sábado, 23 de julio de 2011

El rincón de los cuentos

Ocuparnos de nuestros niños es la mejor inversión que podemos hacer. ¿Por qué? Para seguir adelante.


Doña Alicia, siguiendo la tradición de todas las primeras damas de la democracia venezolana, hizo un aporte singular a los pequeñitos de Venezuela. Ahí está, incólume, uno de los espacios más hermosos construidos en democracia y por gente con mentalidad democrática. Me refiero, claro está, al Museo de los Niños.

Cuando yo ejercía profesionalmente en el área corporativa, muchas fueron las horas que dediqué a fomentar programas diseñados para los locos bajitos de Venezuela, muy en particular los de escasos recursos. El camino me llevó a doña Alicia, a quien conocía como mamá de amigos de la infancia. Pero en esa oportunidad no era igual. Me acercaba a ella en un modo distinto. Pensé que debía tratarla con cierta distancia. Al fin y al cabo, no era cuestión de faltarle el respeto. Cuál no fue mi sorpresa cuando a quien encontré fue a una señora que no sólo me recordaba sino que conocía de mi trabajo.

Con doña Alicia hicimos un programa para los hijos de los obreros de varias empresas venezolanas y extranjeras con fábricas en nuestro territorio nacional. En menos de un año, contabilizamos más de 7 mil niños que visitaron ese espacio que estimula la creatividad a través de un proyecto que bautizamos como “Un museo para ti”. Doña Alicia estaba encantada. Todavía más lo estaban los gerentes de esas empresas a quienes yo les había presentado el programa “como una manera para que sus trabajadores sientan que a la empresa le importa mucho la familia y está dispuesta a invertir en ella”. Yo hacía énfasis en ello. La logística era complicada y ciertamente costosa. Pero todo esfuerzo valía la pena.

Ahora, Mireya Caldera, hija de doña Alicia, lidera el Museo de los Niños. Sí, adrede he usado el verbo “liderar”, pues un lugar mágico como ése requiere mucho liderazgo de la imaginación. Mireya trabaja con las uñas pero es un volcán de sentimientos. Por eso lo hace bien.

Recién se ha abierto en el museo El Rincón de los Cuentos. En su folleto promocional se puede leer: “Un lugar para despertar la fantasía a través de la lectura para poner en marcha la imaginación de los niños, motor de la creatividad”.
La democracia sobrevive a los embates del cretinismo de los autócratas. Pero hace falta que todos nos aboquemos a trabajar por ella. Y hacerlo por la vía de ocuparnos de nuestros niños es la mejor inversión que podemos hacer. ¿Por qué? Para seguir adelante.

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