sábado, 4 de mayo de 2013
La agenda de los ciudadanos
El descontento de los ciudadanos, expresado en una simple pero poderosa sinfonía de cacerolas, ha sido respondido por el gobierno-estado-partidopolítico de varias maneras. En primer lugar, montando ollas muy podridas en las que se ha pretendido involucrar a dirigentes de la oposición, organizaciones de la sociedad civil y hasta a representantes de la Iglesia. Baste ver o escuchar la de vilipendios, mentiras, barbaridades y vulgaridades que nutren la programación las 24 horas del día de los medios del sistema hegemónico comunicacional oficial. El traquetear de las cacerolas es ignorada. A ellos no les importa lo que los ciudadanos opinemos sobre la situación del país, una nación que está en una crisis superlativa, para la cual los responsables sólo muestran su más irredenta cara de irresponsabilidad.
A una economía hecha jirones, a unos derechos ciudadanos cada día más magreados, a unas calles y avenidas que son territorio de la delincuencia, a una violencia que fue invitada a apropiarse de las instituciones, la respuesta es el silencio. Un silencio que destruye los tímpanos de la decencia.
La agenda de los ciudadanos no se parece en nada a la agenda de quienes están enchufadamente en el poder. No puede parecerse porque la agenda del pueblo es legítima y la de los mandones no lo es. Los venezolanos queremos paz en democracia, progreso en democracia, prosperidad en democracia, convivencia en democracia, futuro en democracia. Un gobierno legalizado a los trompicones, pero que carece de la más elemental legitimidad, que no cree en la democracia, no puede ofrecer ni dar paz, progreso, bienestar, convivencia y futuro.
Pero más allá de lo que crean los pendencieros, este país tiene más futuro que pasado. Y por las leyes de la supervivencia, triunfará la verdad y la democracia. Y los estafadores habrán de terminar sus días replegados en sus cuarteles de ignominia en los que su mayor castigo será ver el éxito del país al cual trataron de destruir.
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