martes, 3 de abril de 2012

Los años perdidos

No sé si el 7 de octubre lograremos despertar al país de esta pesadilla que ya lleva casi 14 años ahogando en un mar de penas a millones de ciudadanos, se percaten de ello o no. Por allá por el 2001, en una charla para un público muy heterogéneo, dije que a Chávez había que sudarlo, como quien se mete en una sauna para sacar por los poros todas las toxinas. En ese momento fui muy criticada. Recuerdo que hasta uno de los asistentes en la sala se levantó iracundo y me reclamó airadamente.

Pasado ya mucho tiempo de aquel episodio sigo pensando que Chávez no es un hombre, ni una tendencia política. Es un craso error, una sustancial equivocación en nuestra historia. Que es uno de los reyes del segundo juego de barajas, lo creo y lo sostengo. Pero eso no lo convierte en acierto.

No somos capaces los venezolanos de comprender a cabalidad la magnitud de dinero que ha percibido Venezuela a lo largo de estos años de desastre revolucionario. No somos capaces de procesar una cifra que asciende a montos astronómicos. Entonces, como no lo logramos metabolizar, no conseguimos entender la clase de barbaridad, el tamaño del manirrotismo en el que navegamos.


Son los años perdidos. Los años del despilfarro, los años en los que pudimos corregir los errores del pasado y dar un salto cuántico a la modernidad. Los años en los que pudimos haber derrotado la epidemia de malos servicios públicos, escuelas que se caen a pedazos y malandros acabando con la vida y con los bienes de la gente decente.Pero lejos de haber hecho eso, el gobierno liderado por Chávez hizo del país más prometedor de América Latina un espacio de mediocridad, de barro y fuego, de peor es nada. Los platos rotos de catorce años de desaguisados, torpezas, estupideces y corruptelas los pagaran no los ciudadanos adultos de hoy, sino los venezolanos que son jóvenes y por diseño inocentes y también los que aún no han siquiera nacido.

Lo que este gobierno ha hecho con el país es francamente imperdonable. Lo sé y no pretendo en modo alguno justificar lo injustificable. Pero el tema crucial no está en buscar cobrar los malos hechos sino en más bien enfocarnos en curar las heridas y sanar los daños. No es tan importante que paguen los culpables, al menos no por ahora. Lo indispensable es votar el 07 de octubre para sacarlos de los puestos de poder desde los cuales han hundido a Venezuela en el fango. Sabremos luego la verdad de todo, cuánto en realidad van a dejar en las arcas públicas, cuánto robaron, cuánto trajinaron y por cuánto nos vendieron.

No estoy en modo alguno dando espacio a la impunidad. No, mil veces no. Pero sí creo que hay que poner prioridades por delante. Si Henrique Capriles hubiera privilegiado la persecución a Diosdado Cabello por los saqueos al erario de Miranda, no hubiera podido adelantar la buena gestión realizada por la que los mirandinos le agradecen y aplauden y que es una de sus muchas cartas de presentación para aspirar a la Presidencia.

Pongamos la carreta por detrás de los bueyes. No al revés. Elijamos un buen presidente, saquemos con votos al que actualmente dice serlo. Seamos inteligentes. Y entendamos que ya sudamos a Chávez hasta la última gota. Ya habrá tiempo para juicios y tribunales. Por ahora, a buscar votos.

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