miércoles, 19 de agosto de 2009

Culpa y responsabilidad


Hace unos días, unos colegas de la Cadena Capriles que se hallaban ejerciendo su constitucional derecho a la protesta, fueron vilmente atacados por unos malandros identificados con el “rojismo”. A mis colegas los molieron a golpes, patadas y palos. Y luego estos rojísimos salvajes salieron huyendo de la escena del crimen, como cobardes que son.

Uno de los directores de la Cadena Capriles, Eleazar Díaz Rangel, connotado prochavista de estirpe y abolengo, dio una declaración tan y tan tímida, que escucharlo me produjo la misma nausea que un café con sal. Para condenar los hechos, recurrió a las palabras más bobaliconas que encontró en su vocabulario.
La Fiscal General, Doña Luisa Ortega y Díaz, en un programa de la gloriosa VTV, dijo poco más o menos que mis colegas no estaban protestando como periodistas sino que ejercían el oficio de políticos. En su escasez intelectual, Ña Luisa no entiende que los periodistas somos -a la par de profesionales de la comunicación- ciudadanos de esta Patria, y también tenemos derecho a una posición política. Que una cosa no impide las otras.

Si la memoria no me traiciona (suele suceder en un país donde la traición es moneda de curso) es de Indira Gandhi la frase “con el puño cerrado no se puede intercambiar un apretón de manos”. La violencia es la más patética de las acciones. Supone que quien ataca se cree superior y en el derecho poderoso de infligir daño a otra persona. En realidad, ese complejo de superioridad no es otra cosa que solapado sentimiento de inferioridad. Los violentos son, aunque crean lo contrario, lo que en mi tierra se llama “poca cosa”.

Los violentos suelen juntarse con sus pares y siguen a líderes cuya más conspicua característica es la incapacidad para el manejo de la ira y el ejercicio pertinaz del acoso y la agresión. Las mentes violentas viven sofocadas por el miedo a que alguien se percate de su realidad. Le temen a quedar en evidencia.

Hay culpa y hay responsabilidad. Quienes molieron a mis colegas son culpables, y deben pagar cárcel por ello. Sin excusas ni justificaciones. Pero “el que te conté”, el de Miraflores, es el responsable de este clima de violencia auspiciada, patrocinada y aplaudida. Que no se lave las manos que las tiene bien sucias.

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