martes, 30 de abril de 2013
Vestida para mentir
En una muy infeliz puesta en escena, para la cual se maquilló la cara profesionalmente y se trajeó con un vestido tipo ponquecito glaseado de color rosa varias tallas más pequeño de lo que la más elemental consideración recomendaba, la señora grabó su mensaje a la Nación. No halló dentro de sí el mínimo respeto por los ciudadanos -y por sí misma- para cuanto menos hablar en vivo y en directo, como la gravedad de la situación lo ameritaba.
Palabra por palabra fue siguiendo un guión varias veces ensayado. Cambios de cámara, iluminación y la misma composición del set pusieron de relieve que el asunto fue realizado por profesionales en la materia actoral. Una producción, empero, demasiado larga, churrigueresca en estilo y de verbo rococó para acabar diciendo lo que ya se sabía que iba a decir: que el CNE sólo acepta una revisión chimba que por diseño no es una auditoría, dado que es más lo que permite taparear que las muchas irregularidades que se conseguiría detectar.
Está claro que el comando Simón Bolívar no puede aceptar participar en esta farsa. Es obvio que Henrique Capriles no puede aprobar esta nueva sinvergüencería. Pero, más importante aún, no puede el enorme conglomerado de electores prestarse a ser la lavadora de esta estafa a nuestra Venezuela.
El salario multimillonario -aderezado por magnas prebendas- que puntualmente le pagamos los venezolanos no le ha alcanzado a la señora para hacerse de la altura moral que exige el cargo. Los seres humanos carentes de dignidad suelen irrespetar la dignidad ajena. No importa cuántos ceros ingresen en su cuenta corriente, lo que la legitimidad no da, la legalidad no presta.
Hay un caso que viene como anillo al dedo para ilustrar lo que puede ocurrir en todo este desaguisado del CNE negando la posibilidad de una verdadera auditoría e impidiendo el acceso a los cuadernos, en los cuales juntó con el SAI está agazapado el bojote. Me refiero al monstruoso escándalo político suscitado por la revelación de actividades ilegales de la administración Nixon durante la campaña electoral de 1972 en Estados Unidos. sí, esto ocurrió en "el imperio" del cual tanto denostan los rojos rojitos.
Corría el mes de junio de 1972. Cinco hombres que habían penetrado para espiar al Comité Nacional Demócrata en el hotel Watergate en Washington fueron arrestados. Luego de muchas piruetas judiciales la implicación de Nixon se fue haciendo cada vez más evidente. El 30 de abril de 1973, Nixon aceptó parcialmente la responsabilidad del gobierno y destituyó a varios funcionarios implicados. Pero ahí no término el asunto.
La existencia de cintas magnetofónicas incriminatorias y la negativa a ponerlas a disposición de la justicia llevaron a un duro enfrentamiento entre los poderes ejecutivo y judicial. La opinión pública con su poder forzó finalmente la entrega de esas cintas. Se develó que una fue alterada y que dos habían desaparecido. Eso hizo que la situación se complicara aún más.
Crecientes evidencias sobre la culpabilidad de Nixon y de altos funcionarios llevaron a que se iniciaran los procedimientos del juicio al presidente (el "impeachment"). En agosto de 1974 el reguero era de tal magnitud que a Nixon no le quedó de otra que entregar las transcripciones de tres cintas, en las que quedaba claro su implicación en el encubrimiento del escándalo. La evidencia del gigantesco fiasco hizo que Nixon perdiera sus apoyos en el Congreso y en otras instituciones y que el electorado, incluso ese que lo había apoyado mayoritariamente con el voto, lo viera como un delincuente. El 8 de agosto Nixon renunció. Gerald Ford, vicepresidente, se juramentó como presidente.
En el mejor de los casos, cuatro de las cinco máximas autoridades del CNE están encubriendo delitos. Han convertido al organismo electoral en un lupanar de la más baja ralea. Todo el proceso comicial está teñido de sospechas. Cuando algo huele mal, hay que descubrir dónde está lo podrido. Las dudas han permeado incluso hasta en el universo de electores que dieron su voto a Nicolás. De allí que la impugnación parcial o total es inevitable.
Como bien apunta Capriles, "esta lucha es pacífica, difícil y demanda una alta dosis de persistencia, organización y disciplina. Es indispensable seguir el camino que marca la constitución y agotar todos los recursos legales necesarios".
El proceso será largo y plagado de conchas de mango. Seguramente habremos de enfrentar todo tipo de obstáculos. Pretenderán eclipsar todas nuestras acciones. Se burlarán una y otra vez. Pero será nuestra perseverancia lo que nos permitirá adecentar nuestra democracia.
smorillobelloso@gmail.com
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