Notitarde, 15 de abril, 2012
A la gente - y con mucha razón- le angustia el creciente proceso de estatización. Siente -de nuevo con razón- que todos los días el gobierno se apropia de algo, sea una empresa, un terreno urbano, hectáreas productivas rurales, la bodega de la esquina, un estacionamiento o las prestaciones sociales de los trabajadores. La excusa es invariablemente la misma: aducen que el Estado será un excelente gerente de todo lo confiscado y que el gran beneficiado será el pueblo. Toda la evidencia deja claro que ni el Estado es un gerente eficiente ni el pueblo ha salido beneficiado de toda historia de apropiaciones indebidas.
Pero todo ese feroz capitalismo de estado, propiciado y puesto en práctica por el gobierno, es la perfecta y contundente fachada tras la cual ocultar lo que verdaderamente tejen los poquitos que controlan el poder. Venezuela no es para ellos un país o una nación; es una telaraña en la cual han logrado imponer sus marramuncias, sin que exista quien les ponga preparo.
Dos son las fuentes principales de ingresos para estos sórdidos bandidos: el sector petrolero, en el cual el negociado está como plato principal y consiste, según me explican expertos, en asegurar que el país produzca menos petróleo y eso que deje de producir pueda ser surtido por otros proveedores. A eso se suma la cantidad de coimas en los acuerdos, adjudicaciones y supuestas licitaciones. En muchos países, varios de los cuales están en el portafolio de naciones con las cuales Venezuela hace negocios, el pagar comisiones no es ilegal.
Cada asignación de espacios para la exploración puede ser una mina y puede suponer algo por debajo de la mesa. Cada supuesta compra de materiales comporta pagos adicionales. En muchas ocasiones, lo comprado ni siquiera existe o es material de segunda. Y como además a los petroleros les ha sido asignada una madeja de asuntos no petroleros, pues la oportunidad la pintan calva. Si alguna vez PDVSA fue una caja negra, ahora es no sólo negra sino peluda. No puede producir asombro escuchar de la vida de jeques que se dan muchos de los recientes magnates que proclaman a los cuatro vientos que PDVSA es roja rojita.
El segundo espacio de fétidos multimillonarios negociados está en el narcotráfico y la compra de armamento. Todos los informes internacionales sobre movimiento de drogas coinciden en advertir que a consecuencia del plan de seguridad iniciado en el gobierno de Uribe y continuado por Santos, muchas operaciones de los traficantes se han mudado. Dicen que la droga que va para el norte de América es manejada por narcos de algunos países centroamericanos y los inefables querubines mexicanos que han cobrado miles de vidas ya en ese hermoso país donde hay una guerra no declarada que se deglute millonadas en fondos públicos que son asignados a la lucha contra esos mafiosos en lugar de costear gastos en educación y salud para los mexicanos. En esos mismos informes se advierte que un alto porcentaje de las drogas que van a Europa pasan por Venezuela.
Se sabe que el trafico de drogas es un negocio redondo. Ningún grupo independiente en Venezuela tiene el músculo ni el poder para concentrar ese negocio. Ah, y como con el aumento del narcotráfico viene el incremento en la lucha contra esa inmundicia, pues aparecen los negocios de compras de armas y otros productos asociados. En un país de unos 27 o 28 millones de habitantes, se dice que hay unas 10 millones de armas en poder del hampa. Supongamos que en manos de los organismos de seguridad del estado hay cuanto menos igual numero. Bueno, son 20 millones de armas. Llegue el lector a sus propias conclusiones. Y abísmese. Y también pregúntese quién o quiénes están comiendo ahí.
¿Y la Contraloría? ¿Y la Fiscalía? ¿Y los tribunales de la República? Bien gracias. Abanicándose,porque hace mucho calor.
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