miércoles, 27 de marzo de 2013

Erase una vez una casona

Frescos corredores, preciosos jardines, espacios que invitan al recogimiento, lugares donde soñar y crear. Su capilla convoca a la oración; sus salones al consenso; sus bibliotecas a la introspección. No resalta por el lujo. Antes bien, por la sobriedad y la moderación. Alberga valiosas piezas de arte, cuadros de importantes pintores, colecciones de cerámicas y porcelanas, tapices que narran historias, mobiliario que ha sido testigo de nuestro pasado como nación. Sus jardines cobijan arboles, arbustos, flores. Allí van de visita cada día pajaritos y mariposas. No es un palacio. Nunca fue concebida como albergue de poderosos. Una casona de hacienda de la época provincial, su adquisición a sus originales dueños –la familia Brandt- y posterior restauración y conversión en hogar presidencial cumplía el propósito de recordar a los mandatarios que Venezuela reivindica la familia como indiscutible eje de nuestra sociedad. Sus primeros huéspedes presidenciales fueron los Leoni. Desde su apertura en 1967 fuimos muchos los que alguna vez visitamos ese homenaje a la sencillez que conocemos como La Casona. No me refiero tan sólo a ser invitados a reuniones de trabajo o a encuentros, sino también al programa de visitas que ocurría apoyado por guías expertos que mostraban la residencia, contaban la historia y explicaban cada esquina con detalles. Fueron varias las primeras damas que supieron entender que vivir allí las obligaba al respeto y les exigía el cuido. Conocí varias que se sentían honradas de poder decir que eran las amas de casa de La Casona. Abundan las anécdotas sobre La Casona. Dicen que allí habita el fantasma de uno de los Brandt, que nadie ha visto jamás pero que se siente su presencia. Cuentan que en las mañanas del 25 de diciembre se escucha la risa cantarina de un bebé en las adyacencias de la capilla. Doña Menca preparaba en la cocina los dulces que le gustaban a su marido, en particular el cristal de guayaba. Doña Alicia recibió allí a muchos dignatarios y visitantes ilustres. Doña Blanquita sacó a relucir todo su coraje de mujer venezolana cuando enfrentó a los insurgentes de 1992. Durante mucho tiempo podían verse las marcas de las criminales balas en sus paredes. Hay textos interesantes y conmovedores sobre La Casona. Paula Girard nos obsequia uno que revela vivencias que cuentan con lo sublime de la sencillez. Totó Aguerrevere narra con su prosa fresca las experiencias de un muchachito caminando por sus corredores y recintos. Los pueden leer fácilmente ingresando en la red y buscando en cualquier navegador. Inventario En el Despacho del Presidente debe estar un retrato ecuestre de Bolívar, realizado por Alfredo Araya Gómez, obsequio del presidente de Chile. Y tienen que estar un escritorio y sillones de estilo renacentista español en caoba tallada. Detrás del escritorio deben estar El Cristo de Antonio Herrera Toro, una lámpara estilo siglo XVII y una biblioteca que hospeda una de las nutridas bibliografías de Bolívar, así como diversas piezas de legislación, discursiva y ensayística de los presidentes que allí han tenido su residencia. En la Sala Mayor de Audiencia debe haber una mesa central tallada y policromada, un reloj de tres metros de altura, un retrato de Simón Bolívar de Centeno Vallenilla y la “Pentesilea” de Michelena. En la Sala del Consejo de ministros debe haber una gran mesa estilo XVIII francés con elementos de bronce y la pieza “Los Causahabientes”, a saber, la última obra del gran pintor Tito Salas. La sala Andrés Bello debe albergar un escritorio de madera y bronce y un conjunto de sillones. Ahí debe estar la copia del retrato de Andrés Bello que está en la universidad de Chile. En la sala de los edecanes debe haber mobiliario estilo Luis XIV y una mesa de nogal con incrustaciones que datan de la época de Napoleón III. En el despacho de la Primera Dama debe haber muebles y piezas portuguesas y también algunos muebles de estilo provenzal. En el salón Simón Bolívar debe estar el retrato del Libertador de Juan Lovera, una gran alfombra de la Real Fábrica de Tapices de España, sillones y muebles de estilo Luis XVI y la obra “Plaza Mayor” de Camille Pissarro. Hay un salón donde debe estar una de las obras más bellas de Michelena, “Diana Cazadora”. También en ese salón debe estar un alfombra a medida realizada en Lavonnerie, Francia, piezas de estilo Isabelino en tonos verdes y un mueble valioso de estilo Boulle de la época de Napoleón III. En el Salón de los Embajadores debe haber varios muebles que deben exhibir porcelanas francesas y una colección de relojes franceses realizados por Pons y Paulin que datan del siglo XIX. Uno de ellos le perteneció a Napoleón I quien posteriormente se lo diera a su hermano Jerónimo Bonaparte. En ese salón deben estar obras de Emilio Boggio, Armando Reverón y Héctor Poleo. En el comedor tiene que haber una gran mesa Sheraton, un jarrón de Capodimonte y tres obras de Antonio Herrera Toro sobre las estaciones. Y en La Casona tiene que haber vajillas con oro y blanco de porcelana de alta calidad, cristalería de Baccarat tallado y cubiertos de plata inglesa grabados con el escudo nacional. En la capilla tiene que haber una lámpara de sagrario del siglo XVIII, dos reclinatorios y un documento firmado por el papa Juan Pablo II. En esa capilla se celebraban misas todos los domingos y en los días de fiestas y solemnidades religiosas. En la biblioteca del área de huéspedes tiene que estar la colección de los premios nobel de literatura en ediciones especiales, varias obras de Armando Reverón, el Libro de Firmas y piezas portuguesas de madera. Debe haber mucho más, objetos valiosísimos, pero relatarlo aquí tomaría muchas páginas. Me consta que La Casona fue entregada por los Caldera en impecables condiciones y sin deuda alguna. Doña Alicia –quién puede dudarlo- era una señora por demás estricta, puntillosa y disciplinada que nada dejaba en la categoría de pendientes. Incluso el día del traspaso las camas estaban tendidas con almidonadas sábanas y en los sanitarios colgaban lencerías perfumadas. En las alacenas había alimentos para un mes, las bodegas estaban correspondientemente surtidas y se acompañó el procedimiento de transmisión de ocupación con un escrupuloso inventario y varios ejemplares del Manual de protocolo, estilo y mantenimiento de la Residencia Presidencial La Casona. Sus transitorios ocupantes están en obligación formal de respetarla, cuidarla y protegerla. No sé si cuando Marisabel Rodríguez se separó del Presidente Chávez y dejó La Casona hizo correspondiente inventario, cual era su obligación y responsabilidad. Me ha sido imposible hacerme de una copia. Si existe debería ser un documento público y disponible para consulta. Corren espantosos y dolorosos rumores sobre que la residencia se encuentra en franco deterioro y que se han roto o “extraviado” piezas de incalculable valor artístico e histórico. A la fecha no sabemos los venezolanos – y tenemos derecho a saberlo – quién o quiénes habitan en La Casona y en calidad de qué. A La Casona ya no se la puede visitar. Sus puertas han sido cerradas a los venezolanos, pero los vecinos de la zona reportan ruidos muy molestos y el arribo de muchos vehículos, incluso a altas horas de la madrugada. Se habla de fiestas extravagantes. En esta manía del secretismo que es norma del gobierno, nadie rinde cuentas. Me permito recordar que La Casona es patrimonio nacional y como tal pertenece a la Nación.

1 comentario:

Regina Macía N. dijo...

Fabulosa reflexión! A mi en particular me duele La Casona, no solo porque soy venezolana y ese es mi patrimonio, sino porque tuve la dicha y el honor de ser una de esas guias a las que Ud. tan amablemente halaga en su articulo.

Es cierto, La Casona, en toda su sobriedad es hoy en dia un agujero negro en la ciudad y en el inconciente colectivo de los venezolanos pues no tenemos acceso, ni a nuestro patrimonio, ni a la jurisprudencia, pues todo el que habite alli, si no es la familia inmediata de Nicolas Maduro esta cometiendo peculado de uso. No soy abogado ni me manejo en esas lides, pero para saber que eso es una verdad del tamaño de una "CASONA" no hace falta serlo.

Recuerdo con nostalgia esa fatidica madrugada en que un edecan de Casa Militar me dijo "Señorita si usted tenia guardia hoy, sepa que esta suspendido el servicio de visitas, prenda su televisor" y me consegui con el gordo aquel nefasto con la camisa a media panza, lo recuerda? esa es mi version de los hechos. Esos agujeros de bala que usted menciona estuvieron por mucho tiempo bajo la ventana de mi oficina, por mas tiempo aun en mi memoria y en mi corazon para siempre.

En ese salon de las embajadoras le servi cafe a algun ministro, mas de una tarde mientras esperaban al Sr. Presidente para alguna reunion... esos cuadros de Reverón que estaban en ese salón eran uno del período azul, y uno muy particular de su periodo blanco, hermosisisimo, que solo tiempo despues descubri que habia que verlo con los ojos medio cerrados para emular el juego de luz que Reveron quiso plasmar.

A ese comedor oficial, me escabullia para admirar en mis pocos ratos libres las tres estaciones que quedaban pues la cuarta la verdad nunca la conoci y son muchas las anecdotas que se tejen sobre ella y sobre su desaparicion...

Recuerdo tambien que en las contadas ocasiones en que tuve oportunidad de observar de cerca esa obra que usted menciona como copia del Miranda en La Carraca, pude comprender el valor de la misma, y es que NO ES una copia, es un boceto al oleo del cuadro en version miniatura que Michelena pinto ANTES de la obra final... puedes calcular el valor artisitico (ni hablar del economico)que tiene ese cuadrito? yo me asombro, me enorgullezco y agradezco la oportunidad que la vida me dio de disfrutar de tanta belleza y tanto valor historico junto!

Capitulo aparte merece la obra Diana La Cazadora... para empezar, no puedo mas que declararme perdida admiradora de la obra de Michelena, pero esa en particular ocupa un lugar especial en mi corazon... sabia usted que una de las ninfas que aparecen al pie de la Diana, jugando entre los perros, tiene el rostro de Michelena a modo de jocoso autorretrato? No solo es una obra maestra, sino que el salon donde esta ubicada, lleva su nombre ya que la magnitud de la misma obligo a tumbar el dintel de la puerta que da hacia el corredor para poder meter el cuadro, colocarlo alli, donde suspiro porque todavia este, en la pared final de ese corredor de salones contiguos uno mas hermoso que el otro... con esos muebles tan sobrios y de tanto estilo, donde hoy en dia una de las habitantes, o visitantes autorizadas de la residencia osa posar desnuda para una impudica sesion de fotos que rueda por internet impunemente. Que tristeza, que decepcion, que lastima... que asco! En ese mismo tafetan donde se sento el Dalai Lama, el Principe heredero del japón y S.A.R. El principe Felipe por nombrar solo unas pocas de las dignas personalidades que me consta adornaron con su presencia dicho salon... no tengo palabras para expresar mi indignación!
Asi que gracias, mil gracias por publicar este articulo pues por mas que yo trate y me empeñe en hacer saber que estas irregularidades se estan cometiendo, mi voz es nula ante tanta injusticia. Quizas la suya, por ser una escritora reconocida resuene en algun oido preocupado y con algun tipo de control sobre esta situacion, y en algun momento podamos los venezolanos volver a tener la certeza de que nuestra hermosisima Casona esta a salvo.

De nuevo mil gracias!
Regina Macia Nuñez