liz Taylor (o mejor dicho Elizabeth, como gustaba que la llamaran) no fue sólo una hermosa actriz, bella sin remiendos ni cirugías plásticas. Liz era el epítome del vivir con todo, con intensidad, con felicidad, con tristeza, con sufrimiento, con generosidad. Premio Principio de Asturias a la Concordia. Dedicación a la lucha contra el Sida/HIV, acaso por el dolor de ver a varios de sus caros amigos morir a causa de tan dolorosa enfermedad. Amiga íntima de Michael Jackson, por quien sintió una ternura que el mundo no es capaz de entender.
Muchos dirán que se apagó una estrella. Yo digo lo contrario. Ahora, cuando veamos el cielo en las noches, hallaremos una nueva estrella fulgurante, que parece recitarnos versos de amor. Esa estrella es Liz Taylor. Yo la lloró. No lo puedo evitar.
jueves, 24 de marzo de 2011
viernes, 18 de marzo de 2011
¿Irse para no volver?
Yo nací en Venezuela. Me crié aquí. Aquí me eduqué. Aquí vivo. Aquí trabajo. Aquí están enterrados mis padres, abuelos y demás ancestros. También aquí reposan los restos de mi adorado hermano Carlos, fallecido prematuramente hace ya veinte años. He recorrido este país de punta a punta. Sólo me falta conocer los estadoa Amazonas y Delta Amacuro. Aquí, en Venezuela, pretendo pasar el resto de mis días y aquí pretendo también que sean esparcidas mis cenizas una vez que pase a mejor vida.
¿A qué viene todo esto que el lector bien puede considerar “perorata personalista”? Me explico. Si algo debe preocuparnos y angustiarnos a los venezolanos, a todos, es el cada vez más creciente éxodo de coterráneos, especialmente de jóvenes, en su mayoría profesionales bien preparados que no encuentran en nuestra tierra un futuro productivo y que buscan en otras latitudes un porvenir prometedor. Eso, para que lo tengamos bien claro, es una verdadera tragedia. Porque la fuga de talentos es pérdida para el país. No critico a los que buscan otros horizontes donde desarrollar sus capacidades y talentos. Me encantaría hallar razones para disuadirlos pero no las encuentro. El país los espantó, los obligó a pensar en irse y a decidirse a hacerlo.
Cuando yo me gradué en la universidad, tres ofertas de empleo me esperaban, a cual mejor. Hoy los jóvenes se gradúan para estrellarse contra la realidad del desempleo. Venezuela pasó de ser país de oportunidades a nación camino al derretimiento. Cada día hay más empresas que bajan sus santamarías; cada día hay más expropiaciones que culminan en un estado que se las da de empresario aunque de gerenciar sepa lo que yo de química orgánica. Y eso es, que nadie me lo niegue, una tragedia. No creamos que nuestros jóvenes se van del país para pasar trabajo y penalidades en otras naciones. ¡Qué va! Resulta que sus talentos son codiciados. Los hay ingenieros de todas las especialidades, científicos, educadores, intelectuales, expertos en planificación, arquitectos, médicos, odontólogos, petroleros especializados, geólogos, capitanes de barcos y aviones, etc. Muchos de ellos están hoy trabajando en empresas de primer nivel, varias de ellas líderes en sus mercados. Otros han logrado ser emprendedores exitosos, haciendo cierto aquello de “nadie es profeta en su tierra”. Están países como Colombia, Estados Unidos, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, España, Francia y pare usted de contar. Muchos, equivocadamente, tildan a nuestros muchachos de “traidores”. Es la acusación más insulsa que puede existir.
¿Son recuperables esos jóvenes? Sí, eso es posible. Pero para ello es indispensable que el país deje de ser la confluencia de desastres y pase a ser de nuevo un país de oportunidades. ¿Es eso posible con el gobierno actual? No. Porque este gobierno es simplemente un exterminador de futuro, un derrocador de ilusiones y esperanzas. Por eso las elecciones de 2012 son, más que importantes, cruciales. Dejemos entonces de verlas como un evento electoral más. Eso es una irresponsabilidad. En esas elecciones no sólo se elegirán presidente, gobernadores, alcaldes y legisladores regionales; se decidirá si los jóvenes venezolanos hoy en diáspora piensen en volver a su patria y en ella construir patria para las futuras generaciones.
¿A qué viene todo esto que el lector bien puede considerar “perorata personalista”? Me explico. Si algo debe preocuparnos y angustiarnos a los venezolanos, a todos, es el cada vez más creciente éxodo de coterráneos, especialmente de jóvenes, en su mayoría profesionales bien preparados que no encuentran en nuestra tierra un futuro productivo y que buscan en otras latitudes un porvenir prometedor. Eso, para que lo tengamos bien claro, es una verdadera tragedia. Porque la fuga de talentos es pérdida para el país. No critico a los que buscan otros horizontes donde desarrollar sus capacidades y talentos. Me encantaría hallar razones para disuadirlos pero no las encuentro. El país los espantó, los obligó a pensar en irse y a decidirse a hacerlo.
Cuando yo me gradué en la universidad, tres ofertas de empleo me esperaban, a cual mejor. Hoy los jóvenes se gradúan para estrellarse contra la realidad del desempleo. Venezuela pasó de ser país de oportunidades a nación camino al derretimiento. Cada día hay más empresas que bajan sus santamarías; cada día hay más expropiaciones que culminan en un estado que se las da de empresario aunque de gerenciar sepa lo que yo de química orgánica. Y eso es, que nadie me lo niegue, una tragedia. No creamos que nuestros jóvenes se van del país para pasar trabajo y penalidades en otras naciones. ¡Qué va! Resulta que sus talentos son codiciados. Los hay ingenieros de todas las especialidades, científicos, educadores, intelectuales, expertos en planificación, arquitectos, médicos, odontólogos, petroleros especializados, geólogos, capitanes de barcos y aviones, etc. Muchos de ellos están hoy trabajando en empresas de primer nivel, varias de ellas líderes en sus mercados. Otros han logrado ser emprendedores exitosos, haciendo cierto aquello de “nadie es profeta en su tierra”. Están países como Colombia, Estados Unidos, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, España, Francia y pare usted de contar. Muchos, equivocadamente, tildan a nuestros muchachos de “traidores”. Es la acusación más insulsa que puede existir.
¿Son recuperables esos jóvenes? Sí, eso es posible. Pero para ello es indispensable que el país deje de ser la confluencia de desastres y pase a ser de nuevo un país de oportunidades. ¿Es eso posible con el gobierno actual? No. Porque este gobierno es simplemente un exterminador de futuro, un derrocador de ilusiones y esperanzas. Por eso las elecciones de 2012 son, más que importantes, cruciales. Dejemos entonces de verlas como un evento electoral más. Eso es una irresponsabilidad. En esas elecciones no sólo se elegirán presidente, gobernadores, alcaldes y legisladores regionales; se decidirá si los jóvenes venezolanos hoy en diáspora piensen en volver a su patria y en ella construir patria para las futuras generaciones.
martes, 15 de marzo de 2011
El poder de la verdad
Mientras el país se nos cae a pedazos. Mientras la corrupción hace metástasis en todo el aparato estatal centralizado. Mientras los refugiados de las lluvias diciembre siguen hacinados y pasando el trabajo hereje en eso que es un eufemismo llamar “refugios”. Mientras cada invasión de finca se convierte en creación de desiertos y de casas muertas. Mientras el gobierno despilfarra los dineros públicos y genera cada día más caos. Mientras usted y yo tenemos que hacer milagros para ver cómo logramos pagar el mercado. Mientras los malandros andan libres y de su cuenta, matando gente y robando todo lo que se les antoja. Mientras todo y mucho más eso ocurre, el presidente Chávez usa preciados minutos de su show dominical para hablar de las operaciones de lolas. La escena parecía de “¿Dónde estás corazón?”.
“Micomandantepresidente” pudo, por ejemplo, dedicar esos minutos a motivar a las mujeres a hacerse chequeos periódicos para detectar a tiempo un cáncer u otras enfermedades femeninas. Peo no; a él le pareció más importante dictar cátedra sobre los efectos de una cirugía plástica para aumentar las lolas. ¡Válgame Dios! ¿Se puede ser más banal, frívolo, irrelevante e intrascendente?
Esto se tiene que acabar. Nunca debió comenzar, eso lo sabemos. Pero se tiene que acabar. Tiene que tener su punto final en las elecciones de 2012. Es una irresponsabilidad el que los electores permitamos que ese individuo, a punta de mentiras, trajines y manipulaciones emocionales, siga ganando elecciones. Entendamos de una vez por todas que a la gente hay que hablarle claro y raspao’. Nada de medias tintas. Hay que decirle las verdades, aunque duelan. Hay que decirle que el gobierno de ese señor es ineficiente, incapaz, ladrón, que cada bolívar que roban es plata que le quitan al pueblo. Hay que decirle que los ministros de la economía son una manga de incompetentes que no hacen sino destruir y generar la mayor inflación de todo el planeta. Hay que decirle que el Ministro ese de las tierras no es más que un guapetón de bíceps inflados que, pistola en el cinto, amenaza a los ganaderos y pretende arrebatarles sus tierras, convertidas en productivas con el honesto sudor del trabajo, so pena de ser lanzados a las calles sin compensación alguna. A los electores hay que decirles que toda esta novelucha de las expropiaciones urbanísticas no es más que un disfraz para ocultar la verdad, que no es otra que este gobierno no ha construido ni viviendas, ni grandes obras públicas, ni vialidad, ni parques, ni represas, ni plantas eléctricas. Nadita de nada.
Hay que decirle a los electores que les mintieron desde el principio, con vileza, con perversidad, con maluquería. Que les prometieron villas y castillos y sólo les dieron las boronitas que caían de sus boligarcas mesas de sátrapas sinvergüenzas. Si dulcificamos la cosa, si edulcoramos la situación, el encantador de emociones, este flautista de Hamelín versión tropicaloide, puede volver con sus lágrimas de cocodrilo y convencer otra vez a los electores. Nada es más poderoso que la verdad.
“Micomandantepresidente” pudo, por ejemplo, dedicar esos minutos a motivar a las mujeres a hacerse chequeos periódicos para detectar a tiempo un cáncer u otras enfermedades femeninas. Peo no; a él le pareció más importante dictar cátedra sobre los efectos de una cirugía plástica para aumentar las lolas. ¡Válgame Dios! ¿Se puede ser más banal, frívolo, irrelevante e intrascendente?
Esto se tiene que acabar. Nunca debió comenzar, eso lo sabemos. Pero se tiene que acabar. Tiene que tener su punto final en las elecciones de 2012. Es una irresponsabilidad el que los electores permitamos que ese individuo, a punta de mentiras, trajines y manipulaciones emocionales, siga ganando elecciones. Entendamos de una vez por todas que a la gente hay que hablarle claro y raspao’. Nada de medias tintas. Hay que decirle las verdades, aunque duelan. Hay que decirle que el gobierno de ese señor es ineficiente, incapaz, ladrón, que cada bolívar que roban es plata que le quitan al pueblo. Hay que decirle que los ministros de la economía son una manga de incompetentes que no hacen sino destruir y generar la mayor inflación de todo el planeta. Hay que decirle que el Ministro ese de las tierras no es más que un guapetón de bíceps inflados que, pistola en el cinto, amenaza a los ganaderos y pretende arrebatarles sus tierras, convertidas en productivas con el honesto sudor del trabajo, so pena de ser lanzados a las calles sin compensación alguna. A los electores hay que decirles que toda esta novelucha de las expropiaciones urbanísticas no es más que un disfraz para ocultar la verdad, que no es otra que este gobierno no ha construido ni viviendas, ni grandes obras públicas, ni vialidad, ni parques, ni represas, ni plantas eléctricas. Nadita de nada.
Hay que decirle a los electores que les mintieron desde el principio, con vileza, con perversidad, con maluquería. Que les prometieron villas y castillos y sólo les dieron las boronitas que caían de sus boligarcas mesas de sátrapas sinvergüenzas. Si dulcificamos la cosa, si edulcoramos la situación, el encantador de emociones, este flautista de Hamelín versión tropicaloide, puede volver con sus lágrimas de cocodrilo y convencer otra vez a los electores. Nada es más poderoso que la verdad.
El poder de la verdad
Mientras el país se nos cae a pedazos. Mientras la corrupción hace metástasis en todo el aparato estatal centralizado. Mientras los refugiados de las lluvias diciembre siguen hacinados y pasando el trabajo hereje en eso que es un eufemismo llamar “refugios”. Mientras cada invasión de finca se convierte en creación de desiertos y de casas muertas. Mientras el gobierno despilfarra los dineros públicos y genera cada día más caos. Mientras usted y yo tenemos que hacer milagros para ver cómo logramos pagar el mercado. Mientras los malandros andan libres y de su cuenta, matando gente y robando todo lo que se les antoja. Mientras todo y mucho más eso ocurre, el presidente Chávez usa preciados minutos de su show dominical para hablar de las operaciones de lolas. La escena parecía de “¿Dónde estás corazón?”.
“Micomandantepresidente” pudo, por ejemplo, dedicar esos minutos a motivar a las mujeres a hacerse chequeos periódicos para detectar a tiempo un cáncer u otras enfermedades femeninas. Peo no; a él le pareció más importante dictar cátedra sobre los efectos de una cirugía plástica para aumentar las lolas. ¡Válgame Dios! ¿Se puede ser más banal, frívolo, irrelevante e intrascendente?
Esto se tiene que acabar. Nunca debió comenzar, eso lo sabemos. Pero se tiene que acabar. Tiene que tener su punto final en las elecciones de 2012. Es una irresponsabilidad el que los electores permitamos que ese individuo, a punta de mentiras, trajines y manipulaciones emocionales, siga ganando elecciones. Entendamos de una vez por todas que a la gente hay que hablarle claro y raspao’. Nada de medias tintas. Hay que decirle las verdades, aunque duelan. Hay que decirle que el gobierno de ese señor es ineficiente, incapaz, ladrón, que cada bolívar que roban es plata que le quitan al pueblo. Hay que decirle que los ministros de la economía son una manga de incompetentes que no hacen sino destruir y generar la mayor inflación de todo el planeta. Hay que decirle que el Ministro ese de las tierras no es más que un guapetón de bíceps inflados que, pistola en el cinto, amenaza a los ganaderos y pretende arrebatarles sus tierras, convertidas en productivas con el honesto sudor del trabajo, so pena de ser lanzados a las calles sin compensación alguna. A los electores hay que decirles que toda esta novelucha de las expropiaciones urbanísticas no es más que un disfraz para ocultar la verdad, que no es otra que este gobierno no ha construido ni viviendas, ni grandes obras públicas, ni vialidad, ni parques, ni represas, ni plantas eléctricas. Nadita de nada.
Hay que decirle a los electores que les mintieron desde el principio, con vileza, con perversidad, con maluquería. Que les prometieron villas y castillos y sólo les dieron las boronitas que caían de sus boligarcas mesas de sátrapas sinvergüenzas. Si dulcificamos la cosa, si edulcoramos la situación, el encantador de emociones, este flautista de Hamelín versión tropicaloide, puede volver con sus lágrimas de cocodrilo y convencer otra vez a los electores. Nada es más poderoso que la verdad.
“Micomandantepresidente” pudo, por ejemplo, dedicar esos minutos a motivar a las mujeres a hacerse chequeos periódicos para detectar a tiempo un cáncer u otras enfermedades femeninas. Peo no; a él le pareció más importante dictar cátedra sobre los efectos de una cirugía plástica para aumentar las lolas. ¡Válgame Dios! ¿Se puede ser más banal, frívolo, irrelevante e intrascendente?
Esto se tiene que acabar. Nunca debió comenzar, eso lo sabemos. Pero se tiene que acabar. Tiene que tener su punto final en las elecciones de 2012. Es una irresponsabilidad el que los electores permitamos que ese individuo, a punta de mentiras, trajines y manipulaciones emocionales, siga ganando elecciones. Entendamos de una vez por todas que a la gente hay que hablarle claro y raspao’. Nada de medias tintas. Hay que decirle las verdades, aunque duelan. Hay que decirle que el gobierno de ese señor es ineficiente, incapaz, ladrón, que cada bolívar que roban es plata que le quitan al pueblo. Hay que decirle que los ministros de la economía son una manga de incompetentes que no hacen sino destruir y generar la mayor inflación de todo el planeta. Hay que decirle que el Ministro ese de las tierras no es más que un guapetón de bíceps inflados que, pistola en el cinto, amenaza a los ganaderos y pretende arrebatarles sus tierras, convertidas en productivas con el honesto sudor del trabajo, so pena de ser lanzados a las calles sin compensación alguna. A los electores hay que decirles que toda esta novelucha de las expropiaciones urbanísticas no es más que un disfraz para ocultar la verdad, que no es otra que este gobierno no ha construido ni viviendas, ni grandes obras públicas, ni vialidad, ni parques, ni represas, ni plantas eléctricas. Nadita de nada.
Hay que decirle a los electores que les mintieron desde el principio, con vileza, con perversidad, con maluquería. Que les prometieron villas y castillos y sólo les dieron las boronitas que caían de sus boligarcas mesas de sátrapas sinvergüenzas. Si dulcificamos la cosa, si edulcoramos la situación, el encantador de emociones, este flautista de Hamelín versión tropicaloide, puede volver con sus lágrimas de cocodrilo y convencer otra vez a los electores. Nada es más poderoso que la verdad.
Mejor temprano que tarde
Mucha gente me escribe. Me llama. Me para en el mercado. Me pregunta: “Y tú, ¿qué opinas?” Reza un castizo dicho: “A quien madruga, Dios le ayuda”. El tiempo es un recurso natural no renovable. Los días que pasan se van para no volver jamás. He escuchado y leído sustanciosos y variados argumentos sobre el asunto de cuándo hacer las primarias presidenciales. Ninguno que apoye el dejarlas para el año que viene me convence. Francamente, me aterra que por relegarlas desperdiciemos tiempo para que ese candidato de la Unidad se fortalezca en imagen, conocimiento y prestigio, que son tres elementos fundamentales.
Creo que habrá al principio (y ya los hay) mucho precandidatos. Pero eso a la final decantará en dos. Tiene que ver con costo y con economía del voto. Los que se retiren apoyarán a uno o a otro. Se abrazarán y asunto arreglado. Luego, entre dos quedará la cosa. Y, de nuevo, ganador y perdedor, en acto público, se darán la mano y con un rotundo abrazo sellarán la alianza. Pero el que así ocurra en las alturas no supone que ello se replique debajo de manera automática. He trabajado tanto en los comandos en las alturas como en equipos de base. Y, créanme, las heridas arriban se curan rápido sin dejar mayores cicatrices. Pero abajo, allí donde están los hombres y mujeres que han dejado el cuero fajándose en la precampaña, es mucho el Hirudoid que hay que usar para frotar las almas adoloridas. Para ello, el tiempo es fundamental. La reconciliación –que es indispensable para la campaña presidencial- no ocurre por simple decreto o por sortilegios.
Por otra parte, este país es mucho más grande de lo que algunos sienten. Y el candiadto tiene que pateárselo entero. Con Rosales no pudimos. No tuvimos tiempo. Quedaron miles de pueblos y caseríos sin visitar. Muchos barrios que no entraron en la agenda de campaña. Allí la gente resintió haber sido excluidos. Sintieron que les estaban dando la bofetada del desprecio. Y eso costó muchos votos.
Que si tener un candiadto con mucha antelación significará que Chávez tendrá demasiado tiempo para atacarlo, bueno, no creo que sea un argumento de peso. Nuestro candidato deberá tener la suficiente fortaleza como para aguantar cualquier ataque. De lo contrario, entonces no sería un buen contendiente para enfrentarse al señor hoy apoltronado en Miraflores. Es verdad que esto será un David contra Goliat. Pero si bien David lucía más endeble que Goliat, no era un alfeñique ni carecía de virtudes ejemplares y de una inteligencia envidiable que lo tornaron en vencedor.
Por último, pero no menos importante, está el nada despreciable asuntillo de la posibilidad que el CNE (dominado por el chavismo) decida adelantar las elecciones para septiembre u octubre de 2012. Si ello ocurre (y por haber dejado para tarde lo que pudimos hacer temprano) no tenemos candidato ya muy robusto, estaremos en serios y severos aprietos.
Posibilidades de ganar las elecciones de 2012 las hay. Muchas. Pero hay que trabajar con ahínco, ciencia y conciencia. Démosle al país el mejor regalo de Navidad. Démosle un refresco de convicción y esperanza. Démosle un candidato.
Creo que habrá al principio (y ya los hay) mucho precandidatos. Pero eso a la final decantará en dos. Tiene que ver con costo y con economía del voto. Los que se retiren apoyarán a uno o a otro. Se abrazarán y asunto arreglado. Luego, entre dos quedará la cosa. Y, de nuevo, ganador y perdedor, en acto público, se darán la mano y con un rotundo abrazo sellarán la alianza. Pero el que así ocurra en las alturas no supone que ello se replique debajo de manera automática. He trabajado tanto en los comandos en las alturas como en equipos de base. Y, créanme, las heridas arriban se curan rápido sin dejar mayores cicatrices. Pero abajo, allí donde están los hombres y mujeres que han dejado el cuero fajándose en la precampaña, es mucho el Hirudoid que hay que usar para frotar las almas adoloridas. Para ello, el tiempo es fundamental. La reconciliación –que es indispensable para la campaña presidencial- no ocurre por simple decreto o por sortilegios.
Por otra parte, este país es mucho más grande de lo que algunos sienten. Y el candiadto tiene que pateárselo entero. Con Rosales no pudimos. No tuvimos tiempo. Quedaron miles de pueblos y caseríos sin visitar. Muchos barrios que no entraron en la agenda de campaña. Allí la gente resintió haber sido excluidos. Sintieron que les estaban dando la bofetada del desprecio. Y eso costó muchos votos.
Que si tener un candiadto con mucha antelación significará que Chávez tendrá demasiado tiempo para atacarlo, bueno, no creo que sea un argumento de peso. Nuestro candidato deberá tener la suficiente fortaleza como para aguantar cualquier ataque. De lo contrario, entonces no sería un buen contendiente para enfrentarse al señor hoy apoltronado en Miraflores. Es verdad que esto será un David contra Goliat. Pero si bien David lucía más endeble que Goliat, no era un alfeñique ni carecía de virtudes ejemplares y de una inteligencia envidiable que lo tornaron en vencedor.
Por último, pero no menos importante, está el nada despreciable asuntillo de la posibilidad que el CNE (dominado por el chavismo) decida adelantar las elecciones para septiembre u octubre de 2012. Si ello ocurre (y por haber dejado para tarde lo que pudimos hacer temprano) no tenemos candidato ya muy robusto, estaremos en serios y severos aprietos.
Posibilidades de ganar las elecciones de 2012 las hay. Muchas. Pero hay que trabajar con ahínco, ciencia y conciencia. Démosle al país el mejor regalo de Navidad. Démosle un refresco de convicción y esperanza. Démosle un candidato.
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