martes, 4 de agosto de 2009
Pisoteando… que es gerundio
Aunque tímida en su presentación al cuerpo de legisladores que ilumina con su vasta inteligencia el palacio legislativo, Doña Luisa Ortega y Díaz, Fiscal General de la República, se lució en el texto de la Ley de Delitos Mediáticos. La nueva pieza del portafolio legal revolucionario es un primor, una obra maestra de la inventiva de este libertario régimen, una invalorable contribución de este gobierno tan “progre” al campo de las ideas. Con esa novísima ley se nos pisotea a los ciudadanos, legalmente. Es decir, con permiso y autoridad. Se pisotea también la Constitución y nuestro derecho legítimo a decir aquello en lo que creemos y por lo que luchamos, a saber, un país democrático donde no haya cabida para esbirros del pensamiento. Na’ Luisa es una secuaz a sueldo de este régimen oprobioso. Su texto legaliza la barbarie.
Horas después del anuncio de Ña’ Luisa, Diosdado, esbirro mayor, ordenó el cierre de un montón de emisoras de radio, condenando así a pena perpetua de silencio a quienes por ese medio se atreven a quejarse, a contrariar, a denunciar. Han decidido convertir a los ciudadanos venezolanos en gallinas sin cuerdas vocales.
Barbarie
Y luego llegó Lina Ron y su grupete de sicarios y atacó a Globovisión con bombas lacrimógenas y exhibiendo armas de fuego. Dos heridos y varios cuasi asfixiados. Aprovecharon que a esa misma hora ocurría la celebración por el aniversario de El Nacional, y que por tanto los altos ejecutivos de Globovisión no se encontrarían en la planta. Así trabajan los cobardes.
Todo está grabado. Es tal la conciencia de Lina y sus secuaces sobre la impunidad de la que gozan, que el asalto al canal lo hicieron a plena luz del día, sin capuchas, con gorras y franelas que los identificaban.
Hegemonía política
Empero, la andanada de “acciones bélicas” no busca la hegemonía comunicacional, como algunos ingenuamente apuntan. El fin de estos aberrantes ataques es apuntalar la verdadera hegemonía que necesita el régimen, la política. Se acaba de aprobar en ese zoológico de focas que es la Asamblea Nacional la más retrógrada, decadente y degradante Ley de Procesos Electorales. Pero esa ley, aun siendo un utensilio de perversidad, sería inútil si los ciudadanos votan por quienes ofrecemos una alternativa a este desastre. Saben Chávez y sus secuaces que cada día la gente se “apercata” que se está destruyendo el país y acabando con las posibilidades de un buen futuro para todos, un futuro donde la democracia no sea una mera consigna payasa dicha al viento en infinita cantidad de discursos de bandoleros. Saben que la gente se está hartando, que se le va agotando la paciencia, que diez años son demasiados días, demasiadas semanas, demasiados meses, demasiados años. Que el hastío carcome los “éxitos” de la “revolución bonita”. Entonces, cerrarle las compuertas a la comunicación libre y democrática es indispensable para dificultar a los electores enterarse de quiénes serán los candidatos en las elecciones.
¿Se puede superar estos nuevos escollos?
Sí. Quienes escribimos y hablamos debemos seguir haciéndolo, así nos cueste mayor persecución de la que ya sufrimos. No dudo que a muchos nos seguirán amenazando, injuriando y no faltarán los procedimientos judiciales contra nosotros y hasta las imputaciones que nos lleven a la cárcel. Bueno, como escribió una vez Andrés Eloy Blanco, "a este paso, estar preso, perseguido, acosado o procesado será un honor". Los medios, todos, los radioeléctricos, los impresos y los alternativos, tienen que ser corajudos y valientes, no autocensurarse ni aceptar pisotones, aunque ello suponga no pocas crisis económicas. Los aspirantes a curules, los que quieren ser elegidos, o corren o se encaraman. Y los ciudadanos, esa gente de a pie que puebla este país, a no dejarse pisotear por el silencio indigno y procaz que quieren imponernos.
Rebelándonos
Al “pisoteando”, que es gerundio del verbo pisotear, hay que responder con “rebelándonos”, gerundio del verbo rebelarse.
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