Yo creo que cualquiera puede enfermarse, incluso repentinamente. Por experiencia propia sé que es así. He sido operado de emergencia en cinco oportunidades. Por lo tanto, puede ser cierto que a “micomandantepresidente” le haya sobrevenido algo que requiera intervención quirúrgica de urgencia.
Reconozco que no sé bien qué es un “absceso pélvico”. Suena sí feo, y peligroso. Suena a masa purulenta en la parte baja de la panza, que si explota o se rompe puede causar una septicemia, a saber, una infección generalizada. Como yo pasé por una septicemia, sé lo que es eso. En esa ocasión estuve más de un mes hospitalizada y la recuperación tardó varios meses. Los dolores fueron intensos y perdí tanto peso que quedé hecha un huesito.
Pero si bien todos los seres humanos somos iguales, hay algunos que están en posiciones o cargos de relevancia. Eso hace que el sufrir un percance de salud afecte a un conglomerado. De allí que los suplentes son de suyo claves para que ese conglomerado no enfrente situaciones complicadas y también harto peligrosas. De allí que algunos abogados constitucionalistas hayan preguntado cómo es posible que “micomandantepresidente” sea presidente desde lejos y metido en un hospital, obviamente impedido de realizar todas sus funciones en plena capacidad.
Sin embargo, si de algo nos hemos dado cuenta todos los venezolanos durante estos días es de cómo da lo mismo. Sí, da lo mismo que el presidente sea Chávez o Jaua. El despelote, el caos, la incompetencia son igualitos con el uno o el otro.
¿El país está mejor con Chávez o con Jaua? La pregunta sólo tiene una respuesta: da lo mismo. Son cortados por la misma tijera y siguiendo el mismo patrón. Leños de un mismo árbol. Eso hace que esperar un comportamiento distinto no sea sino una “esperanza inútil”, como bien canta el bolero.
En este país hace rato que se nos escabulló eso que llaman “gobernabilidad”. La entropía se nos ha instalado por los cuatro costados, haciendo que la nación entera padezca un “estado de supervivencia”. No es cuestión de reales. Es asunto de buenos gobernantes y, más aún, de expertos en gestión pública. Y de esos no hay en este gobierno que pasará a la historia como el peor de nuestra tan desnutrida ya historia democrática. Aquí lo que hay en abundancia son populistas.
Hubo “luna negra” por estos días. La luna se obscureció. Así estamos nosotros, viendo sin mirar, oyendo si escuchar, oliendo sin olfatear. Si usáramos bien nuestros sentidos, en especial el sentido común, comprenderíamos de una vez por todas que un barco no se hunde por lo que hagan sus pasajeros. Lo hunden sus tripulantes, lo hunden su capitán y sus oficiales. Bien harán los pasajeros en percatarse en medio de la travesía que el capitán no los llevará a buen puerto. Harán bien en entender que en la próxima parada hay que cambiar al capitán y a sus oficiales.
¿Y dónde está el presidente? ¿Quién es el presidente? Da lo mismo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario