lunes, 28 de mayo de 2012

Gritos en la caverna

Un fin de semana que nos forzó a la calma hogareña nos permitió ver una película de producción canadiense, bastante insólita, que sin parlamentos planteaba el discurrir de la vida en la era cavernícola. No quiero ahogarles en los detalles cinematográficos de esta pieza, pero sí deseo resaltar algo de lo que deseó el director plasmar. Desde principios de los tiempos, aun en aquellos prehistóricos, ha habido una lucha sin cuartel por el poder. Herederos como somos de los primates, el macho dominante era en definitiva aquel que conseguía liderar a la manada. Al principio, ese macho se imponía por la vía de la violencia. Luego, como signo de progreso, el líder vencía al violento y se convertía en el jefe porque hallaba la forma de mejorar la vida de sus congéneres. Ese macho pudo ofrecer a la manada el bien más valioso para ese momento: el fuego. En el fin de semana también, vi la entrevista de Cala al ex presidente Álvaro Uribe, hombre querido y admirado por millones de sus compatriotas que aplauden el éxito en el liderazgo de este hombre que, con su política de seguridad, llevó a Colombia al indiscutible inicio de la paz y su consiguiente progreso. Uribe entiende de liderazgo. Ante un deslucido y torpe Cala, con preguntas cargadas de frases hechas y de lugares comunes, el inteligente Uribe destacó por la claridad de su pensamiento. Cala sólo quería brillar. Rafael Poleo, hombre a quien políticamente no se le conoce ningún logro, levanta su voz de "gurú" y critica agriamente a Capriles. Dice las babosadas de siempre. No agrega ni un solo pensamiento trascendente y se une a los gritos agónicos de los dinosaurios. El revuelo que causó pone de bulto cuán poco selectiva es la opinión pública con respecto a los análisis de la situación política, dando espacio a un hombre virulento a quien sólo le interesa el poder y no el liderazgo de un proyecto sensato y desprovisto de populismos baratones para este país nuestro que navega en aguas tumultuosas pero quiere llegar a puerto. Poleo no entiende que o se forma parte de la solución o se alimenta el problema. Le gusta insultar y cree que se ve lindo al hacerlo. Pero como el cavernícola perdedor, no lidera, no ofrece soluciones. Sólo grita en la caverna.

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