martes, 27 de septiembre de 2011

Los indefendibles

Han cometido fechorías y delitos de todo sabor, color y hedor. Se han apropiado del poder más absoluto en sus países. Han domesticado a la sociedad y han convertido a los ciudadanos en esclavos de su propiedad. Han mostrado el más indignante irrespeto a toda norma de derechos humanos que se haya escrito y aprobado en tiempos modernos.

Prevalidos de una insoportable e indecente omnipotencia, hacen y deshacen a su antojo y placer. Han pisoteado el honor de mujeres y hombres. Han puesto tras las rejas a quienes han osado levantar su voz para oponérseles. Han construido a su alrededor una compleja estructura de seguridad personal que los protege de los ataques que, ciertos o no, suponen que puedan despojarlos de sus tronos. Han saqueado las arcas públicas.

Se han obsequiado una vida de lujos que ya envidiarían los más potentados del mundo entero. Con dineros que le han escamoteado a los pueblos, se han finaniado todo tipo de caprichos y hábitos.

Han magreado mujeres. Han asesinado niños. Han utilizado espacios civiles para ocultar sus armas. Han colocado a inocentes ciudadanos como escudos. Han engañado a los ciudadanos sin empacho alguno. Han impuesto toques de queda y estados de sitio. Han construido complicados entramados para controlar los sistemas y medios de comunicación.

Se han valido de apoyos para hacerse de aún más poder. Han desechado a los ciegos incautos que en un principio los apoyaron. Han enterrado en fosas comunes a los muchos que han criminalmente torturado y posteriormente convertido en “desaparecidos”. Tienen en su haber masacres, genocidios y magnicidios. Han hecho negocios con los más terribles terroristas a quienes además les han otorgado asilo y santuario.

Han tornado a sus naciones en tierra arrasada en la que sobreviven millones de personas cuyo único delito ha sido nacer o vivir en esos países. Los derechos humanos de esas personas son violados todas las horas de todos los días.

Ellos, los indefendibles, son impresentables, deleznables, hediondos. Son escoria, basura, desgracia. Son un cáncer para la Humanidad. Los hay en los cinco continentes y muchos de ellos ya, al fin, cuentan con boletas de encarcelación dictadas por tribunales nacionales e internacionales. Algunos ya fueron derrocados y se encuentran tras las rejas. Los nacionales de sus países tratan de reconstruir. Otros han escapado y son buscados afanosamente por fuerzas internacionales de seguridad. Y hay, para desgracia de enormes cantidades de personas, los que están en el poder, sofocando, asfixiando, robando, asesinando.

Cualquiera que hoy sea su amigo, debería saber que bien aplica aquello de “mira con quién andas y te diré quién eres”. Esos, los “amigos”, los cómplices, tendrán que rendir cuentas también. Sobre ellos deberá caer el peso de la ley.

La lista de los indefendibles es gruesa y atormentante. Y la de los amigos de los indefendibles también.

Usted, amigo lector, haga su lista. Yo tengo la mía y no quiero morir sin haber tachado de ella muchos nombres. migo lector, no calle, levante su voz bien en alto y quéjese. Mire que hay millones a quienes simplemente les está prohibido, no digo protestar, sino al menos opinar.

Haga su lista. Apoye las acciones que se toman para luchar contra los salvajes. No se quede con los brazos cruzados. Mire que el silencio es el asesino de la democracia.

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