Uno de mis amigos psiquiatras dijo una vez que en Venezuela nos habían roto la lógica. Recuerdo muy bien esa frase pues me resultó reveladora. Yo creo que es cierto. Pero creo que también se nos rompió la coherencia y con ello se produjo algo tan paradójico como eso con lo que titulo estas líneas: la incoherente lógica.
Este país es un perfecto y absoluto disparate, un desatino, en donde - como es de esperarse en un país de incoherente lógica - nos hemos ido habituando a que todo sea un contrasentido. Eso hace que lo que está mal no nos sorprenda y que sólo nos asombre lo poco que anda bien. Así, la pésima gestión de este gobierno es rutina y forma parte del paisaje y ponemos cara de impresión cuando escuchamos que Empresas Polar, a pesar de todos los langanazos que le ha dado “micomandantepresidente”, es una de las compañías más productivas, creativas y emprendedoras del hemisferio.
Los últimos días han sido todo un “shock”
Pasa mucho y no pasa nada, todo a una vez.
Pasa que lo de El Rodeo se transformó de película de horror en teatro del absurdo. Sólo nos faltaba la guinda del Satanás de “La Piedrita” fungiendo de mediador. Una cosa queda clarita: este gobierno no es ni tan siquiera capaz de controlar una cárcel. Pero es este mismo gobierno el que cacarea de su total control del país. Por favor, no me hagan reír.
Pasa que a los gremios y sindicatos, muchos de ellos apoyadores de este gobierno, están más calientes que plancha de chino porque no hay manera que en Miraflores entiendan que no se puede exhibir riqueza como lo hacen y sin embargo pretender que los trabajadores, a quienes este gobierno engañó con vileza, estén “pistoneando” cual carro con gasolina mala y se sacrifiquen, mientras ven a los caraduras boligarcas bebiendo güisqui de veintipico de años y viviendo mejor que pachás.
Pasa que el Contralor de la República murió (los cubanos decían que estaba “en franca recuperación”) y resulta que las fuerzas del chavismo tendrán que halar la bola pareja a la oposición para conseguir un acuerdo para sustituir al finado. Nunca tan pocos valieron y pesaron tanto.
Pasa también que por muchos días no ha estado Chávez y que los voceros del gobierno se han enredado más que kilo de estopa y han metido la pata hasta decir basta en cada declaración, lo cual pone de bulto que la tal hegemonía comunicacional, la tal estrategia, la tal genialidad en materia de opinión pública es, por decir lo menos, una ficción. Si yo fuera Chávez, no más llegandito a Caracas botaría a Izarra, quien no lo ha hecho peor porque no le ha sido físicamente posible. Ah, y regañaría con severidad al partido rojo rojito, pues es inadmisible que en su organización política (la de Chávez) ocurran esos pleitos de comadrejas contra sabandijas, mientras la oposición está fajada pateando la calle.
Pasa que Chávez faltó un bojote de días y en su ausencia el país siguió igualito, tan mal como estaba. La gente quiso saber sobre él (algunos con malsana curiosidad, otros con genuina preocupación y la mayoría por justificada necesidad de información) y lo único que obtuvo fue malas respuestas y peores chismes generados por el propio gobierno, lo que desató una ola de rumores que a quien más perjudica es... al gobierno.
¡Qué alguien me diga dónde!
Que Chávez dizque es brillante, estoy cansada de oírlo. Pero, ¿dónde está la inteligencia? ¡Qué alguien me diga dónde! Tan pronto supo que lo iban a operar, Chávez ha debido convocar un Consejo de Ministros en la Embajada de Venezuela en La Habana (que es suelo venezolano) con un solo punto en la agenda: ordenar la firma del nombramiento de un nuevo Vicepresidente que pudiese contar, no con el respeto de la cohorte de Chávez, sino más bien con la inquina de la totalidad de las facciones del chavismo. Así se arreglaba el lío. Claro, tenía que buscar un “notable” (de los cuales tuvo pocos y cada vez tiene menos). Me refiero a un hombre cuya designación en el cargo de Vicepresidente -y por ende posible Presidente Encargado- fuese tan “políticamente correcta”, que criticarlo costare a cualquiera, del “gobiernismo” o incluso de la oposición, un alto precio. Sorprende empero que un tipo como Chávez, que si bien no es inteligente es sí muy zamarro, no haya previsto una situación como la que vive y tenido una estrategia diseñada que poner en práctica sin intervención intelectual de terceros.
Chávez, de manera insólita, cayó en manos de los inútiles, con quienes uno no debe ni ir a misa porque se arrodillan cuando no toca. Y en realidad fue Mujica, el presidente de Uruguay, quien le lavó la cara al desastre comunicacional. Lo hizo como es y como hace las cosas Mujica, a la “quedita”, sin aspavientos ni gritos sino más bien con voz de papá comprensivo que pide paciencia para el muchacho alzao’ del barrio. Mujica es, a qué dudarlo, el más hábil gobernante en estos momentos en América Latina.
No conozco la realidad de la salud del presidente. No le deseo mal alguno, y menos una enfermedad tan terrible como el cáncer. Yo formo parte de los millones que queremos ganarle en las urnas y no con una urna. Pero me parece insólito que ese hombrón, ese macho con botas, ese ser con características mitológicas, resulte tan chiquitico frente a la verdadera adversidad. Creo que el señor está enfermo (ya sabemos que lo está y podemos presumir que es algo serio pues de otro modo no hay cómo explicar un Chávez con semejante actitud).
Yo creo, con el perdón de muchos, que hay mucho sabido pelando más que rodilla e' chivo. Chávez está mudo porque se aterrorizó. Tan simple como eso. Su silencio es la clásica reacción de alguien que se cree todopoderoso y que de buenas a primeras se enfrenta con que no, no es inmortal. Chávez se asustó. Y nadie ha hablado con él porque su reacción ha sido el enclaustramiento. ¿Lo justifico? No. ¿Lo entiendo? Sí. El pánico es libre y no existe pastillita de inmunidad contra él.
Ahora bien, incluso comprendiendo su status de ser humano, lo de su estado de salud, ha debido hacerse del dominio público en boca de un vocero especializado, un médico venezolano, alguien de intachable reputación y credibilidad a toda prueba. Sin esconder nada, sin taparear, pues además de lo serio que me parece todo el asunto (al fin y al cabo, es el Presidente de la República), Chávez debió metabolizar que ni él es Fidel ni Venezuela es Cuba, un país donde el totalitarismo hizo metástasis y se coló hasta en el más pequeño recodo. Chávez ha debido dirigirse a la Nación, ahora sí en cadena nacional, no para aclarar (“no aclares tanto que obscureces”) sino por la más elemental inteligencia política.
Creo, además y por si fuera poco, que esta pésima estrategia comunicacional mal servicio presta a los esfuerzos que se hacen en el país para que la gente entienda que buena parte de las enfermedades graves no tiene por qué derivar en terminales, que hay posibilidades de salvación, siempre y cuando las personas den cara a la situación con valentía y coraje. Conozco muchos supervivientes del cáncer. Todos lucharon con hidalguía y fortaleza para vencerlo. La pasaron horrible durante los tratamientos. Y están vivos porque, además de las curaciones, se plantaron, porque tuvieron miedo pero se enfrentaron a él, porque no aplicaron la teoría del avestruz. Si Chávez tiene alguna enfermedad severa, lo que ha hecho es un auténtico insulto para todas aquellas personas que en Venezuela han batallado y batallan contra el cáncer, las dolencias cardiológicas, la diabetes, el sida y tantos otros males.
Total, Chávez no está (o no estaba). Pero, si acaso no ha llegado para cuando se publiquen estas líneas, su regreso debe ser pronto. Encontró o encontrará el mismo país que dejó cuando se fue, con los mismos problemas, los mismos horrores, los mismos intensos sufrimientos. Su pésima gestión estará intacta. Es una paradoja gatopardiana: que todo cambie para que nada cambie.
A él no podrá importarle menos lo que los venezolanos pensemos. No le importaba antes de enfermar y menos le importará ahora.
La incoherencia tiene una lógica. Y la lógica admite incoherencia. Por eso se nos rompió la lógica. Y también la coherencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario