Mucha gente me escribe. Me llama. Me para en el mercado. Me pregunta: “Y tú, ¿qué opinas?” Reza un castizo dicho: “A quien madruga, Dios le ayuda”. El tiempo es un recurso natural no renovable. Los días que pasan se van para no volver jamás. He escuchado y leído sustanciosos y variados argumentos sobre el asunto de cuándo hacer las primarias presidenciales. Ninguno que apoye el dejarlas para el año que viene me convence. Francamente, me aterra que por relegarlas desperdiciemos tiempo para que ese candidato de la Unidad se fortalezca en imagen, conocimiento y prestigio, que son tres elementos fundamentales.
Creo que habrá al principio (y ya los hay) mucho precandidatos. Pero eso a la final decantará en dos. Tiene que ver con costo y con economía del voto. Los que se retiren apoyarán a uno o a otro. Se abrazarán y asunto arreglado. Luego, entre dos quedará la cosa. Y, de nuevo, ganador y perdedor, en acto público, se darán la mano y con un rotundo abrazo sellarán la alianza. Pero el que así ocurra en las alturas no supone que ello se replique debajo de manera automática. He trabajado tanto en los comandos en las alturas como en equipos de base. Y, créanme, las heridas arriban se curan rápido sin dejar mayores cicatrices. Pero abajo, allí donde están los hombres y mujeres que han dejado el cuero fajándose en la precampaña, es mucho el Hirudoid que hay que usar para frotar las almas adoloridas. Para ello, el tiempo es fundamental. La reconciliación –que es indispensable para la campaña presidencial- no ocurre por simple decreto o por sortilegios.
Por otra parte, este país es mucho más grande de lo que algunos sienten. Y el candiadto tiene que pateárselo entero. Con Rosales no pudimos. No tuvimos tiempo. Quedaron miles de pueblos y caseríos sin visitar. Muchos barrios que no entraron en la agenda de campaña. Allí la gente resintió haber sido excluidos. Sintieron que les estaban dando la bofetada del desprecio. Y eso costó muchos votos.
Que si tener un candiadto con mucha antelación significará que Chávez tendrá demasiado tiempo para atacarlo, bueno, no creo que sea un argumento de peso. Nuestro candidato deberá tener la suficiente fortaleza como para aguantar cualquier ataque. De lo contrario, entonces no sería un buen contendiente para enfrentarse al señor hoy apoltronado en Miraflores. Es verdad que esto será un David contra Goliat. Pero si bien David lucía más endeble que Goliat, no era un alfeñique ni carecía de virtudes ejemplares y de una inteligencia envidiable que lo tornaron en vencedor.
Por último, pero no menos importante, está el nada despreciable asuntillo de la posibilidad que el CNE (dominado por el chavismo) decida adelantar las elecciones para septiembre u octubre de 2012. Si ello ocurre (y por haber dejado para tarde lo que pudimos hacer temprano) no tenemos candidato ya muy robusto, estaremos en serios y severos aprietos.
Posibilidades de ganar las elecciones de 2012 las hay. Muchas. Pero hay que trabajar con ahínco, ciencia y conciencia. Démosle al país el mejor regalo de Navidad. Démosle un refresco de convicción y esperanza. Démosle un candidato.
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