sábado, 25 de agosto de 2012

Dos hombres, dos metáforas

El próximo expresidente de nuestro país estuvo en Vargas. Allí, en ese estado prisionero de la injusticia, dijo lo mismo que lleva 20 años repitiendo y desde 1999 prometiendo: un estado próspero al cual la gente se desmoñe por ir y vivir. Como aderezo de la farsa, prometió un complejo hotelero turístico (ya contratado con los cubanos, para variar) en esa metáfora de degradación urbana, ambiental y humana que es la zona donde alguna vez operaron los hoteles Macuto Sheraton y Meliá Caribe. Encima, prometió un ferrocarril para la ruta Caracas - La Guaira, la puesta en marcha del teleférico, un nuevo acueducto, aumentar el calado del puerto y crear una empresa socialista para manejar un mega proyecto turístico del cual no aportó detalle. El próximo presidente de Venezuela estuvo en Caicara del Orinoco. Con un calor que revienta termómetros, esa zona impresiona por la majestuosidad del rio y por la pobreza que oprime a la gente. A esos venezolanos el candidato habla con la sinceridad del que no practica el engaño: "no tengo planteado eliminar las misiones, sino darles rango legal...". Antes de su arribo a la zona, el gobierno empapeló el paisaje con afiches del otro candidato. A ello sólo cabía una respuesta: "Con afiches no le van a ganar a la esperanza, no le van a ganar al progreso". En Tachira, el próximo expresidente llegó bufando cual fiera que presiente derrota. Le serrucho la candidatura a la gobernación a uno de sus hijos políticos: Tarek El Aisammi. Como le dio la gana escupió insultos a los dirigentes del chavismo. Los revolcó de una manera tan irrepetuosa e indigna que hasta pena sentí por ellos. En Ciudad Bolívar, el próximo presidente habla a los jóvenes. Sus palabras fluyen caudalosas: "... esta revolución no sacó a los jóvenes del camino de la violencia... Sus hijos y nietos vivirán en un país tranquilo... El 7 de octubre ganará el progreso y el futuro". En la avenida Los Proceres de Caracas, Pastor Maldonado, por lejos el deportista venezolano que mas miilones de dolares del erario publico ha recibido para financiar su accidentada carrera, hace una demostración de su pericia al volante. No hablamos de una competencia. Era una exhibición. El show termina con el piloto estrellandose antes de culminar la segunda vuelta. Destrozo la suspension del Williams FW34 al chocar contra una acera del paseo Los Proceres frente a la entrada del cirulo militar. El próximo expresidente, quien no asistió al evento pero al parecer estuvo muy atento, twittea "bravo Pastor, bravo Speedy..."¿Felicitaciones por un choque? El mismo día, el próximo presidente estuvo en la muy populosa Caricuao. Allí se comprometió a poner todo el esfuerzo en la salvaguarda de la seguridad de la gente. Porque se trata de un asunto fundamental, sin duda mucho mas relevante que el usar de manera baladi el dinero de los venezolanos para beneficiar a muy pocos. Compromiso. Esa es la palabra clave. El próximo presidente usa sus pies para ir casa por casa, pueblo por pueblo, ciudad por ciudad. Suda y extiende su mano abierta. El próximo expresidente, lejano de ese pueblo al que le juro desprendimiento y entrega total, anda en carroza. Y eleva el puño hiriente. Dos hombres. Dos metáforas. Uno gastado, agotado, seco, con un discurso que denigra y desangra el pais y desactiva las posibilidades. El otro con la pasión contagiosa y la esperanza que busca compartirse que permiten dibujar un futuro deslastrado de carencias y mentiras y con el progreso tatuado en el porvenir, porque Venezuela tiene más futuro que pasado. El 7 de octubre elegiremos un nuevo presidente. Y también el próximo expresidente.

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