miércoles, 22 de junio de 2011

La protesta no será transmitida

A las dos y media de la tarde del sábado, Maritza, madre de unos de los “privados de libertad” del Rodeo, vomitaba en una esquina sin parar. No sabía qué era peor, si el gas del bueno o el pasar de los días sin saber si su hijo estaba vivo o ya tenía oficio de difunto.

“Privados de libertad” es el eufemismo con el que la revolución llama a los presos. Y no sé cuál otra palabreja necia usan para denominar a las cárceles. Total, el idioma se usa para disfrazar. Para intentar maquillar una realidad monstruosa.
Por estos días se armó la de Dios es Cristo en las adyacencias de una penitenciaría en Andalucía. La protesta se debía al retraso en la instalación del sistema de aire acondicionado en el establecimiento. Sí, así ocurre en los países donde el ser humano es considerado eso, un ser humano.

Aquí, para vergüenza propia y ajena, las cárceles son pozos sépticos en donde se pudren las almas y los cuerpos de culpables e inocentes, de jóvenes y viejos, de procesados y penados. Estoy harta de escuchar frases hechas como “las cárceles son la universidad del delito”. Si los sabidos tanto saben, ¿qué hacen sin hacer algo?
Jamás he pasado un día de mi vida presa. Y ruego no tener que vivir esa experiencia nunca. Pero me pregunto: si yo tuviera que vivir en esas condiciones, ¿sería yo un buen ser humano? ¿Encontraría yo la forma de aislar mi espíritu de la inmundicia? ¿Me sería posible sobrevivir? Creo que todos tenemos un lobo salvaje por dentro. En las condiciones propicias, ese lobo nos tomará por su cuenta y nos inducirá a hacer cualquier bajeza, incluso eso que hoy nos parece impensable.

El Estado, por Constitución y por ley, tiene el monopolio del sistema de administración de justicia. Cuando el Estado no cumple su papel, cuando es irresponsable, negligente y desidioso, comete no sólo delito sino pecado.

Es responsabilidad de los medios de comunicación y de los periodistas informar a los ciudadanos. ¿Cómo hacerlo veraz y oportunamente cuando el gobierno nacional impide que se obtenga la verdad en su totalidad y taparea lo que está ocurriendo en ese infierno que es El Rodeo? Claro, el Gobierno pretende que los medios no cubran lo que sucede en las adyacencias, pretende que no se transmitan declaraciones de los familiares, pretende que el asunto simplemente no se transmita. Si no está en los medios, no existe. Por eso hay que quitarle la inmunidad parlamentaria a William Ojeda, por eso hay que sacarlo de la comisión, por eso hay que silenciarlo. Con Julio Borges no se van a meter, no sólo porque le tienen pavor a su fortaleza y reputación, sino porque al no hacerlo pretenden generar crisis en la fuerzas de la Unidad.

No sé ustedes, pero una de las palabras que más recientemente he aprendido es “pran”. No existe en el DRAE. Pregunto y nadie me sabe decir de dónde deriva el vocablo. Pero quiere decir algo así como “jefe de una mafia”. Sí, mafias. Estructuradísimas mafias controlan las cáceles en Venezuela. En esos espacios no hay Constitución que valga. Impera la ley de la selva. Ahí pasa de todo. Hay corrupción, delito, tráfico y consumo de drogas, violaciones y prostitución, tráfico de armas, trata de seres humanos y todas las putrefacciones imaginables. Los fulanos “pranes” hacen y deshacen. Tienen todo el poder.

Lo más grave está en que no sé ve solución por los contornos. El Gobierno sólo sabe entrar en las cárceles con guardias nacionales vestidos de “robocops” o de “tortugas ninja” quienes salvajemente entran a punta de balas, olvidando que en buena parte es culpa de la Guardia Nacional lo que ocurre en los penales, pues la custodia externa la tiene ese componente. Y ahora el niño de Miraflores inventa un nuevo ministerio, como si con ello se arreglara el desmadre.

Maritza tiene 45 años y parece de 90. Está destruida. No sabe si tiene que llorar a su hijo preso o si ya se lo mataron. Ella tampoco tiene derechos humanos. Ella para el Gobierno Nacional es poco menos que una cucaracha. Para el Gobierno de Chávez, preso no es gente y familiar tampoco.

Un mínimo de dignidad haría que los altos niveles del Ministerio del Interior, de la Fiscalía, de la Guardia Nacional y del Tribunal Supremo de Justicia pusieran sus cargos a la orden. Un mínimo de inteligencia y sensatez haría que el Presidente de la República les exigiera la renuncia. Pero ni lo uno ni lo otro va a pasar.

Y los “pranes” seguirán mandando en esos espacios. Allí, como en tantos otros lugares, no hay gobierno. Aquí lo que hay es un ejército de ocupación.

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